Capítulo Uno "Anthrax"

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Por mi estúpida culpa ahora ella está molesta conmigo, no deja de hacer cara de enojo cada que me acerco a intentar hablarle. Me gustas hacerle bromas, y ella también las hace, pero no debí cargarle la mano esta vez. Es inquietante el no saber si pueda arreglarlo, mientras tanto tengo que darle su tiempo a solas, o al menos alejada de mí.
El yogur de frutilla con crema para el cuerpo olor a rosas no debe de ser un sabor delicioso. Aunque debo admitir que ha sido algo muy ocurrente y muy buena idea, el color de rosa se difundió en el yogur aparentando ser un poco más espeso de lo normal. Seguramente habrá tenido que ir al baño a vomitar un par de miles de veces. Ese genio que traía y unos cólicos insoportables sólo podían significar algo. Así que pensé, acabado su tiempo tal vez las cosas tomen su lugar de nuevo, pero no fue así. Ya ha pasado una semana y media y no ocurre nada. Las cosas no pueden suceder por si solas. Tengo que hacer un plan para arrancar ese enojo que hay en ella y que me perdone.

Estoy sentado en el patio trasero del colegio, es un área muy extensa y hermosa. El césped cubre toda el lugar y en algunos lados lo acompañan rosales muy floreados. Existen algunas bancas y mesas para que los estudiantes pasen una hora de descanso en este sitio. Son muy estrictos a la hora de cumplir esas medidas, pues este patio es de los lugares más preciosos de todo el instituto.
Yo estoy sentado en el césped, recargado en un inmenso árbol verde y frondoso, es el único por aquí, y es nuestro sitio favorito para pasar el tiempo Lucy y yo, solos y bromeando. Desde aquí podemos observar a todo el mundo, prácticamente a todos los alumnos. Mientras ella no está conmigo durante el descanso, no tengo idea de donde pueda encontrarse.
-Hoy estuve un rato con ella-. Dice Fran, mientras rasca su cabeza en seña de incomodidad. Él es parte de nuestro clan. Los «FFA's» que significa "Fieles Forever Alone". El motivo de la inauguración del grupo, fue que nos dimos cuenta de que los amigos de cada quien, no nos tomaban en serio. Nosotros siempre fuimos fieles y estuvimos ahí cuando nos necesitaban. Ellos solo nos utilizaron y nos sentimos traicionados. Pero esa es otra historia, ahora somos seis integrantes del grupo, todos recaudados de diferentes lados. Es una cosa de la cuál no nos arrepentimos, y a pesar de que nos somos muchos y tenemos baja popularidad, estamos muy cómodos por que todos somos de verdad. Somos fieles.
-¿Qué es lo que te ha dicho?- pregunto con insistencia.
-Si a lo que vas es que si está enojada contigo. La respuesta es no-, responde muy despreocupado y hace una pausa-lo sé.
-¿Qué?-grito muy fuerte que yo mismo me aturdo- ¡Te dije que le preguntaras! ¡Acaso no ves que me muero por estar con ella, por divertirme de nuevo y poder abrazarla! Quiero que regrese, quiero tenerla de vuelta, quiero... que vuelva a ser mi siamesa, que no se vuelva a separar de mí.
Fran me mira con decepción y tristeza al ver que yo estoy así.
-Lo lamento- dice en tono muy desesperado, pareciera que está ocultando algo-, imagino como debes de sentirte, quiero que sepas que te apoyo en lo que sea y cuentas conmigo.
Las típicas palabras que le dirían a alguien que está pasándola mal. No creo que sea la mejor forma de ayudar, pero aprecio que trate de hacerlo. Es mi mejor amigo y la quiero demasiado.
-Gracias, lo sé- anuncio con tristeza. Lamento haberte gritado así. Es que me pone muy mal no poder hacer nada al respecto. Será mejor que me vaya, no quiero alterarte a ti también.
-Está bien, como quieras-masculla Fran algo conmocionado.
Tomo mis cuadernos y me marcho de ahí, me dirijo al salón de clases ya que de seguro estará vacío. Y podré ponerme a pensar un rato.
Mientras paso por las mesas de la cafetería que están situadas en el mismo patio frente a ella misma, veo a James, Zack, Jenah, Cassey y a otros más, que para mí no fueron de tanta importancia como ellos. Pero sobre todo James, le tuve un enorme aprecio, ese las personas más fiables que he conocido. Tristemente ya no somos amigos, fue demasiado duro aceptar lo que sucedió. Lucy fue estoica al momento en que se presentó esta adversidad, sin embargo yo supe distinguir el escudo que llevaba cubriéndola ante esto, y encontré la mejor manera de quitárselo cuando fue necesario. Como alguna vez alguien ha dicho, "Perder un amor duele, pero perder un amigo mata", eso es muy cierto, ella y yo somos testigos de aquello. Duele como si te clavaran una estaca en el corazón, a la vez que un puñado de pétalos de rosas de las mas hermosas te son lanzados desde arriba cariñosamente.
James me dirige una mirada asesina, llena de odio, la cual ignoro siguiendo mi camino abriéndome paso a través de la fila de estudiantes que espera por comprar su almuerzo en la cafetería.
Recorro el pasillo que hay detrás de ahí, que lleva hacia el salón de música y luego gira a ala derecha llevándote a un corredor largo con cuatro salones que luego girando a la derecha de nuevo lleva a un área abierta en al cuál se sitúa una elegante fuente y un pequeño jardín rodeado de piso de mosaicos sencillos que quedan muy bien.

A pasar por el primer pasillo escucho como una hermosa melodía es interpretada en el piano del aula de música. Entro para maravillarme más de cerca y mirar quien es el intérprete de tan mágica música.
Al entrar por la puerta diviso a Lucy sentada, tocando con tanta habilidad las majestuosas notas que componen la magia.
Al terminar de tocarla me acerco para que pueda ver que admiré de la obra de arte que acaba de hacer.
-Es muy bonita, - leo en las partituras que están colocadas en el atril que forma parte del piano- Sonata Pathetic. Lindo nombre.
Me mira sorprendida, destaca que no esperaba que nadie entrara y se diera cuenta de aquello que acaba de hacer.
-Es mágica, es... maravillosa- dice atónita.
-Tal vez algún día puedas enseñarme a tocar así- aprovecho para hablarle un poco más.
-Sería un placer hacerlo, hermano mío-. "Hermano mío", sigue queriéndome. Aún no se olvida de la hermandad que hay entre nosotros. Tengo la esperanza de que esto acabe pronto, no más miradas rechazadas ni palabras ignoradas. Por fin nos reconciliaremos.
-No lo creo- dice con tanta naturalidad como si hubiera adivinado lo que pienso-, sé lo que estás pensando. Crees que esto ya se terminó, pero aún no me has pedido disculpas.
El tono de su voz delata que está burlándose de mí y sólo está jugando, como hace siempre.
Y nada me gusta más que esto. Es lo que más extraño y anhelo.

Amistad sin límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora