capítulo 9

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Disculpen tardar tanto en actualizar como recompensa dos capítulos 🎉
Este es el primero

Liris

Me dispuse a trabajar en el discurso de anuncio de la asociación, pero todavía tenía en mente el abrazo con Alexander.

Estaba ensimismada cuando Marta apareció.

— Mi bella jefa, felicitaciones, ya sé que todo salió bien.

— Gracias, Martica, ahora trabajo en el anuncio.

— Muy bien, te dejo para que te concentres.

Dos horas me tomó, pero finalmente lo terminé.

Golpearon la puerta de mi oficina.

— Pase.

—Buenas tardes, quería pasar a saludar

— Celeste. ¿Cómo está?

— Bastante bien, solo vine a firmar unos documentos, estoy esperando al abogado para pasar con Alexander.

—¿Abogado?Disculpe mi curiosidad - justifique rápidamente.

-—Nos vamos a divorciar.

— Lo siento — expresé, pero la verdad no sabía qué decir y mucho menos qué sentir.

— No lo hagas, esto duró mucho, pero solo por razones económicas y tácticas. Entre nosotros nunca ha pasado nada. Nada de nada, nadita - Sonrió.

— Tú misma lo dijiste, fue mucho tiempo.

— ¿Qué dices? Ni siquiera usamos las alianzas, ¿no te has fijado?

Sí me fijé, pero no quería hacerme ilusiones en el tema. Me quedé callada.

— Te diré algo, no es el tiempo, es la persona y es lo que tu corazón decida. Debo decir que tengo una relación con un muchacho, bueno, relación como tal no, porque estaba casada. Espero que ahora sí pueda vivir mi amor — esto último lo dijo con un toque de melancolía.

— Estoy segura de que sí, no la conozco mucho, pero mereces ser feliz.

— Tú y Alexander también — me guiñó un ojo.

—No, eso no.

—¡Celeste! ¡El abogado está aquí, pasa! — esa fue la voz del ogro.

— Bueno, tengo asuntos que cerrar. Espero que sigas a tu corazón. Estuvieron mucho tiempo separados— bufé

Se paró y se fue como uno de esos sabios de las pelis que te dan consejos en forma de acertijo.

Aún mi cabeza era un lío cuando entró Bibiana.

—Esa era la señora Celeste, seguro vino por su caja de maquillaje.

—¿Caja de maquillaje?

— Sí, se la enviaron al señor Dex para ella. Con las palabras de Biviana, las esperanzas encontradas en las de Celeste se desmoronaron como un castillo de naipes y dieron paso a la decepción y el dolor.

Debí suponerlo, yo nunca fui su opción.

Mientras tanto.

Alexander firmaba el trato con el señor Gen, lo cual marcaba el inicio de muchas cosas y el fin de otras.

Desde que inicié las negociaciones, comencé los trámites de divorcio y lo hablé con Celeste, quien estuvo de acuerdo y también quería su libertad. Solo tenía que asegurar la sociedad y las acciones para firmar.

— Bueno, como todo fue mutuo acuerdo y ya tenía los papeles, solo lean y firmen — habló en mi oficina el abogado Soto.

— Por mí está bien — Celeste terminó de leer el contrato.

— Perfecto — así firmé mi pase para poder reconquistar al amor de mi vida.

— Bueno, si todo está, es entregarlo para oficializar la disolución del matrimonio — Soto guardaba los papeles en su portafolio.

—Gracias — me puse de pie para acompañarlo a la salida.

— Espero que ambos podamos reconstruir la vida que queremos.

— Yo también, Celeste, yo también.

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