Heatbeat

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Después de tomar tanto y ensuciar el baño de una habitación, todos menos Camila—la cual se fue a su casa—fueron a la casa de Nathan. Maia, apenas llegó, cayó en el sillón y no se volvió a levantar. Los tres chicos comieron algo, se bañaron y cayeron juntos en la cama. Patadas, caídas y golpes hicieron que no fuera la mejor noche.

—Yo quiero mi parte de la apuesta —le recordó Maia a Nathan.

Los cuatro estaban en la sala: Emma en un puff tomando café, Nathan fregando, Alejandro con su cabeza en las piernas de Daniel abrazando una almohada. Todos tenían resaca, pero la de Alejandro no se bajó ni con ibuprofeno, así que se resignó a no hablar ni prestar atención a nada, e intentar dormir.

—Busca en mi billetera.

—¿Cómo terminamos así? —preguntó Daniel mientras le acariciaba el cabello.

—Maia no vigiló a Camila y Alejandro no tiene buena resistencia al alcohol. —Yo sí vigilé a Camila, pero no me dijo que no había comido.

—Mi papá me decía que siempre comiera aunque no importara que en la fiesta sirvieran comida.

Maia se levantó, le dio la taza a Nathan y dio las gracias.

—¿Te vas a bañar antes de irte?

—Ya lo hice —dijo, abriendo la billetera y sacando dinero—. ¿Quién es el chico de la foto, Nate? Es lindo —sacó la foto—. Siento que lo he visto antes.

—Tú en serio... —Nathan le arrebató la cartera y la foto—. Simplemente es alguien especial, no deben saber más.

—¿Tú? ¿En serio? ¿Tienes a alguien especial? —dijo incrédulo Daniel. Nathan lo miró de mala manera.—No digo que seas un cabrón, simplemente no te puedo imaginar enamorado.

—Maia, cuéntale cómo fue su reacción cuando se le confesaron por primera vez —dijo Alejandro para volver a hundir su cabeza en la almohada.

—Fue en primer año. Nathan siempre ha sido lindo, pero en ese tiempo era lindo, tierno. Además, era un amor con la gente. A Camila incluso llegó a gustarle —al final bajó la voz y puso su mano al costado para que Nathan no supiera lo que decía.

—Honestamente, no imagino a ese niño siendo un "amor".

—Créeme, lo era.

Alejandro asintió en silencio.

—Había una chica, no me acuerdo su nombre justo ahora. Ella intentó entrar en el grupo que tenía Nathan en ese momento, pero al final no pudo porque le daba vergüenza acercarse. Como dos semanas después citó a Nathan al lado de jardinería, que está cerca de la cancha de basket. Yo y unos amigos comíamos ahí, así que nos pusimos a escuchar. Y como en un K-drama o manhwa, se le confesó, le dio unos chocolates y salió corriendo. Nathan literalmente estaba como soldado, con los chocolates en la mano, todo rojo. Comenzó a mirar a su alrededor y después se agachó como a reflexionar, no sé, pero se pasó todo el día rojo y totalmente distraído.

—Eso... no lo puedo negar —sus mejillas se pusieron un poco rojas—. Es que era la primera vez que me lo decían a la cara y fue, no sé, ¿lindo? Al final estuve toda una semana pensando cómo rechazarla.

—Pero es que el lindo ahí eras tú por tu cara de bebé toda sonrojada.

—Necesito una foto de él de chiquito. No te voy a creer eso hasta verlo. Su cara es como la de un jodido actor y, para colmo, el cabrón va al gym. Nunca voy a creer que tenía cara de bebé.

—Yo puedo confirmar eso —dijo Alejandro.

—Foto o fake.

—El lunes te la llevo porque yo no tengo fotos mías en esta casa.

Letters To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora