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El cielo empezaba a salir cuando Hammy llamó a Liz. Ella contestó con voz de sueño.

—¿Qué quieres, Hammy? —preguntó Liz.

—Debemos hablar sobre lo que pasó —dijo Hammy.

—¿Quieres hablar? ¿Después de que Osvaldo te besara ayer? Tú eres mío hammy y de nadie más—Liz sonó firme y exigente.

Hammy sabía que discutir no serviría de nada.

—¿Qué necesitas que haga? —preguntó, resignado.

—Quiero que estés conmigo hoy, solo nosotros. Y prométeme que no verás a Osvaldo —ordenó Liz.

Hammy se quedó callado un momento y luego aceptó.

—Te lo prometo, Liz. Hoy estaré contigo —respondió, aunque se sentía triste al decirlo.

—Nos vemos en una hora —Liz colgó sin esperar más.

Hammy dejó su teléfono, sintiéndose atrapado. A pesar de todo, quería hacerla feliz, aunque sabía que algo no estaba bien.

Hammy entro a la escuela con una mezcla de resignación y nerviosismo. Apenas había dado unos pasos en el patio cuando escuchó las voces conocidas de Saúl y Daniel.

—¡Mira quién llegó! —exclamó Saúl con una sonrisa burlona—. ¿Cómo está nuestro Romeo?

Daniel no pudo contener una carcajada.

—¿Ya encontraste a tu Julieta, o debería decir... tu Osvaldo? —añadió, guiñando un ojo.

Hammy rodó los ojos, intentando mantener la calma.

—Muy graciosos, chicos —dijo con sarcasmo—. ¿No tienen algo mejor que hacer?

Saúl se acercó, dándole una palmada en la espalda.

—Vamos, Hammy, solo estamos bromeando —dijo Saúl, aunque su sonrisa seguía siendo provocativa.

—Sí, hombre, no te lo tomes a mal —agregó Daniel, aunque su tono sugería que disfrutaba del chisme.

Hammy suspiró, sabiendo que tendría que lidiar con comentarios como estos por un tiempo.

—Escuchen, fue solo un malentendido. Nada más —explicó, esperando que eso pusiera fin a las burlas.

Saúl y Daniel se miraron, y después de un momento, asintieron.

—Está bien, Hammy. Pero sabes que no vamos a dejar que vivas esto tan fácilmente —dijo Saúl con una sonrisa cómplice.

Hammy simplemente asintió, resignado a aceptar las bromas de sus amigos si eso significaba mantener la paz.

—Solo asegúrense de que Liz no los escuche —advirtió Hammy, consciente de que cualquier mención del incidente podría desatar la ira de Liz.

Los tres compartieron una mirada entendida y continuaron su camino hacia la clase, dejando atrás las risas y los chistes... por ahora.

Hammy entró al salón de clases y de inmediato sintió las miradas de todos sobre él. Los cuchicheos no tardaron en empezar.

—Ahí viene el chico del beso escandaloso —dijo una voz en el fondo del salón, provocando risitas.

—¿Será que hoy veremos otro episodio de la telenovela? —comentó otro, y algunos asintieron con expectación.

Hammy apretó los dientes y se dirigió a su asiento, intentando ignorar los comentarios. No había pasado mucho tiempo cuando Osvaldo se acercó con una sonrisa nerviosa.

—Hammy, sobre ayer... —comenzó Osvaldo, pero Hammy levantó una mano, deteniéndolo.

—No, Osvaldo. No aquí —dijo Hammy en voz baja pero firme—. Por favor, alejate.

Osvaldo pareció herido, pero asintió y se alejó sin decir más. Hammy se sentó, sintiendo la tensión en el aire. Los comentarios continuaron, algunos más crueles que otros.

—¿Crees que le gustó y ahora se hace el difícil? —susurró alguien, y una ola de risas se esparció por el salón.

Hammy se concentró en sus libros, deseando que la tierra lo tragara. Sabía que sería un largo día.

El patio de la escuela estaba lleno de estudiantes disfrutando del recreo, pero Hammy apenas podía concentrarse en su almuerzo. Liz estaba a su lado, pero su mente estaba en otro lugar. De repente, Liz se puso de pie.

—Vuelvo en un momento, Hammy —dijo, y antes de que él pudiera responder, ella ya se había alejado.

Liz se dirigía directamente hacia Osvaldo, quien estaba parado cerca de la cancha de baloncesto.

Liz se acercó a Osvaldo con una mirada que no dejaba lugar a dudas sobre la seriedad de sus intenciones.

—Osvaldo, necesitamos hablar —dijo Liz, su voz baja pero firme.

Osvaldo la miró sorprendido, pero asintió, dándose cuenta de que no tenía opción.

—¿Qué sucedió ayer...? —comenzó Osvaldo, pero Liz lo interrumpió.

—No me interesa lo que pienses que sucedió. Solo quiero que sepas una cosa: Hammy es mío —Liz pronunció cada palabra con una intensidad que dejaba claro que no toleraría ninguna transgresión.

—Liz, yo... —Osvaldo intentó explicarse, pero Liz levantó una mano, deteniéndolo.

—No tienes que explicarme nada. Solo aléjate de Hammy. Si vuelvo a ver algo como lo de ayer, las consecuencias serán peores —amenazó Liz, su mirada fija en los ojos de Osvaldo.

Osvaldo tragó saliva, asintiendo lentamente. No había duda de que Liz era capaz de cumplir sus amenazas.

—Ya puedo hablar

—que me vas a decir que fue un "accidente"

—Un accidente para nada, eso fue lo que le dije a hammy Pero es obvio que yo tenía toda la intención y no me arrepiento — dijo con un tono desafiante.

—Yo sabía que no estaba loca maldito cerdo infeliz, no quiero que vuelvas a acercarte a el.

—No te conocia ese vocabulario, quien eres tu para decidir eso, jaja , te lo diré no eres nadie, yo haré lo que quiera.— Dijo Osvaldo burlándose de Liz

—El primer beso de hammy debió ser mío asqueroso animal infeliz, agradece que estamos en la escuela.

—Es tu culpa por tardar tanto, bueno talvez en poco tiempo otra cosa será mía también — amenazó Osvaldo.

—A que te refieres maldito.

—A su virginidad.

—Cerdo asqueroso, ojalá te mueras, ni se te ocurra acercarte a el.

—Que acaso también la quieres tu, no te conocía así, creí que no te importaban esas cosas.

—Me tengo que ir, espero que está conversación no se vuelva a repetir.

—Está bien, Liz. No se repetirá —dijo Osvaldo, y Liz le sostuvo la mirada un momento más antes de dar media vuelta y regresar con Hammy.

Hammy vio a Liz acercarse con una sonrisa y sintió un escalofrío. No sabía pasado , pero algo le decía que las cosas se habían complicado aún más.

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⏰ Última actualización: Jun 02 ⏰

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Hammy y OsvaldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora