Dos almas encuentran refugio en un amor clandestino.
Taehyung, el alfa, hijo mayor de un eminente millonario alemán y Jeon Jungkook, el sádico cerebro detrás de "Gangcheol", la mafia más grande y poderosa de Corea, se ven envueltos en un romance que...
Al salir de la habitación, los cuatro hombres que custodiaban la entrada se inclinaron en una reverencia profunda, perfecta en su precisión y sincronización, reflejando un respeto absoluto y una disciplina impecable.
El alfa anterior, Chan, quería seguirlos, temeroso de que Taehyung pudiera intentar algo contra el señor Min para escapar, aunque esa posibilidad era remota. Al percibir su intención, el señor Min desaprobó con un gesto, y luego comenzó a caminar por uno de los muchos pasillos de la mansión, con Taehyung siguiéndolo de cerca.
Comenzaron a caminar, y Taehyung se encontró completamente sorprendido y cautivado por lo que sus ojos veían.
"¿Acaso alguien podía tener tanta riqueza como para construir una casa así?", pensaba Taehyung mientras sus ojos recorrían los lujosos detalles de la mansión.
A pesar de ser hijo de un gran millonario, que incluso poseía dos aviones privados, se sentía superado por la opulencia que vislumbraba en aquella mansión.
Si la residencia principal era tan impresionante, no podía ni imaginar cuánto dinero debía poseer para mantenerla así.
El señor Min, dirigiendo a Taehyung por el pasillo, se detuvo al notar que este se había quedado rezagado debido a su paso lento, y lo miró de reojo.
El señor Min se detuvo y, con una leve sonrisa, comentó: —Parece un palacio, ¿no?
Taehyung, aún contemplando una pintura que adornaba una de las paredes, asintió en respuesta.
—Es verdaderamente hermoso. —murmuró, observando cada detalle con atención.
El señor Min, un tanto más consciente de la situación, se colocó a su lado y compartió su admiración por la pintura. —Si gusta, mañana puedo darle un recorrido por toda la mansión—,sugirió el mayordomo, captando finalmente la atención de Taehyung.—Eso sí, joven Taehyung, para conocer bien esta mansión, podría tomar incluso días—, advirtió. Estas palabras sacaron a Taehyung de su trance, y aunque no las escuchó claramente, asintió en señal de acuerdo.
—Claro—, fue lo único que respondió, sintiéndose como un tonto que nunca antes había visto algo tan impresionante. —Por cierto, señor Min, ¿podría decirme la fecha y la hora?—preguntó Taehyung mientras avanzaba.
El señor Min miró la hora en su reloj de bolsillo y luego respondió con calma :—Hoy es viernes veintitrés de mayo y son las once y dos minutos, joven—, dijo mientras avanzaba a paso rápido.
Taehyung se quedó totalmente sorprendido al escuchar la hora exacta y se sorprendió aún más al darse cuenta de que solo habían pasado horas desde que llegó a esa situación.
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El salón estaba vacío y silencioso, su amplitud dejaba al viento moverse con libertad, creando un murmullo casi imperceptible en sus rincones.
