何も言うことはありません (Nada que decir)

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La mañana llega a Tokyo con una calma ominosa, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad antes de una tormenta. En el modesto apartamento de Shigeru Miyamoto, la luz del sol apenas se filtra a través de las cortinas, proyectando sombras danzantes en las paredes mientras el joven se despierta con un nudo en el estómago.

El día en la escuela se presenta como una prueba de resistencia para Shigeru. A medida que camina por los pasillos, puede sentir las miradas de sus compañeros clavadas en él, como cuchillos afilados que lo cortan con cada paso que da. Se siente como un animal acorralado, rodeado por depredadores que esperan su momento para atacar.

Cuando finalmente llega al aula, las cosas empeoran. Los murmullos y las risas lo persiguen, llenando el aire con una tensión palpable que parece aplastarlo bajo su peso. Shigeru intenta mantener la cabeza baja, intentando pasar desapercibido entre la multitud, pero sabe que es solo cuestión de tiempo antes de que lo encuentren.

"¡Eh, mira quién está aquí!", grita uno de los matones, señalando a Shigeru con una sonrisa maliciosa. "¿Qué tal tu día, patito feo?"

Shigeru aprieta los puños con impotencia, sintiendo el calor de la vergüenza subir por su cuello mientras el resto de la clase se une a la burla. Se pregunta cuánto más podrá soportar antes de romperse por completo.

"Mira, incluso su sombra lo rechaza", se burla otro estudiante, provocando risas en la clase.

El corazón de Shigeru se hunde en su pecho mientras lucha por contener las lágrimas que amenazan con brotar. Quiere correr, quiere gritar, quiere desaparecer, pero sabe que no puede. Está atrapado en un infierno de su propia creación, y no hay escapatoria a la vista.

Cuando finalmente suena el timbre, anunciando el final de la clase, Shigeru se levanta de su asiento con la cabeza gacha, evitando la mirada de sus compañeros mientras se dirige hacia la puerta. Pero antes de que pueda salir, una mano se posa en su hombro, deteniéndolo en seco.

"¿A dónde crees que vas, Miyamoto?", pregunta una voz fría y despectiva detrás de él.

Shigeru se tensa, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras se enfrenta al matón que lo ha estado acosando. No sabe qué esperar, pero está seguro de que no será nada bueno.

El matón lo mira con una sonrisa retorcida, disfrutando del poder que tiene sobre él. "Pensé que podríamos tener una charla, tú y yo", dice con voz suave pero amenazante.

Shigeru traga saliva, sintiendo el miedo correr por sus venas mientras se ve obligado a enfrentarse a su acosador cara a cara. "No tengo nada que hablar contigo", murmura, intentando mantener su voz firme a pesar de la ansiedad que lo consume.

El matón se ríe, un sonido que envía escalofríos por la espalda de Shigeru. "Oh, pero creo que sí", dice, acercándose un poco más. "Creo que tienes algo que quiero".

El corazón de Shigeru se detiene en su pecho mientras se pregunta qué podría querer este hombre de él. No tiene nada que ofrecer, nada que pueda satisfacer las demandas de su acosador. Pero antes de que pueda protestar, el matón continúa hablando.

"Veo que estás pasando por un momento difícil últimamente", dice, su tono suavizándose ligeramente. "Y pensé que tal vez podría ayudarte a salir de ese agujero en el que te encuentras".

Shigeru frunce el ceño, sin comprender las palabras de su acosador. ¿Ayudarlo? ¿Desde cuándo alguien como él se preocupaba por el bienestar de otros?

"Pero como puedes imaginar", continúa el matón, su sonrisa regresando con fuerza, "la ayuda no es gratuita. Si quieres mi ayuda, tendrás que hacer algo por mí".

El corazón de Shigeru se hunde mientras comprende lo que está insinuando el matón. Quiere que haga algo por él, algo que Shigeru sabe que no puede hacer. No importa cuánto lo desee, no puede ceder ante las demandas de este hombre. Sería traicionar todo en lo que cree, todo lo que es.

"No puedo", murmura, su voz apenas un susurro en el aire cargado de tensión.

El matón se tensa, su rostro endureciéndose en una máscara de ira. "No puedes o no quieres?", pregunta, su voz un látigo que corta el aire.

Shigeru traga saliva, sabiendo que está en peligro de provocar la ira de su acosador. Pero no puede ceder, no importa cuánto lo amenacen. No puede perderse a sí mismo en el proceso.

"No puedo", repite, esta vez con más firmeza. "No lo haré".

El matón lo mira con ojos llenos de furia, pero antes de que pueda decir algo más, el timbre suena, anunciando el final del día escolar. Con un gruñido de frustración, el matón se aleja, dejando a Shigeru solo en el pasillo, su corazón todavía latiendo con fuerza en su pecho.

Con un suspiro de alivio, Shigeru se aleja, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Sabe que el peligro aún no ha pasado, que todavía tiene mucho que enfrentar antes de que pueda encontrar la paz que tanto anhela. Pero por ahora, al menos, ha sobrevivido otro día en el infierno que es su vida escolar.

La noche envuelve a Tokyo en su manto oscuro mientras Shigeru regresa a su apartamento, sintiendo el peso del día sobre sus hombros. Cada paso es un esfuerzo, cada respiración es un recordatorio constante del dolor y la humillación que ha enfrentado.

Al llegar a su pequeño refugio, se deja caer en su cama con un suspiro, sintiendo el agotamiento arrastrarse sobre él como una manta pesada. Se pregunta cuánto más podrá soportar antes de romperse por completo, cuánto más podrá soportar antes de perderse en la oscuridad que lo rodea.

Pero a pesar de todo, una chispa de esperanza arde en su interior, recordándole que incluso en los momentos más oscuros, nunca está solo. Y con esa chispa como su guía, cierra los ojos y se sumerge en el sueño, sabiendo que mañana será otro día, otro desafío, pero también otra oportunidad para encontrar la luz en medio de la oscuridad.

異なるが同じ (Diferentes pero iguales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora