|13|

24 6 0
                                    

↢ ❦ ↣

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

↢ ❦ ↣

Mi corazón latía velozmente contra mi pecho, amenazando con salirse.

—Yo...Isaac no... —me puse de pie, dando pasos hacia atrás tomando una larga distancia entre nosotros.

—Ruth.

La voz de Darío me hizo sobresaltarme, estaba justamente del otro lado de mi puerta, me quedé inmóvil por unos segundos, no tenía ni idea de lo que estaba apunto de pasar.

«Piensa Ruth, piensa, piensa...»

—Metete al baño. —le susurre a Isaac, que se había quedado inmóvil sin saber qué hacer— Ve, ¿Qué esperas? —lo empuje hasta la puerta y tras un momento de dudarlo entró, cerrando cuidadosamente la puerta.

—Ruth, ¿Todo bien?

Respire profundo y me encamine directo a abrirle la puerta a mi hermano. Estaba de brazos cruzados, y su ceño un poco fruncido. Llevaba su pantalón de pijama y una playera de conjunto color azul marina, el cabello lo tenía despeinado y había un poco de labial rojo intenso sobre su boca y todo su cuello.

—¿Qué tanto hacías? —exclamó al momento que se introducía en mi cuarto.

—Oh... solo buscaba algo que leer. —señalé a mi pequeño librero en la esquina— Creo que necesito más libros. —me encogí de brazos.

—Ajam... —se giró sobre su pies para verme de frente— Algo raro pasa contigo, ¿Me dirás que es?, ¿Oh quieres que comience a deducirlo yo mismo? —ladeo ligeramente su cabeza al tiempo que una de sus cejas se alzaba.

—No me ocurre nada.

—¿Pasó algo con Isaac? —su pregunta altero cada uno de mis nervios— ¿El día que estuvo aquí contigo? —sus ojos se entornaron, en busca de algún acto que me delatara.

Respire profundo, y trate de tranquilizarme, no quería que se diera cuenta que estaba nerviosa, porque de tan solo pensar que Isaac se encontraba del otro lado de la puerta que daba al baño las manos me comenzaban a sudar de una forma exagerada.

—No, no pasó nada. —me senté sobre mi cama— ¿Por qué la pregunta?

—Me pareció ver a Isaac un poco apresurado ese día —pasó el dedo por el borde de mi escritorio—, parecía que huía de algo, como si de un niño pequeño se tratara después de hacer una gran travesura.

Hizo una mueca rara, y luego su rostro parecía estar recordando algo, volvió la vista a mí, solo esperaba que no se diera cuenta que mi corazón latía demasiado rápido, tenía la extraña sensación de que podía escuchar sus latidos tan fuertes como yo los escuchaba en mis oídos.

—Y luego tú —añadió—, has estado tan rara, como si hubieras caído nuevamente en...

—No es eso. —me puse de pie— Yo estoy bien.

¿Por qué tenías que irte?  #01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora