capítulo cero
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AMANTE ❜
Las Islas del Sur era un reino conformado por muchísimas islas en Dinamarca, siendo gobernado por unos ya ancianos reyes que buscaban al hijo más apropiado para el trono antes de su muerte, pues tener trece hijos varones era bastante complicado siendo monarcas. Uno de los muchachos, el menor, realmente nunca se había interesado por la corona o el poder que esta le podría conceder si sus padres tomaban la decisión de coronarlo a él en cuanto cumpliera los dieciocho, pero ya tenía veintiuno y esa idea era impensable, Hans sabía que sus padres tenían cierto favoritismo con su hermano mayor, Caleb.
En definitiva, Hans no tendría ningún beneficio con él, ni con los demás al mando, salvo por su hermano Lars que constantemente mostraba un poco de amabilidad hacía su persona. Aunque la única persona que parecía tratarlo con muchísima más decencia humana era uno de los sirvientes reales, Effy Astley, un muchacho inexpresivo que odiaba servir para los demás príncipes, por lo que, de alguna manera, se las había ingeniado para que el rey diera la orden de que solamente le sirviera a Hans porque según, Effy lo ayudaría a dejar de ser un llorón debilucho.
Él no creía que Hans fuese alguien débil, de hecho, tenía bastante potencial, pero había vivido toda su vida bajo las sombras de sus hermanos mayores, siendo ridiculizado y humillado en cualquier lugar, no importaba si era una reunión política o un funeral, Hans siempre era el blanco de burlas de los demás príncipes, menos de Lars. Effy los detestaba a todos, inclusive al más benevolente con el príncipe menor. No confiaba en esa amabilidad, él mismo podía parar todo el abuso y la manipulación que los demás ejercían contra su hermano, pero solo permanecía en silencio, porque le convenía que todos vieran a Hans como alguien incapaz de ser una amenaza.
── Si tan solo pudiera demostrarles que soy mejor que todos ellos ¡Siguen siendo unos bastardos inmaduros! Algunos hasta ya se han casado, como el desgraciado de Caleb o Rudi y Runo. Lo único que les importa es que nuestros padres se mueran para pelear por la maldita corona ¿A quién mierda le importa el destino de este reino? Es una mierda, al igual que toda la realeza.
── ¿Incluso usted, príncipe? ── inquirió Effy, con todo el respeto que su mordaz pregunta le permitía.
── ¿Qué no es obvio? Yo no tengo poder alguno, a penas y tengo el respeto de algunos inservibles súbditos. Está claro que yo no entro allí ── contestó enojado.
Estaban en su recamara, encerrados con llave para evitar que sus entrometidos hermanos arruinaran todo como siempre. Ojalá desaparecieran, no le importaría en lo absoluto que se murieran ahogados, realmente lo disfrutaría.
── ¿Yo también soy uno de esos inservibles súbditos? ── Effy volvió a preguntar, sereno como siempre.
El semblante del príncipe se suavizó y se levantó de golpe de la gran cama que ocupada un espacio considerable de la habitación. Se acercó rápidamente al sirviente y tomó su cara entre sus manos, cosa que sorprendió bastante al muchacho.
── Por supuesto que no, tú eres la única persona que vale la pena en este castillo. Eres el único que de verdad me importa ── Hans comenzó a acercar su cara lentamente a la del joven, sus respiraciones mezclándose fueron suficientes para que el sirviente se separara abruptamente de él.
── Lo siento majestad, pero no creo que sea apropiado. Pienso que es mejor que me retire, de verdad.
── ¿Y qué importa si lo es o no? Si quiero besarte da igual lo que es correcto e incorrecto, lo haré de todos modos, pero solo si tú quieres ── claro, el consentimiento era lo primordial. Hans podía ser egoísta y tener otros cien defectos, pero ese, no era uno de ellos.
