prologue: gentle hands

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PRÓLOGO
brutus, the god and his creation

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❝ I started a joke which started the whole world crying
But I didn't see that the joke was on me, oh no ❞

Lleva el nombre de una gran mujer muerta hace mucho tiempo.

Livia

Irónicamente, su madre muere en el mismo instante en que ella respira. Es su padre quien la recibe y besa su piel rosada. Ella no lo sabe pero él también llora. Gotas agridulces de agua.

—¿Qué le pasa en el pelo? —Su padre pregunta a la enfermera.

Dicen que es diferente, que no tiene suficiente melanina ni empatía.

La recién nacida no se parece a ninguno de sus padres. Donde ellos eran oscuros, ella es rubia. Donde sus padres tenían los ojos cobrizos, ella los tiene azules.

Su abuelo se alegra y la hace girar por la habitación.

—Tiene la mirada de Rodman—susurra, con el olvido en los ojos mientras sostiene a la niña de extraña coloración. Lleva un manto de miseria, olvidándose de todo y de nada. Dicen que es una causa perdida. —Livia Rodman.

Los días pasan y Livia crece, una pequeña luz en los sombríos pasillos de la casa de los Rodman. La casa, antaño llena de calidez y risas, soporta ahora el peso de la ausencia de su madre. Su padre, Will, hace todo lo posible por criarla, pero él también lleva la carga de la pena, su corazón es una mezcla de amor por su hija y dolor por su esposa perdida.

Will observa cómo las diferencias de Livia se acentúan. Su pelo, de un rubio blanquecino, parece brillar en la penumbra, y sus ojos, de un azul penetrante, tienen una intensidad que inquieta a quienes los miran demasiado tiempo. Los susurros se arremolinan a su alrededor como las hojas del otoño, historias de chicas desafortunadas, de una Livia muerta hace mucho tiempo que una vez trajo fortuna y ruina a Roma como esposa del emperador Augusto.

A pesar de los murmullos, el abuelo de Livia sigue siendo su firme defensor. Él ve en ella el renacimiento de algo precioso, una segunda oportunidad tal vez, o una señal de que la familia Rodman está destinada a algo extraordinario. Se pasa horas contando historias del pasado, de la primera Livia, una mujer fuerte y misteriosa, cuyo legado ha sido tergiversado por el tiempo y las malas interpretaciones.

A medida que Livia crece, se da cuenta del peso de su apellido y de las expectativas que conlleva. Percibe la mezcla de preocupación y asombro en los ojos de su padre, la forma en que sus compañeros la miran cuando creen que no está mirando. Ella sabe que la consideran inteligente, incluso brillante.

Entonces, un día, un chico se burla de su pelo.

—¡Fenómeno! —Él la llama.

Se abalanza sobre él y le araña la cara hasta que sangra. No se siente culpable.

BRUTUS | CésarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora