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13 de febrero de 2015

Viajar toda la noche en un bus interprovincial no era extraño. Después de cuatro años recorriendo esta ruta casi mensualmente, ya no sentía el paso de las horas, estaba acostumbrada a dormir a penas subiera al bus pero hoy particularmente no puedo. Mañana es el día de San Valentín, el famoso día del amor y la amistad, y a pesar de mis 21 años es una fecha que nunca celebré. Mañana será la primera vez que lo haga, interrumpí mis vacaciones en mi ciudad natal y decidí viajar a la ciudad donde estudio para festejar con mis amigos. A falta de amor, amistad. Con 6 horas de viaje por delante, me atormentan los recuerdos de diciembre, de la noche en que Facundo visitó nuevamente mi cuarto. Nuestra historia no fue larga pero fue profunda. Aún recuerdo la primera vez que lo vi, llevaba polo azul, pinta atlética y crespos alborotados. Fue el primer día de clases del primer ciclo de mi carrera, yo me senté en un extremo del salón cerca de la puerta; lo recuerdo porque él llegó tarde y se sentó a mi lado. No fue un amor a primera vista pero hubo algo en su mirada que me hace recordar ese primer instante. Ese día hablamos y se convirtió en uno de mis primeros amigos en la aún nueva ciudad. Al poco tiempo, nos convertimos en confidentes. No me interesaba como algo más pero según nos conocíamos empezó a crecer la atracción. Le gustaba molestarme hasta hacerme perder la paciencia, me llamaba todos los días y nos reíamos mucho juntos. Silenciosamente y estratégicamente, se fue instalando en mi rutina y en cada parte de mi corteza cerebral. En 10 meses de verlo todos los días, estaba involucrada hasta el tope. Fue mi primer buen beso. A los 18 años, ambos perdimos la virginidad en mi cuarto de pensionado universitario. Era mi mejor amigo. Mi primer hombre y yo, su primera mujer. Mi primer amor con todas las letras. Pero de un momento a otro, el sexo se convirtió en algo más importante que nuestra amistad. Fue como dar por sentado que haber tenido relaciones haría que nos mantengamos juntos siempre. No fue así. En ese transcurso, mi papá se enfermó y a los 8 meses, el maldito cáncer lo arrebató de mi lado. Recé mucho, recé cada día, eso me mantuvo viva pero no recé lo suficiente para evitar equivocarme de la forma en que lo hice los meses posteriores. Bajé mis calificaciones en la universidad, me descuidé físicamente y me volví un poco distante con todos mis amigos, incluyendo a Facundo. Estaba toda fea, con acné en el rostro, me había engordado mucho, tiré mi vida al abandono. Una mujer vale por lo que es pero yo ni siquiera intentaba cuidarme. Cada vez que veo fotos de esa época, ni yo misma me hubiera dado un beso. Si yo no me quería, ¿ quién más me iba a querer? No es por disculpar a Facundo pero esa era la verdad. Por fuera parecía fuerte y fría, quería que mi familia y mis amigos no se preocuparan por mí; por dentro, necesitaba mucho de sus abrazos y su compañía. Y más viviendo lejos de casa, sin tener a mamá o a mi hermano cerca. Era el momento preciso para que Facu se atreviera a oficializar la relación delante de nuestros amigos pero nunca lo hizo. No tuvo el valor de darme el lugar que merecía en su vida. Por más que yo trataba de actuar como si no me importara que nuestra relación se mantenga en secreto, no entendía por qué él no apostaba por nosotros. Nunca lo presioné, quería que la iniciativa la tomara él. Hasta que renuncié a seguir sintiéndome así por más que la angustia en el pecho me asfixiara. Nos fuimos alejando sin previa explicación. En el transcurso, se metió con Tamara, una de mis amigas cercanas, o al menos creía que era mi amiga. La muy hipócrita sabía de nuestra historia y no me dijo nada hasta que Facundo la dejó por alguien más. Fue recién cuando se vio rechazada que me contó, una noche estando ebria en una fiesta, que había estado saliendo con Facundo, se hizo la víctima e inocente. Tremenda mosquita muerta metiendo cizaña. Me había jodido más su traición que el sucio juego de Facundo, sabia que él la había buscado porque se sentía solo. Nosotros ya no hablábamos y él siempre necesitaba tener alguien de rehén. "Solo me la quería agarrar, la besé una noche y no la jodí más. ¿No te acuerdas que te decía que era medio tontita? No quería nada serio con ella", me había contado Facundo un tiempo después. Al principio me divirtió saber eso, solita cayó por su propio karma, después la perdoné. Pero algo había aprendido, a no confiar en nadie y menos en Facundo. ¿Qué le habrá dicho a ella de mí ? Y bueno, era cierto, él había empezado a salir con alguien más y no se detuvo por mí, ni por nadie, ni yo lo busqué para detenerlo por más que el corazón se me partía a pedazos. A veces me mandaba mensajes pero yo no le respondía como lo hacía antes. Mientras tanto, yo me quedaba noches enteras viendo una serie que me mantenía viva. Tenía la mente ocupada por las noches y dormía toda la mañana, habían días que no iba a clases, tenía terror de ver a Facundo de la mano con alguien más. Una angustia terrible se había instalado en mi pecho y las pesadillas no me dejaban dormir en paz.
En algunos meses, oficializó con Juliana, una chica de faldas y tacos, y yo, en ese entonces, era una chica de zapatillas y pantalón. Facundo se hizo popular, pronto le empezaron a llover amigos y no necesitó más de mí. No recordó que por un tiempo fui yo su única amiga. Antes de Facundo, yo era tímida y casi una monja; luego de Facundo, se desató mi libertad enjaulada. Ya no era la chica que había acabado el colegio en primer puesto, ya no era más la alumna perfecta, ni la hija perfecta. No era más la chica con la cuál la mamá de mis amigas comparaban a sus hijas, antes era obediente y moralmente responsable. No era yo, morí junto con mi papá. Fue cuando Facundo hizo pública su relación con Juliana que yo desperté del transe en el que estaba. El cambio fue rotundo. Empecé a preocuparme por mi apariencia física, las altas dosis de roaccutane iban haciendo desaparecer el acné de mi rostro. Hice un par de dietas y volví a mi peso habitual. Así como fui mejorando mis calificaciones en la universidad, también empecé a salir más seguido con mis amigos y conocí mejor a Estefano. Estefano siempre me piropeaba por los pasillos de la universidad pero nunca le tomé importancia porque estaba jodida por un amor de mentira. Fue recién el año pasado que empezamos a coincidir en fiestas, y darnos besos mientras bailábamos se volvió costumbre. Sus ojos azules y su pelo castaño despeinado, empezaron a prenderme. Me gustaba pasar el rato con Estefano, claramente no estaba enamorada de él, había jurado no volver a enamorarme de nadie. Estaba feliz con esos besos, sin tener que pensar qué pasará después. Luego de comernos la boca los fines de semana, cada uno seguía su vida, ninguno de los dos pretendía algo más. Ambos solo queríamos divertirnos. Podíamos salir con quienes quisiéramos, sin reproches, vivir la vida como si no hubiera un mañana. El salía con otras chicas y yo con otros chicos. En noviembre, la historia con Estefano acabó y los dos seguimos felices con nuestras vidas, podemos vernos y reír como si nada hubiera ocurrido. No sentí ningún apego emocional. Siempre me gustará su versión hippie moderno. Por su parte, Facundo aparecía esporádicamente para pedirme consejos o para reírse de cualquier cosa que se enteraba de mí. Lo molestoso nadie le quitaba. Nunca nos despedíamos del todo. Lo que yo no sabía era que Facundo había estado al pendiente de mi vida por más enamorado que se mostraba en sus redes sociales. Al final, no se si era la culpa, su ego o un cariño reprimido (aún pienso que en un momento me quiso de verdad). Fue en diciembre , que volví a saber de él, nos vimos, no caí en su juego y desapareció.
Él tenía con su enamorada ya más de un año, y yo seguía sola. Desde que regresé a casa, había tomado la decisión de dejar los encuentros sexuales con chicos por los cuales no sentía nada. Tenía sexo porque necesitaba sentir algo, estaba muerta y necesitaba que a ratos me devuelvan a la vida. Pero ya no más, la paz había vuelto a mí. También decidí dejar de tomar alcohol como vikingo hasta perder la conciencia. Los días con mamá y la despedida definitiva de Facundo, permitieron que mi corazón sane. Estaba sola pero por primera vez en mucho tiempo, me sentía completa y feliz. Disfrutaba de mi soledad, aún no quería volver a enamorarme. Así que estaba camino a esa ciudad, para celebrar San Valentín con mis amigos, no esperaba la sorpresa que me traería el destino.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2015 ⏰

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