5| 𝘾𝙖𝙡𝙡𝙚𝙟𝙤𝙣 𝙨𝙞𝙣 𝙨𝙖𝙡𝙞𝙙𝙖

31 2 0
                                    




Mientras me tumbaba en la cama mi teléfono vibró, una llamada. No tenía el nombre agregado, pero no tenía dudas sobre quién podría ser; Christopher.

— ¿Belle? — su voz sonaba al otro lado.
— Sí, Christopher. Soy yo.— reí por lo bajo al escucharle.
— He conseguido una de las cosas que te he pedido. ¿Cuándo conseguiré la otra?— musitó con ímpetu.
— Christopher están cerca las regionales y tengo que trabajar. Te recuerdo que serás mi jefe.— Le recordé sonriendo.
— Puedo esperarte, y el hecho de ser el sobrino de el dueño no asegura que vaya a ser el dueño. Aunque puede, te enteras de todo belle.
— Tengo oídos en todas partes— reí.
— ¿Qué hay de ti? No sé nada de ti que no sepas tú de mí.—
— ¿Qué quieres saber y por qué?— Dije ansiosa.
— Creo que me merezco saber algo, por más mínimo que sea.—
— Y yo creo que tienes razón, pregúntame y te contestaré.— Sonreí.
— ¿Por qué patinas?— Por un momento esa pregunta recorrió todos mis sentidos y recuerdos; tardé en contestar.— ¿Belle, estás ahí?
— Patino por mi madre, no por gusto ni admiración. Yo la admiraba pero no admiro el hecho de patinar por ella. Supongo que patinar es mi razón de vivir, patinar me hace vivir.— Suspiré.
— Me gusta eso de ti.— sonreí al oírle.—

Estuvimos hablando durante un rato hasta que llegara a casa, descubrí su relación con su familia y yo le hablé poco sobre mi padre. Parecía buena persona, aunque teníamos una opinión diferente sobre el hockey me pareció un poco egocéntrico. Por la mañana, Jonathan en mi último turno me había dicho que me acompañaría a entrenar como antes. Eso me revolvía el estómago, estaba intentando congelar todo lo que llegue a sentir por él. Mi madre me explicó que el amor se puede congelar, nunca desaparece, se congela. Supongo que a mí me costaba congelarlo del todo, siempre había una grieta que el solo podía derretir, pero necesitaba congelarla, para siempre.

Estaba llegando a la pista con un jersey y unas mallas, en la mano llevaba los patines. Le pasé la mano pensando en mi madre y sin darme cuenta ya estaba dentro de la pista, dejé mis cosas y unas manos taparon mis ojos, era John. Reí y él también, estaba con una chaqueta de cuero. Siempre vestía así, y unos vaqueros y botas. Él no sabía patinar, se supondría a verme patinar, eso también me ponía nerviosa, pero no tanto.

— John, ¿no sabes de qué otra cosa vestir que no sea de cuero?— reí y entré a la pista, las piernas me transmitían escalofríos. Empecé a patinar, di unas vueltas a la pista para calentar, hace días me dolía el tobillo y no podía sufrir ningún esguince. No ahora.
— Yo sé que te encanta, Chloè.— Me miró mientras se recostaba sobre la pared que separaba dentro de fuera de la pista.
— No te flipes.— Seguí patinando.

Estuvimos charlando sobre el trabajo, me dijo que no le caía muy bien Christopher. Me mosqueé, pero intenté ocultarlo.

— A mi me cae muy bien, es majo.— Sonreí.
— No debería, no me da buena espina.— Musitó mientras apretaba la mandíbula.
— Pues por lo que le conozco es muy majo, me llevo muy bien con él, o eso creo.— Sonreí mientras daba vueltas sobre mi misma.— Es buena persona.
— Lo conoces demasiado, ¿no? — Apretó las manos en un puño.
— Sí, te lo he dicho.— Me acerqué a beber algo.
— No quiero que te pase nada con él, ¿vale?— Me miró y asintió.
— Estaré bien.— Intenté evadir y no darle vueltas a su preocupación, congelar.— ¿Por qué te preocupas tanto?
— Solo intento ser amable, como cuando lo de tu madre...— No le deje acabar la frase.
— Si, lo sé. Gracias, pero ya no necesito tu ayuda.— Intenté responder rápido.
— Vamos siempre nos hemos ayudado, ¿por qué ya no puedo?— Insistió.
— Ya no necesito tu ayuda, ¿debo recordarte que me dejaste tirada en aquel entonces?— Paré y le miré.
— Vamos Chloè, no sentía lo mismo.—
— Por eso mismo jamás volveré a necesitar tu ayuda.— Sé cuidarme sola, con o sin ti. Jamás te he necesitado.
Jamás Jonathan.— Me dolía la cabeza y salí. Llevábamos como una hora entrenando.
— Chloè, deberías apreciar que la gente aunque no te ame sigue estando a tu lado, por qué te quiere. Amar y querer no es lo mismo.— Me cogió del brazo, obligándome a mirarlo.
— Pero el hecho de que estés ahora conmigo no me obliga a amarte. Yo ya te amé Jonathan, no sirve ahora que me ames, yo ya no te amo. Me ayudaste con lo de mi madre y te estaré agradecida, pero me dolió más que fingieses sentir algo por mi.— Me solté de su agarre y empecé a desatarme los patines.
— Chloè jamás te he hechado en cara el hecho de haber estado allí, no tienes que agradecerme nada. Pero estoy segura de que tú madre ha debido de enseñarte a dar segundas oportunidades. No es mi problema que sientas la culpa de su muerte...— Me levanté con lágrimas en los ojos.
— Jamás vuelvas a poner a mi madre en tu boca, no sabes nada de ella. Nada Jonathan.

Salí rápido de allí, con lágrimas en los ojos. Le escuché gritar mi nombre, pero yo ya había salido y estaba yendo a la parada. Me dolía el pecho y mi madre parecía gritarme desde el fondo de mi cabeza, esperé un rato mientras llamaba a Hazel; ella era la única con la que compartía mi dolor. No podía hacerlo con mi padre por qué sabía que siempre me diría la misma respuesta y yo no quiero la misma respuesta. No me cogía las llamada y le dejé algunos mensajes, en eso llegó el bus y con suerte me senté en el fondo. Intenté no dormirme y limpiar mis lágrimas cogiendo algo de aire, sabía que no era buena idea estar con Jonathan. Nuestra relación se rompía, y yo ya estaba congelada.

Desde que empezamos a trabajar juntos siempre nos habíamos tenido la suficiente confianza como para decirnos si nos sentíamos bien o no, eso me creaba confort entre nosotros. Pero eso se fue intensificando con el tiempo, con los turnos, con las noches. Las estrellas brillaban igual que mis ojos al verle, las sonrisas eran con intención y el tacto. El más mínimo roce creaba incertidumbre y una lluvia de preguntas que jamás pudieron ser contestadas. Desde aquella noche, en la que nos abrazamos bajo el mar de las estrellas mi corazón ardía de amor, pero no acabó bien;
Mi madre murió y yo morí con ella. Decidí que la última persona que pudiera salvarme en sus brazos fuese él, pero su corazón le pertenecía a otra persona y yo le dejé el mío colgando en sus brazos mientras moría de amor. Aún así, se quedó, pero yo sabía que su piel añoraba la de ella, aún así sabía que jamás volverían a brillar mis ojos, aún así quería más de su amor, era como una adicción tóxica, era como cuando un adicto a la droga necesita heroína, como cuando un adicto necesitaba un cigarrillo o la caja entera, como cuando un alcohólico se convence en que ese sería su último trago y pide otra botella, como cuando prometes comer y te provocas el vómito por mantenerte en tu peso, como cuando te prometes estar a su altura por que sientes que no lo estás, una adicción tóxica.

Con las pocas fuerzas que me quedaban entre en casa, mi padre se ausentaba, como siempre. Llamé a Hazel y esta vez la llamada duró dos timbradas hasta oír su voz.

— Hola Francesa— La interrumpí hablando en francés, balbuceaba palabras por mi llanto.— ¿Chloé? ¿Qué te pasa corazón?
— Jonathan...— Sorbí mi nariz sentándome en mi cama.
— Oh...Mi pobre niña, ¿qué ha pasado?— Sentí como se colocaba dispuesta a escucharme como siempre.
— Estaba acompañándome mientras entrenaba y salió el tema de Christopher, a él le cae mal pero yo le dije que a mi bien. Insistí demasiado en por qué no le caía mal y hemos acabado hablando de mi madre...— Intenté limpiarme las lágrimas para evitar llorar más.
— Dios Chloè, ¿Estás bien? Te recuerdo que no tienes la culpa de nada.—
— No lo sé, no sé ni lo que siento por él. Pero necesito dejar de sentirlo. Necesito congelarlo.—
— Entonces congélalo, Chloè. Lo antes que puedas y vive.—

Un suspiro bastó como para negarme y cerrar cualquier puerta que tuviera su olor, sus recuerdos y su sonrisa. Me arropé mucho esta noche, tenía frío, en eso me llega un mensaje de Christopher, por un momento pasé calor. En su mensaje ponía "Mañana me paso por la noche, no te estreses tanto belle" me salió una risita y me digne a contestarle un "¿Con mi paga también?"
Al recibir unos emojis riéndose supe que le hizo gracia
"Dios, tengo que hablar con mi tío sobre tu sueldo?"
Mi sonrisa se amplió y rápidamente le contesté "Obvio que deberías!!!" Tardó un rato en contestar pero finalmente me respondió. "Bien, lo haré. Descansa belle." Sonreí y no tardé en enviarle el siguiente mensaje que pondría "Soñaré con mi dinero" Dejó un corazón sobre mi mensaje y apague el móvil, entonces coloqué mi mano encima de pecho cerca del corazón.
¿Acaso tú descongelas mi corazón?





***

CAPÍTULO 5
CORAZONES HELADOS
⛸️




Lamento haber tardado tanto mis chèris.
Ya terminé mi curso!!!🌸 He estado ocupada pero no quita que no trabaje en esta historia y en más.😊
Os gusta? Estoy intentando hacerlos más largos para poder así dejaros buenos capítulos entretenidos, dentro de nada haré otra cuenta de tiktok para una de mi sagas de películas que más me gusta. Así que pasaros por mi perfil de tiktok que iré subiendo contenido!!! Besitos chèris.

Sami:)


Mi cuenta de Tik Tok: @useer.wattpad

Próximamente haré avisos sobre cómo estarán gestionadas mis cuentas!

Un beso a todos esos corazones helados que tuvieron que ser congelados.

Corazones Helados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora