𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟑. 𝕮𝖔𝖓𝖊𝖝𝖎𝖔𝖓

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❝ Si pudieras escuchar a mi corazón

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❝ Si pudieras escuchar a mi corazón...❞

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Dentro de la habitación solo se escuchaba el ruido de las manecillas del reloj y la única luz que alumbraba el sitio era la de la luna. Su respiración hacía compás con cada mechón de cabello que rebotaba de su pecho y las lágrimas ya secas en su pálido rostro.

Lentamente abrió los ojos y se dió cuenta de la gran oscuridad que emergía frente a ella. La soledad que la acompañaba.

— Ugh... ¿Qué hora es? Sentí que dormí un sueño muy largo. — se preguntaba somnolienta.

10 PM

Vaya... Solo han pasado unas cuantas horas, ¿pero por qué me quedé dormida?

Se levantó de su asiento sobando su cien. Se sentía pésima, todo en su cuerpo le dolía y juraba que la cabeza en cualquier momento le explotaría. Su garganta tenía un dolor muy característico y al pisar hacia un lado se escuchó un crujido. Miró hacia el suelo y eran vidrios, lo cuál le extrañó. 

No recuerdo nada de esto... Pensó.

Prendió la lámpara que se ubicaba de pie a un lado del gran librero y se dió cuenta del gran caos que se suscitó. Libros tirados, recuadros rotos. Todo regado en el suelo. Solo uno estaba intacto y lo tomó.

𝐄𝐫𝐰𝐢𝐧, 𝐇𝐚𝐧𝐠𝐞, 𝐌𝐢𝐤𝐞... Perdonenme.

Lo colocó nuevamente encima del escritorio. Desabotonó su gabardina, tomó las llaves de las celdas y procedió a salir de la habitación con todo el arrepentimiento y la culpa sobre sus hombros.

Caminando por los pasillos se dió cuenta de lo sola que se encontraba en ese momento, si no es que desde siempre se había sentido así. Ella misma sabía que las decisiones que tomaba lastimaban a otros, hasta el grado de cobrar vidas por el bien de su patria. De su gente.

Se detuvo frente a una puerta en específico y dudó si entrar, su mano temblaba más de lo que su corazón palpitaba al tratar de girar la perilla, pero lo hizo.

Oscuridad. Y un dolor casi imperceptible, pero muy intenso dentro de ella. Los recuerdos comenzaban a inundar su mente - y su corazón - así que se apresuró a cerrar la puerta y salir de ahí.

Siguió caminando por el pasillo hasta llegar a la puerta del comedor y se dió cuenta que estaba la luz prendida. Dió un paso con la intención de entrar, pero escuchó un sollozo y varios murmullos.

𝐇𝐚𝐧𝐠𝐞. Pensó.

Quería disculparse, quería arrodillarse frente a ellos e implorarles que la golpearan hasta dejarla sin respirar, tal vez así pudiera sentirse en paz después de tanta masacre que ha provocado e impulsado.

𝐃𝐢𝐞 𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮 | 𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora