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No había ni nacido y ya me deseaban la muerte. El mundo no quería otro demonio en el.

El legado de mi progenitor fue el peor de todos, el rey de los piratas un nombre que imponía respeto y autoridad.. cuando estaba vivo. Pero aquí estoy yo, pagando por las consecuencias que el en algún momento de su vida cometió, sin tener pizca de culpa me estaban sentenciando.

Mi madre murió mientras yo nacía, una mujer que no pude conocer, la mayoría del tiempo siempre me preguntaba cómo era su apariencia física, cómo era su voz, que se sentiría ser tocado por sus suaves manos y así no lo fueran, quería sentir el tacto de la primera persona que si me había deseado vivo.

Un gran hombre, el héroe de los marines me había cuidado hasta cierta edad ¿Era irónico, no? Que la persona que se supone que era tu enemigo, te cuidara como si le importarás, no le encontraba lógica, no podía parar de pensar que el con su puesto en la denominada “Justicia” estaba cuidando al demonio por el cual iba detrás todo el mundo.

-Viejo ¿Por qué lo haces?-

Recuerdo la vez que le pregunté eso, no respondió y aquello me dejó dudando, ¿Lo hacía por culpa? Esa era mi primera opción y la más lógica por falta de pruebas y coherencia.

-¡No quiero quedarme con esta vieja apestosa!-

Fue la primera frase que dije al ver la mujer que me cuidaría de ahora en adelante, quién mejor que una bandida de la montaña para enseñarte sobre los valores de la vida

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Fue la primera frase que dije al ver la mujer que me cuidaría de ahora en adelante, quién mejor que una bandida de la montaña para enseñarte sobre los valores de la vida. Ese día apenas solté esas palabras el golpe fue evidente por parte de ella, de ahí supuse que nunca nos llevaríamos bien, por lo cual había votado por irme a explorar mi nuevo ambiente.

-¿Ah, una casa?-

Había encontrado una vieja e inestable casa, si eso se le podía llamar, estaba llena de musgo y con muchos agujeros pero de esta provenía un olor inexplicablemente delicioso, agarre mi tubo de metal y me dispuse a adentrarme en aquella casa gobernado por la curiosidad, cuando llegue a uno de los cuartos era un tipo de biblioteca, habían muchos libros y papel con frases tiradas en el suelo, me agache tratando de hacer el menos ruido posible, agarre uno y leí lo que decía aquel papel viejo y lleno de polvo.

“ 𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐨 𝐭𝐞 𝐬𝐢𝐫𝐯𝐞𝐧 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐮𝐜𝐡𝐚𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐥𝐚𝐭𝐚, 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐚 𝐥𝐚𝐦𝐞𝐫𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐜𝐡𝐢𝐥𝐥𝐨𝐬.”

-¿Eh? No tiene sentido ¿Por qué lamería los cuchillos?-

Me pregunté a mi mismo tratando de buscarle lógica a aquella frase, el ruido de pisadas me alertó, haciendo que guardara el papel en mi bolsillo, agarre mi tuvo y salí corriendo de esa casa con apariencia horripilante.

Ahora me encontraba encima de un árbol, leyendo nuevamente ese papel con esa frase tan extraña, entre más la leía más me confundía, ¿A todos les servían el amor en cucharas de plata? Se pregunto a la sexta leída del papel, pero en su mente llegó otra pregunta.

-Pero si a todos les sirven en cuchara de plata el amor,  ¿Por qué conmigo no lo hicieron?-

-Es injusto, oh, claro, soy el hijo de un demonio, no merezco el amor, ha eso se debe de referir el papel, no necesito buscarle más sentido.-

Guarde nuevamente el papel mientras miraba el cielo con melancolía, veía los pájaros volar con total libertad, siempre se preguntaba que le costaba nacer como uno de ellos, estaba claro que cada animal vivo tenía una dificultad para vivir, pero por lo menos eran libres, el no.

-Quiero ser libre...¿¡Por qué tenía que nacer con la asquerosa sangre de un demonio!?-

Había pasado el tiempo, ahora tenía 10 años, y una nueva persona había entrado a mi vida, un niño que había traído el viejo, se llama luffy o algo así, grita a los 4 vientos que será el rey de los piratas, a lo cual yo siempre me burlo, quiere estar pegado a mi pero yo no lo tolero, no entiendo por qué me busca tanto, si le dije que estaba maldito y al parecer no le importaba.

“¡Feliz cumpleaños, Ace!”

Era la primera vez que escuchaba aquella frase, y se sentía bien, tanto que creaba una necesidad inexplicable de reproducirla nuevamente en su mente, le había agradecido a luffy por darle un poco más de importancia en su vida.

-Tal vez si haya personas que me quieran vivo...-

Murmuré mientras disfrutaba el pastel que me había traído el peli negro, mientras comía mirando nuevamente el cielo recordé la frase que había leído cuando tenía 7 años

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Murmuré mientras disfrutaba el pastel que me había traído el peli negro, mientras comía mirando nuevamente el cielo recordé la frase que había leído cuando tenía 7 años....“Cuando no te sirven amor en una cuchara de plata, aprendes a lamerlo de los cuchillos.” solté el plato y este cayó del árbol quebrando se en el suelo con el pastel que quedaba.

-¡Luffy no es un cuchillo! No lo es...-

No quería pensar nuevamente en esa frase, no sabía por qué lo estaba atormentado nuevamente, cuando por fin había encontrado alguien que le daba valor a su vida vuelve a recordar esa maldita frase.

🔥. ˙┇⃝★ 𝐄𝐋 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐒𝐄 𝐄𝐗𝐓𝐈𝐍𝐆𝐔𝐄.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora