Capítulo 10

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Regresé al vestidor para vestirme nuevamente y poder salir a pagar el bikini. Me puse la ropa interior, luego la camiseta de cuello pico, que se había arrugado un poco, y finalmente la falda vaquera.

Al salir, veo como esta vez la dependienta sí se encontraba fuera esperando junto a Luka.

—¿Cuál eligió al final? —pregunta ella curiosamente.

—Este —digo señalando la prenda.

—Sin duda, una grandísima elección. Pues venid conmigo, que enseguida os cobro.

En ese momento nos dirigimos a la caja, dónde la chica le preguntó a Luka:

—¿Con tarjeta, verdad?

Y él asintió la cabeza.

En el momento que el datáfono marcó la cantidad de dinero que valía el miserable bañador, pensé que me caía al suelo.

¡¿375€, por un maldito bikini?!

Madre mía...

¿Sabía esta gente todo lo que se podía hacer con ese dinero? Porque yo sí que lo sabía y les puedo asegurar que se pueden hacer muchas cosas.

Claro que no quiero engañar a nadie, al entrar sabía perfectamente que no iba a permitirme ninguna de esas prendas, y más sabiendo que tenían un jet privado a su disposición. Mis bañadores como mucho podían costar veinte euros, pero como muchísimo.

Mientras mi cabeza maquinaba todas estas cosas, la dependienta, con profesionalismo impecable, envolvió cuidadosamente el bikini en un delicado papel de seda antes de colocarlo en una bolsa de diseño. La bolsa era de un elegante color marfil, con asas de cinta de raso a juego y el logo de la boutique estampado en dorado brillante.

—Aquí tienes, querida. Espero que lo disfrutes.

—Gracias —dije, tomando la bolsa.

Una vez fuera, Luke y yo nos encontrábamos completamente callados.

Pero ni una sola triste palabra.

—Ele, déjame la bolsa, que así la guardo en el maletero —me pide Josh y a su vez le hago caso.

Me abre la puerta, y justo en la otra, entraba Luka. Aún me sentía por poco aturdida por el precio del bikini, cuando Luka me habla:

—No te preocupes por el precio, Gisele. Es un regalo como disculpa —dice con una sonrisa tranquilizadora mientras se acomodaba en el asiento.

—Gracias, Luka. No sé qué decir —respondí, realmente agradecida.

Mientras que estábamos con el coche en marcha, él y yo volvimos a la misma normalidad de hace media hora.

Así que, para hablar de algo, le conté mi reciente mudanza y la razón por la que estoy aquí: el trabajo de mi madre.

Y diez minutos más tarde, ya entrábamos en un barrio bastante lujoso. Las mansiones se alineaban a ambos lados de la calle, cada una con un tamaño extravagante y jardines perfectamente cuidados. Los caminos de entrada estaban bordeados de flores coloridas y arbustos esculpidos con precisión. Los coches lujosos, relucientes bajo la luz del sol, descansaban en las entradas, y se percibía un ambiente de tranquilidad y exclusividad en el aire.

Cuando el coche parecía frenar, me fijé en la enorme casa que había delante. No destacaba por su estilo, en comparación a otras por las que habíamos pasado durante el trayecto. Ya que las otras cultivaban estilos más románticos, en cambio esta era realmente moderna.

Era muy bonita. Tenía dos pisos, unos grandes ventanales en los que se reflejaba la luz, una fachada de color blanco y sobre todo, un gran jardín.

Ya a unos cuantos metros de distancia, se podía escuchar bastante jaleo y música.

Susurros De Amor En Un Lago AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora