𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁ℴ 2 || "𝒫𝓇ℴ𝒷𝓁ℯ𝓂𝒶𝓈 𝒹ℯ𝓁 ℰ𝓂𝒷𝒶𝓇𝒶𝓏ℴ"

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Tres meses habían pasado desde el fatídico día en el que el Rey Demonio les impuso aquella misión insólita. El embarazo demoníaco de Meliodas avanzaba, trayendo consigo una serie de desafíos inesperados. Zeldris caminaba en silencio junto a Cusack, quien, a regañadientes, sostenía una charola con un plato bastante exótico. Cusack intentaba no respirar demasiado cerca del platillo, que consistía en carne de jabalí del purgatorio bañada en una salsa dulce, mezclada con frutas locales y una dosis considerable de picante.

—No puedo entender cómo Meliodas puede comer algo tan... asqueroso —murmuró Cusack con disgusto, frunciendo el ceño—. Esta combinación es una abominación, incluso para el purgatorio.

Zeldris, visiblemente cansado, lo miró de reojo.

—Antojos —respondió en un tono seco—. Son parte del proceso, Cusack. No tiene sentido quejarse. Si eso es lo que mi hermano quiere, será lo que reciba.

Cusack asintió con resignación, aunque su cara mostraba una clara repulsión hacia lo que llevaba en la bandeja. Mientras avanzaban por el largo pasillo hacia la habitación de Meliodas, el silencio entre ellos fue roto nuevamente por Cusack, esta vez con una inquietud en su voz.

—Sabes que, conforme esa criatura se desarrolle, Meliodas se volverá más... sensible. Tendrá más cambios de humor, más náuseas, más de todo. —Cusack miró a Zeldris con preocupación—. Será difícil lidiar con él.

Zeldris apretó los labios, el cansancio comenzaba a reflejarse en su rostro.

—Lo sé —respondió con firmeza, aunque una nota de agotamiento se podía escuchar en su voz—. Pero, como padre, es mi responsabilidad. Tendré que soportar lo que venga.

Cusack, leal a Zeldris, bajó la mirada. No podía evitar sentir una creciente lástima por su discípulo, atrapado en una situación tan absurda como agobiante.

Cuando finalmente llegaron a la habitación de Meliodas, lo primero que notaron fue la escena dramática que se desarrollaba en el interior. Chandler, el maestro devoto de Meliodas, estaba de pie a un lado de la cama de su discípulo, sollozando desconsoladamente mientras intentaba consolarlo. Meliodas, por su parte, estaba enterrado bajo una montaña de cobijas oscuras, cuatro en total, mientras sufría de cambios de humor incontrolables.

—¡Maestro Meliodas! —gimió Chandler, con lágrimas resbalando por sus mejillas—. ¡No soporto verlo sufrir de esta manera tan humillante! ¡Esto es una afrenta a su grandeza, a su poder!

Meliodas, quien había estado lamentándose hace solo unos segundos, salió de su montaña de cobijas con una expresión que alternaba entre la ira y el abatimiento.

—¡Esto es una maldita tortura! —gritó Meliodas, lanzando una almohada al aire—. No puedo entrenar, no puedo moverme como antes, ¡y ahora tengo algo moviéndose dentro de mí como si fuera un maldito parásito! ¡No soy más que una sombra de lo que solía ser!

Zeldris observaba la escena con una mezcla de incomodidad y cansancio. A pesar de la situación, él seguía firme en su responsabilidad de cuidar a su hermano. Pero ver a Meliodas, el más fuerte de los demonios, reducido a un estado tan vulnerable, lo incomodaba profundamente.

—Te traje lo que pediste —dijo Zeldris con calma, haciendo una seña a Cusack para que le entregara el platillo.

Cusack, haciendo una mueca, dejó la charola sobre una mesa cerca de la cama de Meliodas. Apenas pudo contener una arcada al acercarse demasiado a la comida.

Oʙʟɪɢᴀᴅᴏ ᴀ sᴇʀ ᴍᴀᴅʀᴇ || ᶻᵉˡⁱᵒᵈᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora