『 DAD 』
2 de abril, 2018
Buck había tenido un mal día.
Dejar a su novia en el aeropuerto sin la certeza de cuando volvería o lo que sucedería en su relación le había dejado un mal sabor de boca. Abby era el amor de su vida, estaba dispuesto a esperarle el tiempo que fuera necesario, pero la ansiedad y su miedo al abandono estaban presentes.
Quería llegar al departamento de la rubia, recostarse en la cama ajena y dormir solo para despertar y darse cuenta de que todo era un mal sueño. Con esos hermosos ojos azules observándolo por la mañana deseándole los buenos días esperándolo para poder ir al trabajo.
Soñar era gratis. Evan se dio cuenta de eso cuando vio a una mujer de cabellos negros y ojos marrones en su puerta, toda intención que tenía de descansar se esfumó cuando reconoció a uno de los tantos fantasmas que pertenecían a su pasado.
Abigail Jones.
Esa mujer que en algún momento pensó era la indicada, por la cual casi deja su vida de "Don Juan", y con quién había planeado un futuro que incluía una familia y todas esas cosas que siempre había deseado. Todo eso había sido desechado cuando la chica desapareció solo para que ahora reapareciera en su puerta.
Había conocido a la pelinegra en un bar a altas horas de la noche, los dos terminaron en la casa de la muchacha y pasaron una de las tantas noches acaloradas a las que acostumbraba. Pensó que sería una noche como cualquier otra cuando Jones beso sus labios y se levantó para preparar el desayuno.
La química era innegable, intercambiaron números y salieron en muchas citas románticas. Evan amaba hablar sobre planes a futuro: boda, una casa y familia. Abigail parecía tenerle miedo a todo eso y huyó.
—Evan—la mujer se dio la vuelta dejando ver a una pequeña bebé de no más de dos meses—Necesitamos hablar.
—Abigail, ¿que está pasando?—la mujer había dejado una pañalera en la mesa del departamento y arrullaba a la bebé esperando que no despertará.
—Ella es Evangeline, la razón por la que me fuí—esas palabras le habían dado a entender que la pequeña era producto de un engaño que hubo durante su relación, se sintió herido sin entender porque estaba aquí—Es tuya Evan, es tu hija.
Un balde de agua fría. No había manera de que esa bebé fuera suya, y si lo fuera, ¿por qué se había ido? No había razón para temer porque las últimas semanas fueron él explicando que quería formar una familia.