ii ━━ i'm not even a star

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capítulo dos

NI SIQUIERA SOY UNA ESTRELLA














A Hans le encantaba que sus noches fuesen de esa forma, con Effy a su lado mirándolo desde una silla incómoda mientras se negaba a recostarse a su lado porque era algo prohibido. Eso era lo único que odiaba, que no pudieran tener la libertad que querían, o la que él necesitaba. A Effy no le molestaba ocultarse, si lo requería, se arrastraría con tal de no perjudicarle y causarle más problemas dentro de su propia familia. Los Westergaard eran muy duros y exigentes con Hans cuando por sus venas corría la misma sangre.

¿Pero Effy? Él lo hacía sentir como si estuviera en su hogar, incluso cuando se podían encontrar a kilómetros del palacio, porque ese lugar gélido y hostil nunca fue una casa para él. Jamás albergó ese ambiente cálido y dulce que en algún momento debió poseer. En cambio, Effy era todo eso que su familia como sus hermanos o sus propios padres no le dieron. Tal vez esa era la urgencia de que fuese junto a él en un mes y medio a la coronación de la futura monarca de Arendelle. No veía una vida o un instante de ella sin Effy Astley con él, quizás se había aferrado demasiado a su presencia, lo añoraba a cada momento cuando no estaba cerca.

¿Se debía a su cercanía desde pequeños al ser su único amigo aun cuando pertenecían a mundos completamente distintos? ¿O tantos años juntos siendo solo ellos dos había deteriorado su amistad a tal punto que ahora se había hecho dependiente de aquel chico que solo estaba allí haciendo su trabajo? Porque Hans sabía ─porque debía saberlo─ que Effy Astley jamás tendría una relación con él siendo ambos hombres y en un reino como las Islas del Sur, gobernados por un Westergaard que no fuese él mismo, nadie con la misma mala suerte suya tendría un final feliz. Y él era una cruel víctima más de las circunstancias de la vida.

── Caleb habló con el rey esta mañana y autorizó a que seas mi acompañante en el viaje hacía Arendelle para la coronación de la princesa Elsa ── habló Hans, rompiendo el silencio que se extendía en la habitación como el hostil frío de invierno.

── ¿De verdad accedió? ── preguntó Effy, con sorpresa, casi como si no creyera en sus palabras.

── Él dijo que le costó convencerlo, pero que justo estaba Lars allí todos saben lo persuasivo que es, siempre ha intentado abogar por mí como si de verdad yo le importara, y bueno, el rey tiene cierta debilidad por mi hermano.

Incluso él, siendo uno de sus hijos, no se atrevía a llamarlo padre.

── Siempre han sido Caleb y Lars los favoritos del rey, por eso siempre hace todo lo que él le pide ── murmuró Hans, luego de que Effy no emitiera ni una palabra ──. Supongo que tengo un poco de suerte de que ellos dos no sean como el resto de mis hermanos o ya me habrían enviado a la horca por una sola petición suya hace tiempo.

── Dígame una cosa, príncipe Hans, ¿por qué quiere que yo, un simple sirviente lo acompañe en un lugar de un guardia? No sé pelear ni tampoco sé cómo se usan las espadas.

── Yo sí sé usar una espada ── respondió, evadiendo la pregunta del chico.

── No fue eso lo que le pregunté, pero está bien, no tengo derecho a cuestionarlo pues solo soy parte de la servidumbre ── Effy se levantó de la silla, dispuesto a marcharse porque ya era de noche, sería demasiado sospechoso que permaneciera allí.

El palacio de las Islas del Sur nunca había sido bueno guardando secretos, aunque ellos llevaban varios años ocultando una amistad extraña que se fue desarrollando en su infancia cuando ambos eran unos niños olvidados por sus familias. Hans creciendo rodeado de lujos, pero carente de amor, mientras que Effy había sido criado para servir a su nación, o al menos a sus reyes. No tuvo tiempo de aprender sobre el amor cuando era pequeño, pero estando junto al príncipe menor, cualquier cosa podía por insignificante y vana que fuese se sentía como amor.

── ¿Adónde vas? No te he ordenado que te vayas ── Hans se irguió sobre su cama ── ¿Por qué siempre es lo mismo contigo?

── Disculpe mi atrevimiento, alteza, pero me hago la misma pregunta respecto a usted. Sigue insistiendo con que lo bese, que me quede aquí a dormir con usted como si no pudieran entrar y ver tan inapropiada escena.

── No te he pedido que me beses ahora, ni siquiera es eso lo que quiero, me gustaría que no me dejaras solo por hoy.

── ¿Cuándo lo he dejado solo, su alteza? ── Hans podría contar la cantidad y quedarse sin dedos con los cuales proseguir ──. Usted sabe que debo cumplir con las órdenes de su padre, señor.

El príncipe rodó los ojos, asqueado por oír aquella palabra. Padre. Ese vejestorio que se encontraba pudriéndose en el frío e incómodo trono no podía considerarse como tal.

── Y las ordenes del rey fueron claras cuando te dejó a cargo de mí para que cumplas todos mis caprichos, Effy.

── Su voluntad es mi voluntad, pero no puede pedirme algo que ambos sabemos que no puedo cumplir.

── ¿Tan difícil es amarme? ── murmuró Hans, casi ido, ni siquiera estaba mirando al chico frente a su cama.

── No estoy hablando de eso, su alteza, pero no puedo permanecer más tiempo aquí, debo irme.

Porque no había cosa más difícil que quedarse, porque amarlo era demasiado fácil, lo complicado era que no los descubrieran.

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⏰ Última actualización: Jun 02 ⏰

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