ALESSANDRO
Me encuentro en la recepción del hospital, entregando el pago de la cirugía a una enfermera. El proceso es rápido, aunque mi mente sigue en la habitación donde Mia y su madre están esperando a que señor Tadeo despierte. Siento una mezcla de alivio y cansancio, pero también la determinación de hacer lo correcto por mi esposa.
Mientras estoy firmando algunos documentos, veo a la señora Sara acercarse. Al principio, se queda en silencio, observándome con una expresión difícil de descifrar. Finalmente, rompe el silencio.
—Gracias, Alessandro —dice Sara con voz suave, aunque todavía se nota cierta reticencia en su tono—. Aún no te he aceptado del todo, pero he visto cómo cuidas de mi hija. Eso significa mucho para mí.
Asiento, entendiendo que las palabras de agradecimiento no son fáciles para ella.
—Gracias, Sara. Mia es lo más importante para mí. Haría cualquier cosa por ella.
Sara respira hondo, como si estuviera tomando coraje para lo que viene.
—Mi esposo, Tadeo, ya está despierto. Quiere hablar contigo a solas.
La sorpresa se mezcla con una ligera aprensión. No puedo negar que la relación con Tadeo ha sido tensa, por decir lo menos. Aún así, sé que esta conversación es inevitable.
—Está bien, iré a verlo ahora —respondo, intentando mantener mi voz firme—.
Camino hacia la habitación del Señor Tadeo con una mezcla de pensamientos y emociones. La puerta está entreabierta, y cuando entro, lo veo acostado en la cama, aún conectado a varios monitores. Su mirada es seria, pero hay algo diferente en sus ojos, quizás un rastro de la vulnerabilidad que la situación ha provocado.
—Hola, Señor Fendrel —digo, cerrando la puerta detrás de mí—.
—Alessandro —responde Tadeo, su voz un poco ronca pero firme—. Siéntate.
Me siento en una silla junto a la cama, esperando a que él inicie la conversación.
—No sé cómo agradecerte, en verdad pagaste mi cirugía, no solo eso hiciste, cuidaste de mi esposa durante mi ausencia —comienza, sin rodeos—.
—Lo hice por Mia. —respondo honestamente—. No podía soportar verla tan angustiada.
El señor Fendrel asiente lentamente, como si estuviera evaluando mis palabras.
—Mira, Alessandro, he sido muy duro contigo. No me gustó la idea de que Mia se casara sin decirnos nada, y aún no estoy seguro de qué pensar de ti.
—Lo entiendo —digo, manteniendo mi mirada fija en la suya—. Sé que no ha sido fácil para ustedes. Solo quiero que sepan que Mia es mi vida. Haré lo que sea necesario para protegerla y hacerla feliz.
El Señor Tadeo suspira, y durante un momento, el silencio llena la habitación. Luego, su expresión se suaviza un poco.
—Mi mayor preocupación siempre ha sido el bienestar de mi hija. Si realmente la amas y estás dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, entonces... quizás merezcas una oportunidad.
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La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...