Bienvenida a la Universidad.

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—Oh por Dios, cierra esas cortinas —gimió Ino, arrastrando la almohada sobre su cabeza en un vano intento de ocultarse del sol implacable.

Sakura la observó con una sonrisa juguetona.

—¿No decías que querías dormir junto a la ventana porque te encantaba la luz?

—Eso es antes de una resaca —la voz de Ino sonaba amortiguada bajo la almohada.

—Vamos, despierta. Las clases empiezan en una hora. ¿Dónde quedó ese espíritu aventurero? —Sakura se ajustaba la ropa frente al espejo, su reflejo mostrando una mezcla de preocupación y diversión.

—Lo dejé en el fondo de cada vaso de cerveza anoche —Ino se incorporó finalmente, su expresión era la de quien ha rendido su armadura tras una larga batalla.

Sakura la miró, negando con la cabeza en una burla afectuosa.

—Solo a ti se te ocurre beber justo antes del primer día de clases. Estás loca. Dos días de fiesta y ayer, que debía ser para descansar...

—Creo que empezaré a escucharte —Ino emergió del baño, inspeccionando sus ojeras en el espejo—. Estas ojeras son un horror.

Mientras tanto, Sakura revisaba su móvil, anhelando un mensaje de Sasuke. La diferencia de catorce horas entre ellos había reducido sus conversaciones a breves videollamadas y mensajes esporádicos, lo que le sumía en una tristeza silenciosa. Incluso Karin había estado distante en su última llamada, aunque Sakura atribuyó su comportamiento a una posible sesión de fotos, dada su aspiración a ser modelo.

—Por cierto, ¿dónde te metiste ayer? —Ino, envuelta en una toalla blanca, bajó las cortinas, protegiéndose del sol, para luego dejar caer la toalla, provocando que Sakura desviara la mirada, sus mejillas teñidas de un rubor inocente.

—El sábado en la fiesta me encontré con Itachi y quedamos ayer. Me ayudó a conocer mejor el campus. Es reconfortante ver una cara conocida en este lugar tan inmenso —Sakura hablaba con un tono nostálgico pero agradecido, sabiendo que Itachi sería un pilar en este nuevo capítulo de su vida.

—Itachi es genial y super popular. Todas las chicas se derriten por él, y por Hidan también —Ino se aplicaba lápiz labial frente al espejo.

Sakura levantó la vista hacia Ino.

—¿Hidan es el del tatuaje del círculo y el rectángulo en el brazo?

—Sí, ese mismo. Todos los Akatsuki son populares. Deidara y Sasori también, como viste en la fiesta, las chicas no podían quitarles los ojos de encima.

—¿Y qué estudian? ¿Están en nuestra misma facultad?

—Itachi está en Derecho, como ya sabes. Pein estudia Diseño Gráfico y tiene su tienda de tatuajes. Konan, Deidara y Sasori están en Artes, y Hidan... sí, está en nuestra facultad. Estudia Medicina Forense, le quedan dos años para graduarse, creo. Lástima que tengas novio. —Ino se dio un último vistazo en el espejo. —¿Nos vamos?

.

El aula era más un auditorio que un salón de clases, con su vastedad y multitud de asientos que se extendían hacia arriba en suaves pendientes. En lugar de un pizarrón tradicional, una pantalla gigantesca, digna de una sala de cine, dominaba el frente. Los estudiantes ya se habían acomodado, algunos rodeados de libros abiertos, otros tecleando en sus ordenadores, y unos cuantos sosteniendo tazas de café, buscando la energía necesaria para enfrentar la mañana.

—Oh, mira, ahí está Hidan —Ino capturó la mano de Sakura y la guió a través del mar de alumnos hasta donde se encontraba el chico de cabello plateado.

Mientras te olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora