𝓑𝓲𝓵𝓵𝔂

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PRÓLOGO

El seductor chico invisible tenía novia. Ella era un espíritu enérgico y olía a lilas. Le encantaba escuchar música en vivo e informar de "las últimas novedades" a los alumnos ávidos de chismes. Le tomaba de la mano. Se reía con sus chistes. Las cosas empezaban a ponerse serias.

Había llegado la hora de que Billy se pusiera ropa.

- Prepárate para pasar de ser un cero a ser un héroe – le dijo Frankie mientras abría la puerta de Abercrombie & Fitch.

- Tú quieres convertirme en un zombi de Abercrombie – añadió Billy, que sonreía con expectación al tiempo que entraba en la tienda climatizada. La temporada de vacaciones acababa de terminar, así que todo estaba rebajado. Los precios elevados ya no eran excusa para la desnudez. Estaba dispuesto a subir cierres, abrochar botones y dejarse ver.

- Mira – dijo Frankie, señalando el reflejo de ambos en un espejo con marco de madera. Una chica verde de pelo negro con mechas, blancas, mallas a cuadros y un minivestido de mezclilla aparecía de pie junto a unos lentes de sol flotantes y unas botas Timberland destrozadas. El dúo soltó una carcajada.

En una comedia romántica, ésta sería una escena crucial. Al verla, el público llegaría a la conclusión de que Billy debería estar con Frankie, y no con la chica perfumada de lilas. Los espectadores los habrían visto reírse en el tren de Salem a Portland. Habrían escuchado a desconocidos referirse a ambos como la pareja perfecta. Se habrían maravillado por lo desinhibidos que se mostraban entre sí. Y todos esos espectadores anhelarían que la persona sentada a su lado fuera dinámica en igual medida.

Pero no se trataba de una película. Era la vida real. Y por una vez, la historia de Billy Phaedin tenía más magia que Hollywood.

Ambos fueron examinando los percheros, ignorando felizmente al resto de los clientes y sus miradas perplejas. En una burbuja de chistes particulares y risas, apenas repararon en una madre que jalaba a su hija adolescente y se la acercaba a la cadera.

- Bienvenidos – dijo una rubia de California con vestido negro de olanes y sudadera con capucha azul eléctrico. Se giró para echar una ojeada a su compañera, junto a la caja registradora, como desafiándola.

- ¿Necesitan ayuda para encontrar su talla? – luego, un poco más alto-: ¿Y tu cuerpo?

La chica de la caja, sin dar crédito, dio un manotazo en el mostrador y se dobló de risa. Billy apretó los puños. Frankie le había advertido al respecto. Habían tenido que transcurrir varias semanas de compras en Salem hasta que los dependientes empezaron a tratarla como a una normi. Ahora, era un VIP. Pero el estatus de Voltage Important Person (o Persona de Increíble Voltaje) no se otorgaba tras un único maratón de compras: requería tiempo, confianza. Y ahora se encontraban en Portland, abriendo un nuevo mercado. De modo que Billy se mordió el labio y dejó que Frankie se encargara de hablar.

- Nos encantaría la ayuda – respondió mientras se retorcía la melena y la sujetaba con un nudo. "¿Cómo harán eso las chicas?", se preguntó Billy. Los tornillos de Frankie lanzaban destellos libres de disculpas–. Mi amigo necesita equiparse.

- No son de por aquí, ¿verdad? – preguntó la chica, entrecerrando los ojos con aire de sabelotodo.

- No, de Salem – respondió Frankie.

- Eso pensé. He oído hablar de ustedes – declaró al tiempo que miraba los tornillos de Frankie. Alargó la mano para tocarlos–. ¿Son...?

Frankie le propinó una palmada en la mano.

- No los toques. Están electrificados.

La rubia se sonrojó.

- Lo siento.

Monster High 4: Más Muertos Que Nunca - LISI HARRISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora