Demasiado amor

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⚠️ Advertencia ⚠️
Este capítulo cuenta con contenido inmoral e inapropiado para algunos que se verá de manera inapropiada. (Masturbación, penetración, sexo masculino) Si no es de tu agrado puedes retirarte, pero viendo que has llegado hasta aquí, espero y lo disfrutes~.


Oh, ¿Cómo describir esa noche? Era algo inquietante el intentar precisarlo. Yamada después de algunos cuantos días se había propuesto a que te invitar a los profesores a una ronda de bebidas. Logrando de ese modo que algunos accedieran y con ello comenzará un desastre qué los involucrara o terminaría siendo una de las fiestas más alucinantes que habría logrado hacer. Todos se divertía en la velada mientras reían y bromeaban, no siempre era bueno estar tan a la defensiva con todo el trabajo, a veces era mejor simplemente tomar un trago y sentarse con amigos.

Era realmente agradable para Yagi poder pasar tiempo con los que consideraba eran una familia para él. Podía escuchar sus risas y sus chistes sobre cualquier cosa que les llegara a la mente, eso era una convivencia pacífica y linda en una perspectiva que tenía Yagi sobre ellos.
Era algo tarde, llevaban unas dos horas y cuarenta minutos en aquel bar, tratando de sobrevivir a que Kayama -siendo la primera en haberse embriagado luego de unas copas- prácticamente les estaba intentando meter por la garganta otra de sus extrañas mezclas de licores que, o te hacían vomitar y desmayar por el asco que llegaban a causar en tu paladar ó te hacían estar increíblemente ebrio como para ni recordar quién eras y qué habías bebido.

Muchos se los profesores habían logrado sobrevivir a aquellos intentos de la Omega, por hacerlos beber una cuestionable mezcla qué había realizado en un momento en el que se habían descuidado. Mala suerte para Yagi, era un blanco fácil para qye en unos pocos segundos Kayama se encontrará obligando lo a beber su nueva poción maligna y ver si era tan letal como parecía. Pero en lugar de ello, Yagi estaba algo ebrio debido a la cantidad de alcohol que había ingerido. Aizawa se había ofrecido a llevarlo a su casa para evitar que se sintiera mal o le ocurriera algo durante el camino.

Habían llegado a la residencia de Yagi, se sentía algo mareado además de no sentirse muy incomodo. Aizawa lo dejo en su habitación recostado sobre el colchón, pero Yagi estaba un tanto extraño, lo pudo ver retorcerse un poco y tiraba un poco de su propia ropa. No comprendía que le sucedía, por lo que se sentía algo preocupado.

-¿Te encuentras bien, Yagi-San? ¿Necesitas algo?-. Pregunto Aizawa. Se podía notar que estaba algo confundido con lo que le ocurría al rubio.

Yagi retrocedió un poco en su cama, tratando de mantenerse un poco más lejos del azabache. Estaba respirando algo agitado y parecía bastante nervioso. Aizawa pudo detectar un olor fuerte que provenía de Yagi. Él estaba en celo.

Mierda, su periodo de celo se había adelantado una semana antes de lo necesario. Era malo, ¿Podía haber algo peor que estar en celo y tener delante a un Alfa? Si, podía ser peor pero no deseaba eso. Yagi se sentía atrapado, se sentía como una gacela qué había sido acorralada por un feroz guepardo, que en poco tiempo perdería la conducta y lo devoraría sin piedad alguna. No había manera de escapar.

Aizawa pudo sentir más fuerte el olor de Yagi, la miel estaba opacando el olor de las flores. No podía resistirse, se había tenido que soportar mucho tiempo aquella idea que parecía solo una ridícula ilusión egoísta y ahora lo tenía frente a sus ojos, pero no sería lo correcto, no quería que el rubio sufriera de ningún modo. Podía ver en la mirada de Yagi el miedo, aquellos ojos zafiros estaban cristalizados debido a las pequeñas lágrimas que no se permitían caer.

Aizawa se acercó lentamente al rubio, intentando no asustarlo o hacerlo sentir inseguro, más de lo que ya parecía. El olor de Yagi se volvía más fuerte mientras más se acercaba el pelinegro. Pero, Aizawa no continuó acercándose luego de estar cara a cara, no lo había tocado ni había mencionado nada. ¿Por que de repente no reaccionaba? Yagi estaba confundido, todavía estaba algo inquieto por el hecho de que su celo fuera más fuerte a lo que estaba acostumbrado.

Tú eres mí Omega, Toshinori Donde viven las historias. Descúbrelo ahora