MIA
El bar del hotel de cinco estrellas en el centro de la ciudad estaba lleno de luces suaves y murmullos discretos. El ambiente lujoso contrastaba con la tensión que sentía en mi interior. Uso un vestido rojo llamativo y seductor, diseñado para atraer miradas y, al mismo tiempo, para distraerlas de mis verdaderas intenciones. Me senté en un sofá de terciopelo, sosteniendo una copa de licor en mi mano, esperando la aparición del informante, Marco.
El reloj en la pared marcaba las ocho y cincuenta y cinco. Cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad. Recordé las palabras de Alessandro: "La luna brilla más en la oscuridad." Era la contraseña que debía usar para identificarme. La repetí mentalmente, asegurándome de no olvidarla.
El bar estaba lleno de gente bien vestida, conversaciones en voz baja y risas contenidas. Observé a las personas a mi alrededor, tratando de identificar a alguien que pudiera ser Marco. Mis ojos recorrían la habitación, buscando cualquier señal de reconocimiento. La ansiedad crecía con cada segundo que pasaba.
Bebí un sorbo de mi licor, dejando que el sabor fuerte y cálido me calmara un poco. A pesar de la fachada confiada que mostraba, mi corazón latía con fuerza. Sabía que esta misión era más delicada y peligrosa que la anterior, y cualquier error podía tener consecuencias graves.
A las nueve en punto, la puerta del bar se abrió y un hombre entró. Alto, con cabello oscuro y traje impecable, sus ojos recorrieron el lugar antes de dirigirse directamente hacia mí. Sentí un nudo en el estómago cuando nuestras miradas se cruzaron. Sabía que era él, Marco.
Lo veo acercarse con paso firme y seguro, deteniéndose frente a mi mesa.
—¿Puedo sentarme? —preguntó aquel hombre desconocido con una sonrisa—.
—Claro, adelante —dije, mientras sentí. Intentando mantener la calma—.
Se sentó frente a mí, sus ojos estudiándome detenidamente. Sentí la urgencia de decir la contraseña, de romper el hielo y confirmar nuestra conexión. Respiré hondo y, con voz firme, dije: "La luna brilla más en la oscuridad."
Marco asintió ligeramente, su expresión relajándose un poco.
—Así es —respondió él, en un tono bajo—. Tengo algo para ti.
Él deslizó un maletín negro debajo de la mesa, asegurándose de que nadie más pudiera verlo. El momento de la verdad había llegado. Mantuve la compostura, recordando las instrucciones de Alessandro. Tenía que ser rápida y eficiente, sin levantar sospechas.
—Gracias —dije, mi voz sonaba menos tensa que antes. Tomando el maletín y colocándolo discretamente a mi lado—. Espero que tu viaje haya sido seguro.
Lo veo asentir, su mirada ahora es vagamente curiosa.
—Siempre es un placer trabajar con profesionales —agrego Marco. Dedicándome una sonrisa que me relaja—. ¿Tienes alguna pregunta antes de que me retire?.
Negué con la cabeza.
—No, todo está claro —le digo, en mi voz se expresa la gratitud— Gracias por la entrega.
Él sonrió de nuevo, esta vez un poco más genuinamente.
—Cuídate, Mia —se despide Marco, su voz suena cordial—.
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La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...