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El señor Min y Chaeyoung caminaban por uno de los pasillos principales de la mansión, a pocos metros del comedor, cuando vieron a Taehyung pasar corriendo despavorido.

Ni siquiera pareció verlos, corriendo rápido, visiblemente asustado y agitado. El señor Min y la rubia beta intercambiaron miradas desconcertadas ante la situación.

No querían entrometerse, ya que si su jefe no se los decía, podrían meterse en problemas. Sin embargo, la espera no fue larga, pues unos segundos después, apareció corriendo, el alfa mano derecha de Jungkook.

—¿Qué sucede, Mingyu? —preguntó el señor Min con preocupación.

Mingyu, jadeando, se inclinó y apoyó las manos en las rodillas para recuperar el aliento.

—Qué oportuno encontrarlo aquí, señor Min —dijo el alfa, suspirando agitado.

—¿Quieres un poco de agua?
—preguntó la beta al ver su estado. Mingyu solo negó con la cabeza.

—Señor Min, asegúrese de proporcionarle una habitación al joven Taehyung, pero recuerde, esta habitación debe tener un bonito balcón —dijo Mingyu al incorporarse.

El señor Min asintió y, junto a la beta, salió corriendo en la dirección en que Taehyung había pasado.

Mientras avanzaban, el señor Min y Chaeyoung miraban a todos lados para asegurarse de ver bien por dónde pasaban. Al no encontrarlo, el señor Min comenzó a preocuparse, pensando que el pelinegro se había perdido en la amplió lugar.

Para su fortuna, tras un rato de búsqueda, encontraron a Taehyung parado detrás de una de las estatuas que decoraban un pasillo, mirando hacia afuera por el gran ventanal.

El señor Min, sintiéndose aliviado, se acercó lentamente hacia él.

—Es agradable encontrarlo aquí, joven Taehyung —dijo el alfa una vez a su lado.

El pelinegro lo miró sorprendido y esbozó una sonrisa nerviosa.

—No quiero perturbar su tranquilidad, pero por favor síganos. Le mostraremos su habitación—dijo Min con serenidad y elegancia.

Para ese momento, Taehyung ya se sentía más tranquilo. Así que decidió no ser descortés con alguien que simplemente cumplía las órdenes del depravado de Jeon.

—Pero señor, recuerdo que mi habitación estaba en otro pasillo —dijo Taehyung mientras avanzaba, observando detenidamente las paredes.

El anciano alfa se giró hacia él con una sonrisa amable.

—Joven Taehyung, esa no era su habitación. Además, aquí es fácil perderse —explicó, volviendo a encaminarlo hacia donde sería su nueva habitación.

Después de un rato, los tres llegaron a un pasillo muy bien iluminado que parecía ser el de las habitaciones principales. Estaba decorado con una sutileza que destilaba estilo y elegancia, con candelabros y pinturas bellamente colocados.

El señor abrió la puerta blanca con una manilla en forma de flor, aunque en su estado emocional no le prestó mucha atención.

Al entrar, quedó impresionado. Si la habitación anterior era maravillosamente grande, ésta la duplicaba en tamaño.

—¿Le gusta la habitación?—preguntó el alfa canoso. Taehyung asintió en respuesta.

La rubia beta, que desde el principio solo los seguía, quedó maravillada por la belleza sobresaliente del alfa. No obstante, no lo miraba con ojos de admiración romántica, sino con asombro ante su magnífica presencia.

Jeon |KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora