Una canción, un personaje, una pequeña historia.
Dime la canción que más te gusta con tu amor platónico preferido y yo me encargo de asegurar una historia de tu agrado.
Múltiples Fandoms.
Únicamente pronombres masculinos.
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𝐍𝐄𝐊𝐎𝐌𝐀 ↻◁ || ▷ ↺
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Minseok estaba sentado en su lugar tomando notas sobre la clase. Era el número uno en todas las materias y no estaba dispuesto a bajar.
Muchos decían que era un obsesionado por tener el control sobre todas las cosas. (A pesar de que apenas había entrado a esta nueva preparatoria.)
Él era de Seoul pero debido al nuevo trabajo de su padre se mudaron a Tokio. Park, después de tomarse unas pastillas para poder calmar sus ansias acepto mudarse. Aún así no es como si tuviera alguna otra opción.
Muchos decían que él se había sacado la lotería. Era guapo y sobretodo muy inteligente, era la combinación perfecta.
Decían que él iba a ser un exitoso doctor pero ¿donde quedaba lo que él quería?
Su rostro estaba sereno, volteaba de vez en cuando a ver el pizarrón para verificar si el profesor no había anotado nada nuevo.
Fue sacado de sus pensamientos cuando un papelito perfectamente doblado fue dejado en su banca.
"¿Te interesaría ser manager del equipo de volleyball? Att: Kuroo"
Frunció el ceño e hizo bolita el papel. Aunque llevaba poco tiempo ahí ya tenía amigos, entre ellos a varios del equipo de volleyball.
Pero no estaba en sus planes volverse el manager del equipo.
El timbre sonó, cerro su cuaderno y guardo sus cosas pues tocaba el descanso.
Cuando iba de camino al patio se encontró con el chico medio japonés medio ruso.
— Oh, Minseok-san que piensas sobre convertirte en el manager de volleyball? — hablo Lev con una sonrisa.
— Eso no va a pasar Lev — contestó Park y siguió caminando.
Siguió caminando hasta llegar a un árbol que hacía una gran sombra. Se sentó apoyando su espalda en el tronco y empezó a hacer un trabajo que tenía pendiente.
No pasaron ni cinco minutos cuando llegó un chico teñido. — Minseok-san, me puedo quedar contigo — murmuró Kenma, mientras jugaba en su consola.
— Claro — murmuró Minseok. Levantó los cuadernos de su regazo pues sabía que a Kenma le gustaba poner su cabeza ahí y seguir jugando.
