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Para cuando Soobin fue consciente de su alrededor, supo que estaba jodido.

La humedad en sus pies lo hacían consciente de lo que estaba pasando, mientras trataba de moverse se dio cuenta que no iba a lograrlo, pues estaba atado a alguna especie de silla metálica, sus tobillos, manos y cuello estaban inmovilizados por mordazas de cuero.

En su boca también tenía algún tipo de arnés que le impedía hablar; y por ende, gritar por ayuda.

El constante sonido de un goteo lo puso en contexto.

Estaba dentro de un cubículo de cristal, en medio de un sucio y abandonado sótano, en algún lugar del maldito mundo.

¿La mejor parte?

El cubículo estaba llenándose de agua lentamente.

Si Soobin observaba con más detenimiento la sala en donde se encontraba; descubriría que una cuenta regresiva se mostraba en una enorme pantalla plana frente a él.

La verdad, no le hacía sentir mejor saber que en «19 horas, 45 min y 36 segundos» su cubículo se llenaría de agua hasta ahogarlo.

Soltó un bufido, frustrado; pues era todo lo que podía hacer; se dispuso a tratar de concentrarse y analizar todas las situaciones similares que había visto antes en pantalla.

Pero su análisis no le dio ninguna solución, es más, tan sólo lo predispuso a su muerte.

Al parecer cuando te sientas a esperar tu muerte, el tiempo va demasiado lento.

Soobin había tenido demasiado tiempo para pasar por todos los estados de ánimo existentes en el planeta.

Estaba sumamente cabreado, pues ¿cómo había sido tan estúpido para dejarse secuestrar de una forma tan idiota? No podía entender cómo en cuestión de minutos, había pasado de estar tan cálidamente acurrucado enseguida del chico que le gustaba, a estar con los pies mojados en un oscuro y tenebroso sótano; sin mencionar, el picor molesto que le avisaba que pronto tendría ganas de ir al baño; eso lo enfureció más.

Luego de eso, se entristeció ¿en verdad moriría ahí? Ni siquiera pudo despedirse de nadie, Beomgyu estaría furioso con él, sus padres, que ni siquiera sabían lo que estaba pasando, llorarían impotentes al saber la historia que nunca les pudo contar, se sentiría un mal hijo al saber que eran pocas las veces que llamaba a casa para decirles cuánto los quería.

Al fin podría tener la excusa perfecta para que su profesor de composición musical le justificara la falta ¿pero de qué servía si ya estaba muerto?

No tendría la oportunidad de escupir en el escritorio de su estúpido jefe, que ni siquiera se inmutó por la situación, incluso siendo su trabajo el principal culpable de su ¡maldita muerte!

Sobre todo, no pudo pasar más tiempo con Yeonjun, preguntándole más cosas sobre él como por ejemplo: ¿cuál sería su película favorita? ¿De qué lado le gusta dormir? ¿Coca-cola o Pepsi? ¿McDonald's o Burger King? ¿Spotify o Youtube Music? ¿Slytherin o Gryffindor? ¿Jedis o Siths? ¿Naruto o One Piece? ¿Bob Esponja o Los padrinos mágicos? ¿South Park o Rick y Morty? ¿Insidious o El conjuro? ¿Zelda o Super Smash?

Y claro está, que no tendría el tiempo de ir a comprarle ese bálsamo labial, para después quitárselo en un dulce beso, sobre esos lindos, gruesos y rosados labios dignos de un agente 007.

No podría hacerlo enojar, para después en la reconciliación pedirle que le dijera cosas sucias al oído, con su gruesa y sensual voz enfurecida.

No tendría la oportunidad de tentar esos muslos cuando estuviese sentado sobre sus piernas.

Delivery Boy! [TXT | YeonBin / SooJun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora