Feliz día de muertos !!![][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][][
Narrador: Omicente
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La noche se cernía como un manto opresivo, y la lluvia caía en gruesas gotas, golpeando el suelo con una fuerza implacable. Leo, con las manos atadas a la espalda, caminaba tambaleante bajo la presión de los soldados españoles que lo escoltaban. Apenas podía ver frente a él, y sus pies resbalaban en el lodo, pero el peso de su captura era más intenso que cualquier golpe que recibía.
Tras unos minutos, el grupo se detuvo frente a la imponente figura de una catedral abandonada. Las torres parecían desgarrar el cielo, y la piedra húmeda y oscurecida reflejaba un brillo casi fantasmal bajo los relámpagos que iluminaban la noche. Sin decir palabra, los soldados lo empujaron hacia el interior, donde una mezcla de sombras y ecos de rezos antiguos parecían flotar en el aire.
Hombre 2: ^tu no te preocupes chamaco, el día de mañana el viejo ese te va a perdonar^
Leo: ^usted cree eso?^
Hombre 2: eeeeeeh no jajajajajaja
Hombre 1: deja de espantarlo (empuja a su acompañante) ^hoy en la noche vamos a salir de una sola pieza^
El eterno camino a la catedral tan solo les causaba más nerviosismo del que ya tenían, antes de poder llegar un sonido contante de una fea y mal pintada carreta jalada por caballos de oscura piel les llamo la atención,no era para nada común ver ese tipo de carreta y menos en estos tiempos tan salvajes.
???: ¡OIGAN! ESAS SON MIS COSAS!!
Soldado: jajajajaja no se preocupe mi don, yo aquí se las cuido jajajaja
Quien se daría cuenta, las cosas de un prisioneros no valen nada y menos si el sujeto es un cero a la izquierda en este mundo.
El menor de los San Juan le importo más qué unos segundos, hasta que sus inocentes ojos dieron a parar a una silueta, su cara de tristeza y miedo paso a curiosidad, esa esbelta figura le recuerda a alguien pero, lastimosamente los días sin poder pegar las pestañas adecuadamente no lo dejaron enfocar a gusto. Sin más, lo empujaron para que entrara al recinto, dentro, apenas iluminados por las antorchas de los guardias, Leo distinguió las figuras de otros prisioneros, sus rostros hundidos, sus miradas vacías. Pero uno de ellos llamó su atención: un hombre de baja estatura con una llamativa y marcada joroba.
A pesar de la la situación tan desalentadora en la que estaban pasando una pequeña presentación entre los prisioneros no sonaba tan mal, el hombre de joroba pronunciada susurraba, casi en un trance, y de su boca sólo salían palabras de desolación.
—Vamos a morir… todos… todos vamos a morir aquí —murmuraba sin cesar, su voz quebrada y llena de locura.
Eso no sonaba nada bien.
Pasaron segundos, minutos… tal vez horas, y el silencio de la catedral se volvió tan espeso como la misma oscuridad que los rodeaba. Uno a uno, los prisioneros se dejaron vencer por el agotamiento y el temor, cayendo en un sueño inquieto, sus respiraciones pesadas resonando en el frío eco del lugar. Leo también, agotadodeesoz duros días, finalmente cerró los ojos y morfeo hizo lo suyo, aunque su mente aún vagaba entre recuerdos de ______ y una ansiedad que no lograba desvanecer, cada que intentaba cerrarlos ojos la única imagen que le llegaba era de ______ con su hermosa y calidad sonrisa, la melancolía lo había atrapado y con eso trato de descansar para salir y volver con su familia... volver con su amiga.
Sin embargo, el sueño no duró mucho. Un leve roce en la penumbra lo hizo despertar, y al abrir los ojos, vio la silueta del extraño hombre, mirándolo fijamente con una intensidad perturbadora. Leo contuvo un grito, incorporándose de inmediato y sintiendo el latido de su corazón acelerarse. El hombre no hizo ningún movimiento, solo mantuvo aquella mirada fija, casi como si esperara algo de él.
Antes de que pudiera decir una palabra, un sonido profundo resonó en la lejanía. Al principio, fue un eco bajo, algo que podría haber sido el aullido de algún animal, o tal vez el crujido de las vigas del techo. Pero luego se intensificó, una mezcla de sonidos que rebotaban entre las paredes y que nadie lograba identificar.
Los otros prisioneros comenzaron a despertar, mirándose con desconcierto y miedo. Pronto, el sonido se volvió más claro, transformándose en un conjunto de gritos. Eran voces humanas, voces de soldados que parecían estar en plena angustia. Unos segundos después, un grito desgarrador llegó desde el otro lado de la pared, un sonido que se coló en la mente de todos los presentes, sembrando un pánico indescriptible.
Hombre 3: ¡Algo está ahí afuera! (Apretando sus puños con fuerza)
El hombre dio una señal a el menor para que se subiera en sus brazos y lograr ver tras la ventana. Leo al subir no vio nada extraño hasta que algo de lo rápido que iba hizo que se caiga asustando a todos en el proceso.
Hombre 1: ¿Que viste?
Leo: creo creo que un animal!!
Alguien más, lleno de desesperación, golpeó los barrotes con los puños, clamando por piedad, suplicando a los soldados que los dejaran salir. La histeria comenzó a extenderse, y más voces se unieron en súplicas desesperadas.
"¡Déjennos salir! ¡No queremos morir aquí!"
Pero antes de que el pánico pudiera desbordarse, los gritos del otro lado de la pared fueron interrumpidos e intercambiados por los pasos sordos de una botas.
???: ~Leo~ ~Leo~
Todos voltearon a ver al menor que solo se agarraba la playera con pavor, sin poder anticipar que una persona apareciera detras de esas oxidadas rejas un soldado novatoor una carcajada burlona. Leo miró hacia la entrada y reconoció la figura, Nando, quien con una sonrisa de satisfacción, observaba a los prisioneros con una mezcla de burla y diversión.
Nando: Vaya, ¿de verdad pensaste que algo venía por ti Chisguete? (riendo mientras se acercaba a Leo) Siempre fuiste muy fácil de asustar, hermanito ja ja ja
Un golpe en la cara es lo que todos querían darle al tarado.
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Ya extrañaba a mi querido Nando, a partir de aquí ya no va ser fiel a la película, así que, advertidos están de no saltarse nada 0w0
Lo bueno ya va empezar !!!
-xivata-
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Entre el bien y el mal [Leo San Juan x ____]
FanfictionEra el siglo XVI, los españoles gobernaban México antes la Nueva España, pero no nos vamos a introducir en eso si no de la Puebla de los Ángeles. Donde vive un niño pequeño de 8 años llamado Leo San Juan y una niña pequeña de 9 años llamada ____. El...