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En la penumbra de un día gris,
donde las sombras cantaban sin fin,
caminaba solo, sin rumbo ni paz,
con el alma rota, sin más.

Las horas pasaban como un tormento,
cada suspiro era un lamento,
los colores del mundo se desvanecían,
en un mar de lágrimas se perdían.

Mis fuerzas flaqueaban, mi voz enmudecía,
en la oscuridad, mi esperanza moría.
La vida era un laberinto sin salida,
un dolor constante, una herida viva.

Pero entonces, en medio de la noche sombría,
apareciste tú, como un rayo de alegría
Tus ojos brillaban con luz celestial,
y tu sonrisa, un bálsamo angelical.

Tomaste mi mano con suavidad,
y en tu abrazo hallé serenidad.
Cada palabra tuya, un susurro divino,
me devolvía el aliento, el camino.

Tus pasos guiaron los míos perdidos,
llenaste de esperanza mis días vacíos.
Eras un faro en la tempestad,
una estrella en la inmensidad.

Ahora, el sol brilla con fuerza en el cielo,
las flores renacen en mi suelo.
Eres mi salvadora, mi razón de ser,
mi puerto seguro, mi amanecer.

Gracias por llegar cuando todo era gris,
por darme la fuerza, por hacerme feliz.
En tus brazos encontré mi redención,
eres mi vida, mi salvación.

-Val

Cartas De Una Poeta EnamoradaWhere stories live. Discover now