Capitulo I: La caída de los girasoles.

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Los primeros rayos de luz solar se escapaban entre los árboles, el amanecer había llegado y junto con él la caída de nuestro imperio que había perseverado por los últimos cien años, el gran imperio D'Angelo. Lo que antes era una fortaleza implacable se estaba desmoronando, bañada de la sangre de los más fieles devotos. Solo quedaban los gritos de aquellos que lograron escapar.

Nos encontramos refugiados en una la oficina de mi padre Nicolas, es una de las habitaciones del tercer piso, falta poco para que lleguen. Siento el sudor sobre mi cuello, manos y frente, mi corazón escapa por mi garganta de solo pensar que pasara cuando rompan la frágil puerta de madera que nos separa de ellos.

La respiración de mi hermana Noah se encontraba entrecortada y sus ojos comenzaban a llorar, mientras se abrazaba al dorso de Mamá; sabia que quería hablar, ella no tenia ni idea de lo que estaba pasando y estoy completamente segura que solo pensaba ¿Por qué esas personas querían hacernos daño, si nosotros no habíamos hecho nada malo?, pero cómo explicarle a una niña de 12 años que sus padres mataron a un pequeño campamento de lobeznos. No juzgo a los lobos por hacernos eso, si alguien le hiciera algo a Noah yo haría lo mismo que están haciendo ellos.

Padre se acercó a Noah abrazándola alejandola lentamente de mamá para acercarla a mi — Mis niñas, mama y papa no dejarán que nada les pase— agregó abrazándonos — Charlie debes sacar a tu hermana de aquí, nosotros nos encargaremos de los lobos.

Madre se agacho a la altura de Noah — Debes quedarte con Charlie. Tu hermana va a cuidarte. — Dijo acariciando sus mejillas mientras limpiaba las lágrimas corriendo por ellas— no te preocupes por nosotros mi niña— beso su mejilla, me miró tomando mi mano— Ten mucho cuidado, las amo mucho a mis niñas— agregó sonriendonos

—Charlie te llevaremos a la puerta sur-oeste debes salir por donde se despliega la legión de rastreadores, debes seguir derecho hasta llegar a la base de la legión, ellos las ayudarán — agregó dándoles una última mirada— Blair— llamó a mamá— Vamos.

Tome la mano de Noah para poder guiarla fácilmente. Papá va al frente golpeando a todo lobo que se cruzaba en nuestro camino, después nosotras y atrás se encontraba mamá rematando a los que seguían con vida, evitando que nos ataquen por la espalda.

Ya nos encontrábamos cerca la salida, la gran puerta se encontraba cerrada así que corrí junto a mamá para poder abrirla mientras papá luchaba contra los lobos que llegaban, cada vez eran más y la puerta no se abría por completo, solo una pequeña parte por debajo. Eran demasiados, tanto que mamá corrió junto al padre para poder detenerlos— ¡VÁYANSE!— exclamó mamá, tome a Noah de la mano ayudando a salir por el pequeño lugar.

Corrimos por el bosque, podía sentir como alguien nos observaba—Espera— murmure — No estamos solas, debemos ir más rápido, se que no te gusta que te toquen Noah pero debo cargarte. — Agregue para después sostenerla entre mis brazos, comencé a correr, ya faltaba poco para llegar cuando un gran lobo de pelaje negro se estrello contra mi tirándonos al suelo. Reaccione rápido poniéndome frente a Noah, mire a mi alrededor en busca de más enemigos.

Parece que es el solo.

—Noah, sigue derecho, yo me encargare de él— no recibí respuesta— ¡NOAH, SIGUE DERECHO!— Grite enojada. Ella comenzó a correr, el lobo intentó ir tras ella pero lo golpee en un costado sacándonos del camino a ambos.

El gran lobezno cambio de su forma lobuna a su media transformación, mostrando su rostro y partes de su cuerpo con pelaje —Maldito parásito— insulto mientras se ponía de pie, intente golpearlo nuevamente pero me tomó de un brazo para estrellarme contra el tronco de un árbol. Lo empuje con mi super fuerza escapando de su agarre, pero el lobo rápidamente atacó rasguñando mi hombro, frunci el seño. Se acercó a mi nuevamente intentando rasguñarme, con la super velocidad lo esquive y lo empuje de una patada dejándolo algo distraído, me acerque y lo derribe con un brazo, puse un pie sobre su pecho para agacharme y tomar su cabeza entre mis manos intentando romperle el cuello, comenzó a gritar pero antes de lograrlo me empujo.

Mostré mis colmillos, mientras él se recuperaba un poco corrí hacia él para morderlo. —No me toques, eres repugnante— Exclamó, tomándome del cabello intentando quitarme, me tomó el cuello intentando movilizarse, lográndolo. —Quiero que me veas— murmuró con desprecio tomándome de la mandíbula obligándome a verlo— Quiero que veas la cara de la persona que va acabar contigo— agregó, para después morderme el cuello. Pateé intentando zafarme, sus brazos se encontraban manchados de la sangre que le provocaron mis rasguños desesperados, mis ojos se volvieron rojos pero me era imposible usar toda mi fuerza el veneno de su mordida ya había llegado a mi sistema. Mis piernas flaqueaban y mi visión se volvía cada vez más lenta, solo sentí como volvió a tomarme del cuello y mi cuerpo no respondía, hasta que todo se volvió oscuridad. 

Diluvio de medianoche: La historia de una flor marchitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora