Capítulo 5

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Hace cinco años, la galaxia temblaba bajo el yugo de la Primera Orden, y yo, Padme Solo, apenas con 16 años, me encontraba en el centro de la lucha como miembro activo de la Resistencia. Mis días estaban repletos de entrenamiento, misiones secretas y momentos de profunda reflexión sobre el camino que había elegido. Aunque mi juventud era evidente, mi determinación y valentía me habían llevado a lugares que nunca había imaginado.

La tensión en la base de la Resistencia era palpable, no solo por las batallas que se libraban en el espacio, sino también por los conflictos internos que amenazaban con romper nuestros lazos más profundos. Mis padres, Han Solo y Leia Organa, estaban en el epicentro de esta tormenta emocional, luchando no solo contra la Primera Orden, sino también contra sus propios demonios internos.

Mi hermano, Ben, ya no era el joven sensible que una vez conocí. Hace cinco años, había caído en la oscuridad y se había convertido en Kylo Ren, un líder implacable de la Primera Orden. Recordar su transformación era como un puñal en el corazón, una herida que seguía abierta y sangrante.

Una noche, mientras me retiraba a mi habitación después de una jornada agotadora, escuché los murmullos de una discusión provenientes del salón principal. Mis padres estaban discutiendo nuevamente, y su angustia llenaba la atmósfera. No podía ignorar su dolor; no podía quedarme en silencio mientras mi familia se desmoronaba frente a mis ojos.

Con pasos decididos, salí de mi habitación y me dirigí hacia el salón, donde encontré a Han y Leia sumidos en una discusión intensa. Sus voces se entrecruzaban en un baile de palabras llenas de dolor y frustración, como dos estrellas que colisionan en el vacío del espacio.

"Leia, necesitas aceptar que Ben ya no está con nosotros. Kylo Ren es una realidad que debemos enfrentar", dijo Han con voz serena pero firme, sus ojos buscando los de ella con determinación.

Leia sacudió la cabeza con vehemencia, sus ojos llenos de angustia y negación. "No puedo, Han. Mi hijo aún está ahí, luchando contra la oscuridad. No puedo abandonarlo", respondió, con la voz temblorosa por la emoción.

Han se acercó a ella y tomó sus manos con ternura. "Te entiendo, Leia. Yo también lo extraño, pero necesitas aceptar que él ha tomado su propio camino. No podemos seguir aferrándonos a una esperanza que ya no existe", dijo con voz suave pero convincente, tratando de llegar a su corazón.

Leia apartó la mirada, una lágrima resbalando por su mejilla. "No sé si puedo, Han. No sé si puedo dejarlo ir", murmuró, su voz llena de dolor y resignación.

Han la abrazó con fuerza, sintiendo el peso de su dolor compartido. "Lo sé, Leia. Pero juntos podemos superarlo. Juntos podemos encontrar la paz que tanto necesitamos", susurró, su corazón latiendo al unísono con el de ella en ese momento de vulnerabilidad compartida.

La tensión en la habitación era palpable, como una tormenta que amenazaba con desatar su furia en cualquier momento. Me sentí impotente ante el dolor de mis padres, pero sabía que no podía quedarme al margen mientras mi familia se desmoronaba ante mis ojos.

"¿Qué está pasando aquí?", pregunté con voz temblorosa, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras enfrentaba la tormenta que se desataba frente a mí.

Mis padres se detuvieron al verme, sus rostros reflejando sorpresa y tristeza. "Esto no es asunto tuyo, Padme", dijo Leia con voz suave, pero había un rastro de angustia en sus ojos.

"Pero no puedo quedarme al margen mientras ustedes dos se lastiman mutuamente", respondí con determinación, sintiendo el nudo en mi garganta mientras las lágrimas amenazaban con brotar.

Han suspiró y se acercó a mí, su rostro lleno de tristeza. "No deberíamos haber discutido delante de ti, Padme. Lo siento, cariño", dijo con sinceridad, lamentando profundamente haberme involucrado en su conflicto.

"Lo siento, hija. Estamos pasando por un momento difícil", agregó Leia, extendiendo sus brazos hacia mí en un gesto de consuelo.

Me acerqué a ellos y los abracé con fuerza, sintiendo el peso de la tristeza en mis hombros. "Estaremos bien, Padme", dijo Han, tratando de tranquilizarme.

Pero sabía que las cosas no podían seguir así. Necesitábamos un cambio, algo que nos ayudara a sanar como familia. Y entonces, una idea comenzó a tomar forma en mi mente.

La puerta se abrió de golpe y Chewbacca entró en la habitación, su rostro lleno de preocupación. Sin embargo, no podía prestarle mucha atención en ese momento, ya que la discusión entre mis padres absorbía todo mi enfoque.

La pelea continuó, con palabras cortantes y corazones rotos, hasta que finalmente, el silencio llenó la habitación, dejando un vacío doloroso en su estela.

Al verlos partir, las palabras se atascaron en mi garganta. "Papá", susurré, pero no pude decir nada más.

Han se acercó a mí, su mirada llena de amor y pesar. Me dio un beso en la frente y me susurró al oído: "Te quiero, estrellita".

Me quedé allí, sintiendo el peso de sus palabras mientras observaba cómo se alejaban. Y en un susurro apenas audible, dejé escapar las palabras: "Todo es tu culpa, Ben".

La familia que una vez conocí se desmoronaba ante mis ojos, y no sabía si alguna vez podría volver a reconstruirse. En ese momento de desesperación, una luz de esperanza apareció en forma de Zora y Lila, mis fieles compañeros, quienes se acercaron a mí, ofreciéndome su apoyo incondicional. Juntos, enfrentaríamos lo que sea que el futuro nos deparara.

Al día siguiente, al despertar con un nudo en el estómago, recordé la tormentosa noche anterior. El vacío dejado por la partida de mi padre y Chewbacca pesaba sobre mí como una losa, y la habitación parecía más silenciosa y desolada que nunca.

Me levanté con pesar y me dirigí hacia la cocina, donde esperaba encontrar a mi familia reunida como de costumbre. Al entrar en la habitación, me encontré con un panorama desolador: la mesa estaba vacía, y el eco de la ausencia resonaba en cada rincón.

Fue entonces cuando lo vi, un pequeño trozo de papel doblado cuidadosamente sobre el mostrador. Mis manos temblaron ligeramente mientras lo recogía, sabiendo que contenía las respuestas a las preguntas que atormentaban mi mente.

Desdoblé el papel con manos temblorosas y comencé a leer las palabras garabateadas con la letra familiar de mi padre:

"Querida Padme,

Siento mucho tener que irme así, pero creo que es lo mejor para todos nosotros en este momento. Necesito tiempo para reflexionar y procesar todo lo que ha sucedido. Chewbacca y yo nos iremos por un tiempo, pero quiero que sepas que siempre estaremos aquí para ti, pase lo que pase.

Cuídate, estrellita. Te quiero más de lo que las palabras pueden expresar.

Con amor,
Papá"

Las lágrimas llenaron mis ojos mientras leía las palabras escritas con tanto amor y dolor. Mi corazón se sentía como si estuviera siendo destrozado en mil pedazos, pero sabía que tenía que ser fuerte. Mi padre necesitaba este tiempo, y yo tenía que respetarlo.

En ese momento, apareció Leia en la puerta de la cocina, su rostro reflejando la tristeza y la preocupación. Sus ojos se encontraron con los míos, y pude ver la angustia que había en su interior.

"Padme, cariño", dijo con voz suave, acercándose a mí con cautela. "Lo siento mucho por todo esto. No quería que las cosas terminaran así".

La abracé con fuerza, sintiendo el consuelo de su presencia. "Lo sé, mamá. Todos estamos pasando por un momento difícil", respondí, luchando por contener las lágrimas.

Leia acarició mi cabello con ternura, sus palabras llenas de amor y comprensión. "Estaremos bien, Padme. Nos tenemos el uno al otro, y eso es lo que importa".

Con un suspiro profundo, nos quedamos allí, encontrando consuelo en la presencia del otro en medio de la tormenta que amenazaba con consumirnos. Aunque la situación era difícil, sabía que juntas podríamos superar cualquier desafío que se interpusiera en nuestro camino.

Padme Solo: La última Skywalker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora