¿Cuánto tiempo había pasado ya desde que Miyaji se acercó y jugueteó con su cabello? No lo sabe, perdió la noción al igual que su mirada en el círculo que rodeaba al azabache.
Miyaji se había acercado a Takao para hacer el obvio comentario de que este se cortó el cabello. Él, Midorima, también lo notó desde la primera clase del día. De hecho, la noche anterior el mismísimo Takao le avisó por teléfono que se realizaría un corte antes de la escuela por que ya lo traía muy largo, casi rozándole los hombros.
Y eso a Midorima le parecía perfecto, que así se quedara.
El Miyaji menor, Yūya, se le unió a su hermano en la plática, denotando que con el reciente corte del menor su cuello estaba más expuesto, que si eso no le daría más frío cuando llegara el invierno.
Y Midorima pensó que eso, a su senpai, no le interesa.
Escuchó a Takao responder que con una bufanda era suficiente, pero que el cabello demasiado largo le incomodaba y que, si se lo dejaba muy corto, como recomendaba el recién llegado Ōtsubo, no se sentía él mismo.
Midorima, a lo lejos, confirmaba en silencio.
Cuando él conoció a Takao, en sus primeros años de preparatoria, se preguntó lo mismo que el capitán. ¿Por qué se dejaba crecer el cabello a tal punto que a veces era necesario el uso de una diadema? Le recordaba a Murasakibara y lo molesto que era verlo jugar con el cabello en la cara.
Más de una vez le dijo que lo cortara y Takao respondía lo mismo: tal y como lo tenía le parecía perfecto, pues era su esencia y así le gustaba.
Midorima dejó de insistir al mismo tiempo que comenzó a darse cuenta que el azabache siempre estaba frente a él. Cuando empezó a prestarle más atención a la piel de su cuello, donde un par de lugares distanciados descansaban. ¿Siempre habían estado ahí?
Todas las veces que Takao se le adelantaba y, cómodamente, se ponía a platicar con otras personas dándole la espalda Midorima se encargaba de contar esos dos lunares a ver si uno nuevo había nacido. Con el cabello de Takao el cuello estaba expuesto y toda la bronceada piel estaba a su disposición.
Dos lunares en la parte de posterior y uno en el costado derecho era lo único que se encontró, pero seguía viéndola de vez en cuando. Una vez Kise lo atrapó, y obviamente lo negó.
Cuando Takao se ponía frente a él para molestarlo o burlarse, Midorima se tomaba el lujo de observarle el cuello desde el frente. Era vergonzoso aceptar que tuvo que pasar saliva cuando vio la manzana de Adam contornearse mientras su compañero argumentaba lo tsundere que era.
¿Y cómo no ser tsundere? Si, aunque tuvo ganas de pasar la lengua por encima y morderla ligeramente, se volteó y le dejó hablando solo. Takao le siguió riendo después, como siempre.
A Takao le encantaba usar el cabello rozándole la parte superior de las orejas, y él sería el primero que defendería ese gusto.
Por eso estaba así de furioso cuando Miyaji, groseramente, acarició el cuello de su kohai expresando lo suave de la piel.
Midorima se pone celoso, porque lo sabe.
Hacía algunos meses que él y Takao empezaron a salir gracias a la confesión del base. No se iba a hacer más tonto, estaba enamorado de ese idiota que además de burlarse y reírse de él lo apoyaba incondicionalmente. Que le hacía salirse de su personalidad recta y seria para a veces reírse cómplice o preocuparse de su bienestar.
Takao lo tenía en sus manos.
Y desde que se volvieron novios solo tenido besos castos y uno que otro agarrón de manos. Estaba bien que así fuera, no lo presionaría haciendo cosas que no quería. Pero Midorima era un hombre, un joven con hormonas.
ESTÁS LEYENDO
Fetishism: Ω
FanfictionComportamiento en el que alguien muestra interés sexual en un objeto o en una parte del cuerpo distinta de los órganos sexuales. Serie de OneShots donde los dominantes explican qué les atrae de sus parejas. Segunda parte de Fetishism. [KagaKuro] [K...