Ya no puedo atreverme a soñar contigo

19 3 5
                                    

Thor cerró sus ojos y un segundo después sonó la alarma de Loki; dos horas se fueron en un suspiro. Un abrazo más, un par de besos húmedos repartidos por su pálido cuello antes de dejarlo levantarse, antes de tener que vestirse con pesadumbre, de tener que llevarlo a su casa para volver a dormir solo, luego de conocer la dicha de dormir con él entre sus brazos. ¿Estaba siendo dramático? Tal vez, pero para Thor era todo tan nuevo, eran primeras veces de primeras cosas que se creyó incapaz de sentir.

La casa a oscuras, sus padres aún no llegaban. Thor tomó el meñique de Loki con el suyo, y escalón de por medio le plantaba besos en la boca; debería considerarse un milagro que no rodaran por las escaleras. Lo más hermoso era ver la adoración cristalina en los ojos de Loki al reír, luego de meses de incertidumbre y fingir demencia; Loki lo adoraba, Thor lo sentía, podía verlo, era lo más cercano que había estado de la magia. Apenas un día de esto y Thor ya se sentía como en una canción de Taylor Swift, pero una de las alegres, de las de amor, las que él alguna vez consideró mentira.

Con una sonrisa de lado a lado, Thor manejaba por las calles nocturnas de la ciudad; una mano en el volante, la otra con sus dedos y los de Loki entrelazados. Canciones en aleatorio, del resto silencio entre los dos; no hacía falta hablar, la compañía por sí sola era reconfortante. Al llegar a la casa de Loki estuvieron estacionados en frente como diez minutos despidiéndose, finalmente Thor podía tomarlo de la nuca y besarlo frente a su casa como muchas otras veces fantaseó, pero tuvo que tragarse las ganas de siquiera tocarlo.

—Te voy a extrañar —susurró Thor sobre sus labios, haciéndolo reír entre besos.

—Pero mañana nos vemos —respondió Loki sonriendo, acariciándole tiernamente la mejilla.

—Horas de agonía hasta que te vuelva a ver —exclamó Thor con dramatismo.

—Dulce sueños, entonces —susurró Loki antes de besarlo, para luego abrir la puerta del carro.

—Hey, todavía no...

—Tenemos como veinte minutos aquí, Thor, en cualquier momento va a salir mi mamá a ver qué pasa —dijo Loki, riendo.

—Ugh, bueno, pero ya va —exclamó Thor antes de tomarlo del cuello una vez más para plantarle el último beso de esa noche—. Ahora sí, ve, sueña conmigo.

—Hasta mañana —respondió Loki al bajarse.

Thor esperó hasta que Loki entrara a su casa, conduciendo después de regreso, siendo incapaz de dejar de sonreír como un idiota.

*

En las últimas dos semanas su vida se había sentido suave y dulce, como algodón de azúcar. Thor quería pasar cada segundo de cada día al lado de Loki, no era suficiente con verse a diario en el colegio; no cuando Thor sentía pánico al pensar en que los demás supieran su sexualidad. Aún no había salido del clóset, ni sus padres ni sus amigos lo sabían, no se sentía listo aún, así que en público le tocaba morderse la lengua y fingir demencia; fingir que no quería comerse a Loki a besos en medio de los pasillos, fingir que no quería estrangular a Tony Stark todos los días por sentarse junto a Loki durante los recesos.

Ese primer martes luego de volver a clases, Loki conoció a su madre. Frigga estuvo todo el día en casa, así que Thor supo que no podría... um, hacer todo lo que quería hacer con Loki. Su casa era gigante, obvio, pero su mamá adoraba consentir a sus amigos cuando estaban de visita, siempre trayendo meriendas y quedándose un rato a charlar; Thor no tenía ganas de que su mamá entrara con un plato de galletas mientras ellos estaban tirando, no gracias. Así que le tocó aguantarse, porque no, el día anterior no había sido suficiente, si acaso lo había dejado más hambriento de Loki, de su piel desnuda y sus gemidos quedos.

Bailando con las manos atadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora