𝕿𝖍𝖊 𝕾𝖆𝖓𝖘 𝕷𝖔𝖌𝖎𝖖𝖚𝖊 𝖆𝖓𝖉 𝕸𝖊𝖒𝖔𝖎𝖗𝖊 𝕾𝖆𝖌𝖆𝖘

Sadness #3

Habían pasado los días, en los que Tetsu aprendía sobre la vida de Mana. Era como ver una serie de televisión, cada día era un capítulo nuevo, con diferentes posibilidades para ver qué pasaría.

Tetsu también empezó con la manía de seguir a Mana, no a diario pero lo hacía. Lo seguía por tramos no muy largos, sabía que si lo seguía demasiado tiempo, Mana eventualmente se daría cuenta y todo acabaría mal, muy mal.

Sin embargo, estas pequeñas "persecuciones" habían alimentado sus conocimientos sobre Manabu, ya sabía donde trabajaba, las rutas que tomaba para todos lados, con quién interactuaba y qué solía hacer, sumado a que gracias a las cámaras ya tenía claros su hora de despertar, la de dormir, cuando salía y cuando llegaba.

Y después de semanas de espiar y acosar, decidió avanzar en lo que él consideraba era su "conquista"...

Tetsu llegó al edificio de apartamentos, a esa hora Közi estaba comprando la despensa de la semana y Mana estaba trabajando, era el momento perfecto para entrar al departamento.

Hizo el mismo proceso de la noche que instaló las cámaras, solo que con más cuidado, era mediodía y alguien podía verlo perfectamente. Al entrar al departamento, paseó tranquilamente, revisando si había algún artículo nuevo, además de comer algo.

El tiempo se fue volando, y Tetsu ya amaba estar ahí. Fantaseaba que Közi no existía, y era él quien vivía con Mana, como una feliz pareja, estas fantasías lo hicieron deambular más por la casa, hasta entrar al cuarto de Mana y Közi.

Ahí rápidamente algo capturó la atención de Tetsu, ese algo era una camisa negra sobre la cama de Mana, así que con calma, se acercó y la tomó entre sus manos, solo para después pegarla en su cara e inhalar el olor. El aroma entró por las fosas nasales de Tetsu, quién soltó un gemido y murmuró, lleno de éxtasis.

—Que exquisito aroma... Maldita sea.

Lanzó lejos la camisa, y se tiró en l cama de Manabu, solo para retozar en ella, frotando su cuerpo con las sábanas y almohadas, mientras jadeaba lleno de placer.

—Realmente hueles delicioso Mana, ¿Es acaso un perfume? ¿O tu hermoso olor natural? 

Parecía una alucinación suya, pero para Tetsu, Mana y cada cosa que era suya olía de manera deliciosa, era como un perfume exquisito que deseaba oler por el resto de la eternidad, un perfume que lo hipnotizaba y relajaba, como si fuera esencia de lavanda. Esta misma relajación provocó que Tetsu cayera dormido profundamente sobre la cama de Mana, y curiosamente, esa siesta fue muy reparadora, hacia días que no dormía así de bien...

Al cabo de unas horas, Tetsu despertó por un ruido que lo tomó por sorpresa, la puerta del departamento se estaba abriendo. Rápidamente supo que estaba pasando, ya era de noche, y Mana y Közi habían regresado a casa. Tetsu susurró, nervioso.

—Mierda...

Se puso velozmente de pie y se escondió en el único lugar que podía, bajo la cama. 

Mana y Közi conversaban, inconscientes de que Tetsu estaba en su habitación, escuchándolos atentamente. 

Közi dejó las bolsas de compras en el mostrador y habló con Mana, de forma relajada.

—Te toca preparar la cena Mana, yo iré a ducharme.

—Hey, claro que no. Te toca hacerla a ti, tonto.

—Yo no lo recuerdo, así que cocina.

Mana fingió indignación, e hizo un puchero, mirando a otro lado.

—Que mandón eres Közi, ¡Ya no me hables!

Közi soltó una risa burlona, y fingió hablar con un tono autoritario.

—Pues ya no te habló, ¡Ahora a cocinar!

Y sin más, Közi entró al baño y cerró la puerta tras de él. Mana se rió en voz baja, mientras entraba a la cocina para guardar las compras y después empezar a cocinar.

Tetsu escuchó todo esto, y una punzada de celos recorrió todo su ser. Le resultaba frustrante, le enfermaba ver a su ángel, a su amor, a su chico hablar y reír de esa forma con ese maldito. Para Tetsu, Közi era un estorbo, solo quería robarle a Mana, y él no iba a permitirlo, prefería matar a Közi antes que dejarlo vivir al lado de Mana...

Pasó un rato en el que escuchó todas las interacciones de Mana y Közi , y solo podía apretar los puños y maldecir mentalmente, realmente quería salir y matar a golpes al que sentía como un estorbo. Solo podía fantasear entre dos escenarios: interacciones románticas con su amado Manabu o formas violentas y enfermizas de acabar con Közi.

Esto duró hasta que sintió y escuchó algo que le puso la piel de gallina, ambos se habían metido al cuarto y cada uno se recostó en su respectiva cama. Esto lo excitaba de una manera ciertamente retorcida, estaba abajo de Mana, ese hermoso ángel no sabía lo cerca que lo tenía, y eso lo hacía sentir poderoso, como si pudiera hacerle lo que quisiera sin consecuencias.

Esperó a que ambos jóvenes cayeran profundamente dormidos, para salir de su escondite sin ser descubierto. Sus ojos contemplaron a Manabu dormido, la luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba suavemente su rostro, y sus oscuros pelos estaban extendidos por toda la almohada. 

Esta visión enloqueció a Tetsu, era simplemente hermoso. Quería en ese momento besarlo, acariciar esa preciosa piel de porcelana, oler y tocar ese bello pelo de  seda oscura. Mientras más lo veía, no puedo resistirlo, así que de su bolsillo sacó algo que siempre llevaba, una pequeña navaja multiusos, y con sumo cuidado, con la precisión de un cirujano, cortó un mechón del cabello de Mana. Lo sostuvo en sus manos, lo olió, ese aroma lo enloquecía, era tan delicioso, al menos para él.

Lo amarró con una liga para el cabello que estaba en el tocador y sin más, se dispuso a salir del departamento, para regresar al suyo.

Una vez ahí,  Tetsu guardó el mechón de pelo de Mana en un cajón bajo llave, para él esto era un tesoro, algo más valioso que cualquier joya, más importante que cualquier objeto valuado en millones de dólares.

Y sin más, se fue a dormir, con la esperanza de al día siguiente despertar para nuevamente perseguir a Mana hasta el fin del mundo si era necesario.