Capítulo 2. Hazel

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Abril tenía a la pequeña Hazel sentada entre sus piernas, los demás cachorros le estaban rodeando, dibujando sobre hojas de papel.

-Entonces, si mezclas el color amarillo con el azul se vuelve verde, ¿viste? -estaban pintando con sus pequeños dedos, la pintura no era tóxica para ellos, pero de todas formas miraba que no se fueran a meter los dedos en su boca.

Hazel solo miraba curiosa a los demás cachorros, nunca había estado rodeada de tantos y le daba un poco de miedo hacerlo, por eso no se separaba de ella.

De vez en cuando, Abril acariciaba a la pequeña para hacerle saber que no se había olvidado de ella. Sonreía cuando la escuchaba ronronear ante sus toques tranquilos.

-¡Ari, mira! -la pequeña Marlene de cinco años le mostró orgullosa su dibujo. Los había puesto a dibujar frutas y ella había hecho unas uvas.

-Oh, qué lindo, Mar, ¡se ven deliciosas! -Abril sonrió cuando vió el pecho de la pequeña hincharse con orgullo.

Miró al pequeño Carlo, quien estaba mirando su dibujo con una expresión insegura, sonrió ante eso. Marlene y Carlo eran hermanos gemelos, pero muy diferentes entre sí, mientras una era más confiada y decidida, el otro era muy tímido e inseguro.

-Carlo, ¿me muestras tu dibujo? -preguntó y vió como el pequeño dió un salto en su puesto, la miró y después a su dibujo, al final terminó mostrándolo- Es tan bonito, ¡es una deliciosa piña!

Carlo se sonrojó y le sonrió, estaba más alegre y miraba su dibujo más orgulloso. Los demás cachorros también le mostraron sus dibujos y al final cuando todos terminaron de hacer sus dibujos lo puso en un mural, así todos podían verlos.

-¡Es hora de la merienda y una siesta! -eso era algo adorado por los pequeños, quienes se fueron corriendo hasta donde estaba el baño para lavarse las manos.

Abril puso a la pequeña Hazel en su pecho. Tenía una cangurera para cachorros, así que se le hacía más fácil hacerlo. Ella solo tenía su chupón en la boca y miraba como ayudaba a limpiar a los demás.

Después fueron por sus loncheras y se sentaron a comer. Abril calentó un poco el biberón de Hazel para dárselo, ella lo recibió gustosa como si estuviera acostumbrada a ella.

Era algo raro, pero supuso que ya le habían enseñado para poder venir a la guardería y que comiera sin mucho inconveniente. Al terminar de comer, varios cachorros estaban dormitando, los acomodó en sus colchones de piso y los arropó.

Marco siempre era el último en dormirse, pero después de un pequeño cuento siempre lo hacía. Abril tuvo que acostarse con Hazel en un colchón, al parecer la bebé no quería apartarse de ella y no tuvo más remedio.

-Al fin se durmió. -susurró viendo a la pequeña dormir tranquila junto a los demás cachorros, el aire acondicionado mantenía un ambiente fresco y no se preocupaba por el calor que podrían tener.

-¿La nueva te ha dado problemas? -Abril miró hacia la puerta del salón, allí estaba Taylor, era el omega encargado de la guardería.

-Hmm, no. Estuvo tranquila todo el día, no ha llorado casi nada. -murmuró cuando se acercó al mayor. Era mejor hablar lejos de los pequeños, así no los molestaría.

-Tendrás algo para hacer que los cachorros te amen a la primera, Rivera dijo que no le gustaban muchos los extraños y por eso podría dar problemas. -Taylor era alguien mayor. Le gustaban mucho los cachorros, por eso había fundado el lugar.

Había podido tener un solo hijo, pero este ya era mayor, e incluso tenía pareja.

-Lo sé, esta mañana lloraba sin parar, pero se ha calmado bastante y trata de llevarse con los demás pequeños. -sonrió recordando como se había tratado de acercar a Marco, incluso jugó un poco con él.

¿Mami? | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora