Las manos frías de tu esposo recorrían tus muslos, subiendo poco a poco, intentando encontrar el camino hacia tu humedad. No era de tu gusto tener intimidad con tu pareja, ya que tu deseo sexual por él era casi nulo. Tu matrimonio fue arreglado, ¿qué otra cosa más se podría esperar?
- ¡Por favor, Esteban, detente!
Esteban: ¡Me tienes harto con tu negación, eres mi esposa y debes cumplirme como tal!
- Pero no ahora, no quiero, por favor, detente.
Esteban: ¡Cumple con tu maldita obligación!
Entre empujones, forcejeos y gritos, terminaste accediendo a la petición de tu esposo de tener intimidad con él. Obligada, cumpliste cada una de sus peticiones. Después de terminar el acto, estabas sobre la cama, envuelta en una sábana, a punto de llorar.
Esteban: ¡Por favor, ¿de nuevo? ¿De verdad vas a empezar a joder con tus lloriqueos de nuevo?
- ¡Tienes que entender que cuando digo que no, es no! Pero pareciera que lo haces a propósito.
Esteban: ¡Deja de ser tan idiota, TN! ¡Es la única maldita obligación que tienes conmigo! ¡Cumplirme en la cama, eso es lo único que tienes que hacer y ¿qué crees? Eres pésima en ello!
- ¡Deja de hablarme de esa manera, Esteban!
Esteban: ¡Deja de quejarte de todo!
- ¡Me quejo porque odio tener sexo contigo!
Esteban, al escucharte, se acercó a ti enfurecido y te soltó una bofetada, reventando un poco tu labio, el cual empezó a sangrar.
Esteban: ¡La próxima será en toda tu linda cara, amor!
- ¡Me tienes harta!
Esteban: Díselo a tu madre, ella fue quien hizo el trato conmigo.
- ¿Por qué me haces esto, Esteban? ¿Por qué me quieres obligar a estar contigo?
Esteban: Sigue hablando y te sacaré de esa estúpida base militar. ¡No sé en qué momento accedí a que trabajaras ahí, no te lo mereces!
- ¡N-no puedes hacer eso, es mi única distracción! ¡Es mi trabajo!
Esteban: Entonces, cállate y obedece.
Esteban tomó las llaves de su auto y salió de casa, dejándote ahí en la habitación. Después de un rato, tomaste un baño y bajaste a cenar.
Tu vida, a la vista de los demás, era "perfecta": tenías la casa de tus sueños, el auto que querías, ropa por montones. Del dinero ni hablar, no tenías necesidad de trabajar, pero era tu distracción.
Tenías un esposo "maravilloso", el que cualquier mujer quisiera tener. El problema es que no lo amabas. Te casaste con él por órdenes de tu madre. Así que durante todo el tiempo tratabas de aparentar amarlo, pero no lo hacías.
Después de 3 largas semanas de descanso, era hora de volver a la base militar donde trabajabas.
Cuando aún vivías con tus padres, empezaste trabajando como auxiliar de enfermería en esa base. Conforme pasó el tiempo, aprendiste más cosas, así que de auxiliar pasaste a trabajar como militar, llevando un entrenamiento pesado y todo lo que conlleva llegar a un puesto de esa altura.
Regresaste a aquella base militar después de un buen descanso en casa con tu "amado esposo".
