-¡Doña Marta! - resonó una voz en el patio de la finca, -¿Disculpe, doña Marta, podría hablar con usted un minuto?
Marta de la Reina dio la vuelta al escuchar su nombre, y se topó con Isidro, el chófer de su padre. - Isidro. ¿Se encuentra usted bien? - Marta lo notó pálido y con falta de aliento.
- Sí, sí, gracias doña Marta. Verá, quería saber si sería posible que me ausentase por la tarde, sólo por un par de horas. Es que hoy llega Fina de París y me gustaría ir a recogerla. - Le dio vueltas nerviosas a su gorra de conducir.
Notando su incomodidad, ella le ofreció una sonrisa, ignorando el revoloteo que sintió en el estómago al escuchar ese nombre. - No... No sabía que venía Fina a visitarle. - Tragó saliva. - Por supuesto, Isidro, tómese la tarde y disfrute de su hija. Ya aviso yo a mi padre que no estará disponible hoy. Ahora, si me disculpa, voy un poco tarde a una junta con ellos.
- Gracias, muchas gracias, doña Marta.
Marta asintió suavemente.
Cómo llegó al despacho de la fábrica, no lo supo. Tampoco supo muy bien cómo se las apañó para salir de aquella reunión sin levantar sospechas por no estar cien por ciento presente. Claro, no era como si su padre o sus hermanos le prestaran tanta atención de todos modos. Absorta en sus pensamientos- menos de sus problemas familiares y más sobre cierta mujer a la cual no había visto en más de 6 años- se dirigió a la tienda para ponerse al tanto con sus dependientas Habiendo dejado el papeleo e instrucciones necesarias con respecto al inminente día de inventario, decidió marcharse a casa. Estaba agotada y necesitaba tiempo. Tiempo para descansar, para tratar de dar sentido a sus nervios. Y necesitaba un trago.
Sentada a la ventana de su habitación, Marta cerró los ojos y se dejó bañar por la luz del atardecer, copa de coñac en mano.Exhalando, trató de recordar cuándo había sido la última vez que había visto a la chica que llevaba todo el día dando vueltas en su cabeza. Seis años. Una eternidad. Había sido la noche antes de que Fina tomase el tren a París. Marta había bajado al ala de servicio a desearle suerte y un buen viaje. Una conversación corta, pero sincera. Fina había sido para ella lo más cercano a una amiga, pese a la diferencia de 8 años de edad. Pero, como en la mayoría, si no todas, de sus relaciones Fina tenía mejores amigas que ella.
Era algo a lo que estaba acostumbrada, pero si lo pensaba demasiado, le calaba un poco el corazón. Tomó lo que quedaba del coñac de un trago. El petardeo de un coche le sacó de sus pensamientos y al asomarse por la ventana, vio llegar a Isidro.
Marta tomó aire al ver a la chica salir del auto. Traía el cabello suelto, enmarcando sus facciones, y resaltaba la sonrisa que hacía a sus ojos rasgarse. Portaba una falda verde oscuro y una blusa con bordados florales blanca que, Marta pensó, le acentuaba muy bien la figura. En corto, la mujer se veía muy guapa. Dándose cuenta de por dónde iba su hilo de pensamiento, Marta sacudió la cabeza y le dio la espalda a la ventana, distanciándose de la escena tomando lugar afuera.
Sin darse cuenta, sus piernas la llevaban paso a paso a la cocina. Pensaba que debería resistirse, darse media vuelta, y regresar por donde había venido. Sin embargo, casi contra su voluntad, terminó frente a la puerta de la cocina, el punto medio entre la casa principal y el ala de servicio.
Y vaya punto medio. Esa cocina, después de su habitación, era el cuarto de esa casa enorme y fría que a Marta más le gustaba. Ahí tenía memorias cálidas, memorias en las que su madre le enseñaba a cocinar, en las que ella y su tía Digna charlaban, recordándose la una a la otra de su madre y su hermana, respectivamente. También era el lugar en el que ella y Fina acababan siempre coincidiendo.
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De menos a más
FanficAU en el que Fina se va a París antes de los eventos de la serie, pero regresa a cuidar a su padre. Marta no la ha visto en 6 años, y cuando la ve regresar "hecha un pibón," se tiene que replantear la idea de quién es ella de verdad. Con mature rati...