Carlos llegó a su departamento sintiendo que flotaba. Cada paso hacia la puerta se le hizo eterno, pero al fin entró y se dejó caer en el sofá, aún con el casco de motocicleta en la mano. Miró su teléfono, el número de Charles en la lista de contactos lo tentaba.
Tomó una respiración profunda y abrió la aplicación de mensajería. Los dedos le temblaban un poco, dudó unos instantes antes de empezar a escribir.
Carlos: Hola, Charles Soy Carlos, el repartidor de pizzas. Solo quería confirmar nuestra salida del próximo jueves. ¿Te parece bien a las 7 p.m.? 😊
Carlos releía el mensaje una y otra vez, ajustando cada palabra en su mente. Finalmente, cerró los ojos y pulsó enviar. Estaba sumamente nervioso
El teléfono permaneció en su mano, una eternidad pasó en segundos mientras esperaba una respuesta. El sonido del mensaje entrante lo hizo saltar.
Charles: Uh hola Carlos, Claro las 7 p.m. está perfecto. ¿Te parece bien en el café de la esquina de mi casa?
El alivio y la emoción hicieron que Carlos sonriera ampliamente. Rápidamente respondió.
Carlos: Perfecto, nos vemos ahí entonces.
Cerró el teléfono y dejó escapar un suspiro de satisfacción. Tenía una cita. Una cita con Charles. La idea se sentía surrealista, pero era real.
El jueves llegó más rápido de lo que Carlos había anticipado. Pasó el día trabajando con una sonrisa que no podía borrar de su rostro, buscaba y re buscaba entre su ropa que ponerse, debía ser algo casual pero no tanto, y su amigo incluso comentó lo feliz que parecía. Al llegar las 5 de la tarde, Carlos terminó su turno, se fue a casa, se dio una ducha rápida y se vistió con esmero, escogiendo una camisa que esperaba le diera un aire más casual pero presentable.
Porfavor no la cages Carlos.
Al llegar al café, vio a Charles sentado en una mesa junto a la ventana, luciendo relajado y elegante. Carlos se acercó, nervioso pero emocionado, y Charles levantó la mirada, regalándole una sonrisa que iluminó el lugar.
—¡Hola, Carlos! —dijo Charles, poniéndose de pie para saludarlo.
—Hola, Char...Charles—Carlos respondió con una sonrisa nerviosa—. Me alegra verte.
Ambos se sentaron y la conversación fluyó más fácil de lo que Carlos había esperado. No había tartamudeado eso era un logró. Hablaron de sus trabajos, de sus intereses, y encontraron que tenían muchas cosas en común. La timidez inicial se fue disipando, reemplazada por risas y sonrisas sinceras.
—No puedo creer que no hayamos hablado más antes —dijo Charles, tomando un sorbo de su café—. Eres muy interesante, Carlos.
Carlos sonrió, sintiéndose más seguro de sí mismo. —Lo mismo digo, pensé que me veias diferente. Me alegro de que hayas pedido esa pizza hace dos meses.
Charles se rió. —Definitivamente, fue una buena decisión.
La noche avanzó y el café se llenó de una cálida luz nocturna. La conexión entre ellos creció, cada palabra y mirada fortaleciendo algo nuevo y emocionante, las mejillas de ambos se decoraban con bellos tonos escarlata, sus ojos llenos de ternura y el ambiente cálido los hacia sentir tan relajados el uno con el otro, ambos viendo las dulces y hermosas facciones del otro.
Finalmente, cuando la noche comenzó a enfriarse, decidieron salir a caminar. La brisa fresca del anochecer los envolvió mientras caminaban uno al lado del otro, en silencio pero cómodos.
"Las estrellas son hermosas, no deseas que baje una para ti? No, por que solo una? Que tal todas?" Pensó Carlos.
—Gracias por esta noche, Charles —dijo Carlos, rompiendo el silencio.
Charles le dio una sonrisa suave. —Gracias a ti, Carlos. Disfrute mucho tu compañia, que tal si esto se repite? —Dijo Charles, con una mirada coqueta.
Carlos sintió su corazón arder y latir lo más rápido que podía.
"Se ve tan lindo..."
—Me... Me parece bien... —Trato de decir con tranquilidad pero la mirada del otro sobre el lo hacía sentir tan desconcertado.
—Okey, la siguiente yo pago—Aclaró Charles, mientras seguían caminando hacia la casa de Charles.
Cuando ambos llegaron, sintiendo la necesidad de no querer despedirse y solos sus miradas concentradas el uno con el otro sin decir una palabra ni siquiera sintiendo el frio de la noche. Charles decidio romper el silencio.
—Uh... Yo, yo tengo que irme.—trato de decir, se acercó a Carlos dando un pequeño beso en la mejilla, beso que dejó al moreno petrificado.
Charles tosio en forma de despertarlo y el otro solo pego un brinco por el pequeño susto.
—¡SI YO TAMBIÉN TE QUIERO!—Grito Carlos, Charles sonrió ante lo dicho y decidió corresponder.
—Yo también te quiero.
Cuando se despidieron, Carlos sintió que su corazón latía con fuerza. Observó a Charles entrar en su casa antes de regresar a su moto, sintiendo que la vida le ofrecía una nueva oportunidad de ser feliz.
El calor en su pecho se quedó con él durante toda la noche, y mientras se preparaba para dormir, no pudo evitar sonreír. Esta cita era solo el comienzo, y Carlos estaba ansioso por ver qué les deparaba el futuro juntos.
"Esta poniendo benditas en las cicatrices de mi corazón, ni siquiera lo sabe y esta reparando algo que el no rompió."