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¡!
El cuello del español se mantenía ligeramente hacía atrás, al igual que su espalda, su anatomía estaba a merced de su único amante; Lando lamía toda la extensión del hombre sin pudor alguno y al mismo tiempo sus dedos estimulaban el punto de placer en círculos logrando sacarle palabras malsonantes al ajeno.
―No te detengas― pidió el español con la voz cargada de excitación― Ya casi.
Bastó dos estocadas para que Sainz obtuviera su orgasmo, ensuciando la mano del británico y parte de su propio abdomen. La respiración ajena era errática, mientras que Norris observaba con alegoría al moreno.
―¿Lo he hecho bien?― preguntó el británico comenzando a limpiar los restos de esperma que yacían esparcidos.
Ante la pregunta Carlos se apoya sobre sus codos, y al tener una mejor imagen del chico sonríe― Fue perfecto. Ahora, déjame ayudarte.
―¿No tenemos prisa?― Norris pregunta un poco preocupado tomando ahora una postura recta ante el hombre.
―Pueden esperar, cariño― responde acortando cualquier espacio y ocupándose en besar el cuello ajeno.
―¿Seguro? ¿No se exalta tu novia ante tu ausencia?― soltó con gracia que de inmediato contagió al moreno.
―Me importa poco, Lando― musitó―Lo que necesito ahora está justo delante de mí.
Cada beso que el español dejaba lograba despertar sensaciones apacibles al joven, cada gemido era bien recibido por Sainz y la pesada respiración solo había sido una indicación para continuar.
Carlos escupió sobre sus dedos índice y medio, seguidamente se adentró en la ropa interior de Lando, con facilidad se topó con la entrada de este la cual lubricó los alrededores.
―¿Listo?― preguntó bajando hacía uno de los pezones erectos del joven, atrapó este con sus dientes para luego succionarlo.
Lando con los ojos cerrados asintió, responder con palabras era imposible, estaba petrificado ante el placer que el español le otorgaba.
Los dedos del hombre invadieron el interior del joven, y como resultado este gimió por ello, Sainz no demoró en moverlos, disfrutaba de cuan apretado se mantenía Lando― a pesar de las rondas de sexo que tuvieran y lo que utilizara con él―y solo pensaba en que jamás sentiría aquello con su compañera.
Carlos aprovechó la piel expuesta para marcarla a su antojo, una muestra de que Lando tenía a alguien, sí pudiera dejar su firma sobre aquella piel lo haría sin dudarlo, algo permanente y que jamás se pudiese borrar, el joven le pertenecería aún sí este mismo esté atado ante un compromiso.
