𝕲𝖚𝖙𝖘

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No era nada nuevo para Guts que las cosas se volvieran difíciles a mitad de combate, aún si el cansancio abrazaba su cuerpo no se iba a detener hasta que todos estuvieran muertos. Y así fue como la lluvia de sangre bañó el cuerpo del moreno, el último latido del último hombre en pie se detuvo y no fue hasta que escuchó que tocó el suelo, que Guts dejó caer todo el peso y presión que había en sus hombros; de su boca salió un suspiro y guardó su gran espada tras él. Era hora de reagruparse con la Orden de Los Halcones.
Para su sorpresa, al llegar estaban casi todos allí, había sido una de las grandes victorias para Los Halcones y Guts lo sentía en su cuerpo, se relajaba mucho más cuando veía la sonrisa aprobatoria de Griffith; él mismo también se ponía feliz de forma interna, ahora que la batalla había terminado podría tomarse la libertad de volver a aislarse para su confort

—¡Guts!

Claro que no todo podía ser color de rosa... esa voz hizo que se detuviera y su cuerpo volviera a tensarse igual que en la batalla, se giró para encontrarse con una expresión enojada y una mano que se alzaba par abofetearlo; algo que esquivó y le detuvo tomándole de la muñeca.

—¿Se puede saber qué hice ahora?

—¡Arruinar los planes de Griffith y hacer lo que te venga en gana, eso fue muy arriesgado!

—¿Ha? Pero si lo tenía controlado, siempre me encargo de l aparte ofensiva con el mayor número de enemigos.

—¡Y también rompes la maldita formación!

Casca era un caso serio, era una persona naturalmente rígida, blanco y negro y también demasiado gritona... Para haberle salvado la vida en una ocasión, a Guts le parecía muchas veces poco agradecida, pero prefería quedarse en silencio y dejar que desahogara todo su estrés gritándole. Después de todo, ella siempre había estado ahí y era él en cambio, quién era el nuevo y debía bajar la cabeza. Inclusive estuvo a punto de hacerlo hasta que la única mujer que se encontraba frente a él se descompensó y fue tomada por sus brazos.

—¡Casca! ¡Hey, reacciona!

Guts bajó la mirada, no había derrame de sangre pese a que ambos estaban cubiertos de esta, su mano tocó el cuello y frente de la azabache notando las latas temperaturas. "Y tú desperdiciando energía en gritos" pensó, no hacía falta que Griffith le ordenara nada, sabía bien lo que tenía que hacer... justo cuando iba a relajarse tenía que surgir algo así.

Sin más se dirigió hasta un apartado de aquel campamento, no quería llamar mucho la atención, pero los gritos de cierta mujer ya habían arruinado su plan de tener un poco de paz ininterrumpida, así que solo devolvió una mirada filosa a aquellos que se atrevían a mantenerle la vista encima. Griffith sabía cómo aligerar el ambiente, así que atrajo a las personas al centro para comenzar una fogata, debían buscar algo de comida pronto ya que las reservas estaban casi en cero. Guts le quitó la armadura a Casca y luego se la quitó él, se encargó de lavarla primero antes de recostarla en la tela de sábanas viejas; lamentó que fuera de ese modo, aún si se la pasaban peleando cuál perros y gatos, Guts era un poco sensible cuando volvía a concientizar que Casca era una mujer.

"Qué duro debe ser mujer"

Pensó al cargarla, pesaba muchísimo menos sin la armadura encima, Guts se la llevó en brazos nuevamente al terminar de asear su cuerpo y cubrirse solo un poco, de todas maneras, debía permanecer desnudo por lo que a penas llegó a la tienda; la acostó para poder cubrirla con su cuerpo y conservar el calor el tiempo suficiente. Hasta que la temperatura corporal se regulase.

Casca, en cambio, yacía temblando bajo los brazos de Guts quién intentaba retenerla lo más posible, siempre era así al inicio un buen rato hasta que el cuerpo reaccionaba por sí mismo, de hecho, se decía que el organismo copiaba el del más cercano. En batalla los corazones se sincronizaban en cada respiración, cuando iban devuelta las pisadas sonaban iguales e incluso ahora, ambas temperaturas llegaban al mismo grado. Se parecía a aquella vez cuando Guts la había rescatado después de haber caído en el acantilado, el río ese día estaba muy frío; ella misma pensó que moriría, sus músculos estaban tan rígidos que pensó que su corazón se detendría, pero no fue así. Pues Guts la rodeó exactamente igual que ahora y su cuerpo reaccionó.

Casca no supo cuánto tiempo pasó hasta que abrió los ojos, sus labios estaban resecos y tenía sed, se movió un poco y sintió la respiración de aquel gran hombre que se encontraba detrás de ella.

"Qué vergüenza... otra vez esto"

La morena se acomodó con suavidad tratando de no despertarle, aunque quería vestirse y salir a beber algo, el cielo negro y la luz del fuego apagándose le dijo que era demasiado tarde; conociendo su personalidad esperaría al desayuno para no estorbar a los demás, así se quedó en el mismo lugar recibiendo como sorpresa un movimiento de parte de Guts que le hizo ponerse rígida preguntándose si lo había despertado con su imprudencia. Para su suerte no fue así, pero termino con el rostro en su pecho, Casca se dio cuenta de las cicatrices y las marcas frescas de la batalla reciente; era tan imprudente e impulsivo... ¿Cómo es que seguía vivo hasta el sol de hoy? Se preguntaba, pero muchas de esas preguntas son tenían respuesta. Casca acarició con la punta de sus dedos aquellas marcas, el vello en su pecho estaba creciendo un poco, pero eran demasiado delgados como para estorbar; aquello le hizo recordar la manera en la que lo trató ese día, siempre lo estaba regañando y por primera vez se puso a pensar si podía ser un poco más amable con él... Después de todo, solo quería el bienestar de Griffith. Su mano se quedó sobre la parte izquierda de su pecho para sentir su corazón, no conforme con ello tocó su cabello y luego su mejilla. Este último acto hizo que abriera los ojos, aquellos oscuros y dominantes en los que Casca se perdió, se había quedado paralizada.

—¿Te sientes mejor?

Dijo una voz gruesa y sus brazos aflojaron el agarre sobre ella, a Guts no le gustaba el contacto físico de las personas, había estado de este modo con ella debido a su enfermedad, Casca era una pieza vital para los Halcones. Sin embargo, ahora que estaba de este modo no la alejó, su historia del pasado lo había conmovido hasta el punto de quedarse absorto viéndola; casi todos lo veían con esa expresión de miedo, como si no supieran cómo continuar. Verlo en Casca no fue muy diferente, aunque ella bajó la mano en silencio a su mejilla, sus ojos brillaban en la escasa luz que había; sus manos estaban cálidas así que su cuerpo se había recuperado casi por completo. Guts cerró levemente sus ojos dejándole continuar, el calor de esta mano le había hecho temblar solo un poco, y aquello había sido notado por ella quién solo se apegó más a él y le agradeció en voz baja.

Guts era hombre, por más caballero que quisiera ser, podía contener muchas cosas menos las que su cuerpo por sí mismo hacían levantar debido al acaloramiento del momento. El moreno puso una cara estoica y miró a otro lado cerrando sus ojos, Casca se rió, pero no se alejó de él.

—No te burles de m...

Guts abrió los ojos de golpe sintiendo una corriente eléctrica subir por su abdomen, aunque emitió un quejido no fue demasiado alto; sus ojos buscaron los negros y curiosos de la azabache quién le miraba con esa inocencia sacada de la nada. Su dureza estaba siendo complacida por aquella mujer, le preguntó con la mirada si sabía lo que estaba haciendo y la respuesta de ella fue acomodarse para presionarlo con sus manos, era incómodo moverse así pero Guts estaba tan sorprendido que solo pudo mirar hacia abajo pero su morbo fue interrumpido por dos atributos suaves de la morena; eligió apretarlos con sus manos recibiendo un suspiro delicado, ya no había vuelta atrás pero tano el brazo de la fémina se estaba cansando así como para Guts no era suficiente. De ese modo, la tomó de la cintura para subirlo a su regazo, secundado por ella quién tenía una mirada determinada, tomando la virilidad para ponerla en su estrecha intimidad; se sentó y ambos temblaron, Casca había quedado tan vulnerable y Guts tan desconcertado que no se movieron por unos segundos, pero luego cambió de posiciones dejándola descansar sobre el futón desgastado; los grandes dedos de Guts se entrelazaron con los de Casca y le miró como pidiendo permiso, Casca asintió una sola vez y recibió todo de Guts inmediatamente.

El gemido que dio fue tan alto y agudo que se mordió el labio, lo resistió y cerró los ojos con fuerza; Guts se detuvo y susurró lo más bajo que pudo "¿Duele?" Casca negó y soltó una de sus manos para tomarle de la mejilla, aunque tenía lágrimas en sus ojos negó, por lo que su contrario decidió continuar. Escuchaba jadeos por cada embestida, seguido del frenesí que subía el calor de ambos cuerpos dentro de poco comenzaron a sudar, los atributos de la morena rebotaban cada vez más rápido y terminó por arquear su espalda. Guts sabiendo lo que venía, debido al temblor de las piernas ajenas, la tomó con su mano libre detrás de la cabeza uniendo ambos labios en un beso apasionado. La azabache le abrazó del cuello con sus brazos, y de la cintura con sus piernas, sintiendo cómo así lo que más deseaba de Guts llegaba profundamente a su alma.

Esa madrugada nadie se levantó, pero a los soldados les pareció extraño que por primera vez los capitanes se hubieran quedado dormidos hasta tarde.

𝕷𝖆 𝕿𝖗𝖎𝖆𝖉𝖆 - 𝘉𝘦𝘳𝘴𝘦𝘳𝘬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora