Piernas - KiKasa

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Negras, hasta las rodillas, suaves, 80% algodón y 20% nailon. Así eran las medias del senpai que lo había enamorado.

Las traía puestas el día que entró al club, en el que se presentó arrogante ante los demás solo por haber sido parte del equipo de Teiko. Donde alardeó de su habilidad y como una simple edad no lo iba a obligar a darle respeto a alguien. Donde él, Kise Ryōta, demostraba la clase de jugadores que eran los de la Generación Milagrosa.

Ese lugar donde Kasamatsu Yukio, bajo el atardecer que se asomaba curioso por los ventanales del gimnasio y bañaba en su anaranjada luz los orbes celestes del mayor, le advertía que la escuela a la que se inscribió se manejaba por jerarquías que demostraban todos los esfuerzos que hacían los superiores y que si había algún problema con que él fuera el capitán.

Kise no contestó en su momento. Ahora pensaba que sí, sí lo había.

Ese fue el primero de muchos golpes por parte del azabache a su persona. No eran solo a puño cerrado, también había manotazos y coscorrones. Sin embargo, las patadas siempre fueron sus favoritas.

Y en un principio no entendía por qué si eran las que más dolía, Kasamatsu tenía una fuerza increíble en ambas piernas. Se sorprendió mucho cuando Kobori le contó que no hacía algún ejercicio especial para fortalecerlas.

Era fuerza bruta esperando ser pulida.

Con el tiempo fue cayendo en cuenta que la emoción en su pecho cuando veía a su senpai se debía a que cayó estúpidamente enamorado de él. Kasamatsu era un hombre ejemplar. Educado, fuerte, varonil, atractivo en demasía. Kise era el modelo en Kaijō y aun así era él quien se derretía por la belleza masculina del capitán.

Y ese era el problema de que fuera su capitán, por que lo tenía a sus pies, literalmente.

Le encantaba que cada que lo veía sus gruesas cejas se arrugaban en fastidio, que sus labios se fruncían en molestia cuando decía tonterías o que su barbilla se alzara para ignorarlo cuando lo veía acercarse a él.

Kasamatsu Yukio era perfecto, como su cuerpo.

Después de que se dio cuenta de su amor por el capitán, Kise comenzó a verlo mucho más. Notaba que los brazos de Yukio estaban trabajados sin dejar de ser delicados, que se depilaba las axilas debido al uso de camisas sin mangas para entrenar, que sus dedos estaban algo ásperos, que era bueno en matemáticas y que formaba parte del club disciplinario—perfecto para él—.

También se encontró con la razón de que sus golpes favoritos eran las patadas.

Las piernas de su senpai eran esbeltas y fornidas. A diferencia de muchos chicos del instituto, incluyéndose a él, Kasamatsu tenía las piernas más lindas del equipo. Lindas en el sentido masculino, por supuesto.

Aunque le pesaría verlo usar una falda.

Kasamatsu tenía la costumbre de usar calcetas de presión cuando entrenaban. Era para evitar lesiones y cansarse menos, o eso le contestó al rubio cuando este preguntó. A Kasamatsu pareció ignorar la hambrienta mirada que le daba Kise cuando hizo esa pregunta.

Y es que se preguntaba qué se sentiría tocarlas.

Hasta que se volvieron novios lo supo.

Kise tomó el valor de decláresele a su senpai un día, después de que Kobori y Nakamura los dejaran solos en el gimnasio tras un arduo entrenamiento. Y, como todos los días, se quedó a su lado entrenando un poco más. Admiraba todo el empeño que el chico le ponía al club, lo admiraba por eso y ser el pilar que mantenía al equipo unido. Por eso se quedaba con él.

Fetishism: ΩDonde viven las historias. Descúbrelo ahora