001 Perséfone

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"Los dioses pueden ser crueles."

Perséfone. ¿Por qué tuviste que partir al plano de los mortales?

Se ha ido. Ella se había ido.

Los dioses miraban desde abajo el mundo mortal, sus favoritos eran los más alejados de las tierras sobrepobladas. La vieja valyria. Los únicos mortales que estaban más cerca de los dioses. Una de sus casas más cautivadoras habían sido los Caltigar, con sus raíces proviniendo de la misma sangre de Zeus.

A los dioses les gustaba jugar, veían a los habitantes de valyria como piezas en un tablero, les concedieron el don de las profecías, de soñar, de retrasar su final y revolver su camino a uno más voluminoso.

Daenys, hija del lord Aenar Targaryen, tuvo un sueño profético en el que vio la destrucción de valyria, por lo que la familia Targaryen y sus dragones partieron de sus tierras natales hacia un establecimiento que pronto sería llamado como "Dragonstone."

Ellos, junto a los velaryon y dos miembros inferiores de los Caltigar marcharon para construir su propio camino. Las noticias de que valyria había llegado a su lecho llegaron con el tiempo, las tres casas habían evitado su caída. Todo por el sueño de una niña.

En la era de los conquistadores, Aegon I tuvo una profecía, un sueño en el que los dioses pondrían a un enemigo que acabaría con todo Westeros. De su sangre vendría el príncipe prometido que evitaría la catástrofe.

Los dioses podían ser crueles. Pero a veces, no muchos compartían con tal insensibilidad. Y entre elloshubo una diosa menor, alejada de las tierras del Olimpo, fruto de una consumación entre Demeter y Zeus, Perséfone.

"¿Por qué hacerlos sufrir así?" Perséfone se hizo aquella pregunta un día en el que había logrado escaparse de las faldas de su madre.

"¿Por qué te preocupas por ellos? Los humanos son seres inferiores, no sucedería nada si un día dejan de existir mi señora.." Perséfone vio por encima de su hombro a la única Ninfa que pareció prestarle atención, el resto jugaban cerca del arrollo. Su respuesta hizo a la diosa suspirar, ellas eran la misma desgracia que los dioses.

Demeter se enteró de la partida de Perséfone en una noche donde todos dormían. Su grito se escuchó por los siete mares suplicando por su hija. Las flores se marchitaron y los tallos de los árboles se cortaban por las ventiscas, los mismos sentimientos de la diosa se unían con la tierra llevando una agonía al templo, todo por una madre deprimida que creyó que su hija había sido raptada por Hades.

Pero Perséfone solo anhelaba la libertad, ¿y por qué no de paso ver más allá de vista a los seres humanos? Escapó del plano ancestral y con la ayuda de Hades descendió hacia la tierra.

"Acóplate con ellos. Aparenta ser uno más, esconde tu divinidad y mantenla reprimida, solo así tu madre no sabrá dónde estás y querrá llevarte de vuelta al Olimpo."

"¿Cómo puedo hacer eso?" Perséfone nunca había estado tan lejos de casa. Sentía miedo al encontrarse con tanta soledad. Pero estaba cansada de sentirse enjaulada, aprisionada por Demeter.

"Los Targaryen gobiernan estas tierras, según escuché ¿por qué no mezclarte con ellos? Su fuego quema como la fuerza de los dioses. Solo así podrás disfrutar de tus raíces sin olvidar quién eres."

"Renace como una princesa dragón." Fueron las últimas palabras de Hades antes de marcharse de vuelta al inframundo. Perséfone miró a los lejos el viejo castillo, la fortaleza de los dragones. Una idea surgió después de eso, sí planeaba quedarse en este plano mortal, nacería como una nueva versión de ella.


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