Epílogo.🌊✨️

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Siete años después.

Renata.

—Cariño sabes donde puse mi lente.

—Siempre perdiendo las cosas. Esta sobre la mesa frente a ti.

—Oh— él sonríe tímidamente marcado los huequitos de sus mejillas. —Gracias mi amor ¿qué haría sin ti?

—Morirte. —Contesta Nathaniel ya listo para sus clases de fotografía y pintura que se están implementando en el antiguo taller del señor Frank, ahora nuestro taller.

—Mira niño mejor salgamos ya que se nos hace tarde. —dice Dylan mientras lo señala y mi hijo le da un asentimiento leve.

—Ok. Chaco má. —espeta y lo detengo inmediatamente.

—Espera. —me cruzo de brazos y lo observo con el ceño fruncido— No se te está olvidando algo.

—¿Eh? Creo que no. Llevo todo para la clase de hoy. Me toca fotografía abstracta. Hasta llevo cosas de más. Esta vez sí me tiene que salir perfecto o si no don profesor se enoja.

—Soy bien comprensivo y paciente. —Le dice Dylan dándole un zape y a mí un beso, para luego dirigirse a la puerta —despídete bien de tu mamá.

—Ah, era eso—me da una sonrisa tímida y se dirige a mi agachando la cabeza para dejar un beso en mi frente. Mi niño ya está más alto que yo.

—Suerte con tus fotos.

—Gracias. Suerte con el cuadro. —y finalmente sale de casa.

Yo me encamino a mi estudio en el que estoy pintando un cuadro a la técnica de acuarela.

Acomodo los todos los elementos que necesito para continuar con mi obra.

Me quito el anillo y la sortija de mi dedo anular de mi mano izquierda.

Mi anillo de compromiso es un hermoso diamante en forma de gota, aunque Dylan dice que, es más la brocha de un pincel ya que también puede significar mi compromiso conmigo misma y con mi trabajo.

Además, el diamante es mi piedra de nacimiento.

En nuestras sortijas de matrimonia descansan diminutas piedras aguamarinas, escogimos oro rosado para nuestros anillos.

El rosa es amor.

Con Dylan decidimos definitivamente que no tendríamos hijos.

No volvimos a Piélago, pero si hemos estados informados sobre él lugar y no han sucedido más terremotos, ni temblores, no ha pasado nada, aunque para saber la verdad en si todavía debemos esperar unos años.

En estos siete años Dylan, mi hijo y yo en los tiempos en los que tenemos vacaciones nos hemos concentrado en viajar, conocer el mundo y compartir en familia.

Han sido siete años maravillosos al lado de los seres que amo.

Como siempre ha sido costumbre Nathaniel y yo cada día que es el aniversario del fallecimiento de su papá o es su cumpleaños, lo recordamos y le agradecemos.

No vamos mucho al cementerio pues sabemos que allí no está. Él está en cada recuerdo y en cada pensamiento dedicado a él.

A veces me encuentro con sus compañeros de trabajo y hablamos de momentos vividos. Ya podemos hacerlo con plenitud. Sin dolor.

Me concentro finalmente para pintar el cuadro de una mujer con cuyas facciones he estado soñando. Sus rasgos son fuertes y definidos, es muy atractiva y también muy hermosa. Tiene un tipo de rostro seductor, pero lo que más me llama la atención es el color de sus ojos. Son de un verde brillante.

Cinco años después.

Se ha cumplido el tiempo estipulado, según la historia que me conto aquella vez mi hijo.

Doce años han pasado y en Piélago no volvió a ocurrir ningún desastre sobrenatural, ninguna catástrofe.

Al contrario, la ciudad y la isla están mejor que nunca. En la isla toda agua verdosa peligrosa desapareció y a Piélago regreso en sus prados tan bellas flores azules.

Dylan y yo crecimos el taller. Ahora es un gran edificio. Tiene pisos dedicados a la fotografía, la pintura, las esculturas, cada obra de arte está presente. Se dan cursos para desarrollar al artista que todos tenemos, y también hay un piso dedicado solamente al Señor Frank y a la señora Mizuky.

Nathaniel acaba de terminar su universidad y ahora vive en Asia, no sabría especificar en qué lugar ya que se la pasa de país en país. Hace voluntariados, toma fotografías y también pinta, pero específicamente está contratado como productor audiovisual en uno de los canales más grandes y poderosos.

Es un gran explorador y no podría estar más orgullosa de ser su mamá. Dylan también está orgulloso de él y Nathaniel esta agradecido, pues dice que esto es gracias a nosotros, pero es más que todo su responsabilidad, dedicación y esfuerzo.

Se que Jasper también está muy orgulloso de su hijo.

Todo lo vivido me motiva a plasmar esto, mi historia y la de mis seres queridos en algo más grande, ya los cuadros no me bastan.

—Cariño, ¿al final si vas a escribir todo lo vivido? —me pregunta mi esposo quien se sienta a mi lado, yo ya con el computador listo para empezar a escribir. —Por qué yo ya estoy listo para narrar.

—Si, hagamos esto de una buena vez.

—Espera. —toma mi mano y me mira a la cara —y, ¿ya sabes cómo se llamará nuestra historia?

—Sí, se llamará Piélago.

                                                                                                       FIN. 

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