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Y cuando abrí mis ojos, lo entendí todo.
No era un sueño o una ilusión. Era mi propio reflejo.
Los frondosos árboles se extendían hasta el último piso de la mansión, bloqueando la poca luz que entraba a mi única ventana. No me molestaba, los rayos del sol se asemejaban a trazos dorados en un lienzo oscuro, sobre todo, cuando rebotaban en el espejo.
Oh, mi espejo.
Mi vestido caía hasta la altura de mis tobillos, las mangas cubrían los lunares pintados en mis brazos y mis calcetines blancos contrastaban con la elegancia de la prenda. Mi oscuro cabello estaba desordenado y mi rostro no había cambiado desde que tenía 8 años. Como si eso me importara.
Aún así, mi propio reflejo me traía problemas.
Muchos soñaban con sus deseos, penas y alegrías, mientras que yo soñaba con una mariposa. No cualquier mariposa, por supuesto.
Un bosque, una mariposa, muchos colores y un peculiar aroma que aún no lograba descifrar. Muchas cosas al mismo tiempo y, para cuando trataba de entender, ya había despertado.
Hasta hoy.
Todos dicen que tus sueños son el reflejo de tu subconsciente, entonces, eso debía significar algo.
¿Qué era ese algo? No tengo la menor idea.
Pero de lo que estaba segura, era que mi reflejo era el causante de todo.
Antes de seguir atormentando mi pequeña cabeza, bajé al comedor principal. Muchas habitaciones vacías y una familia que parecía ignorar mi existencia era un alivio, siempre había donde esconderse y nadie se percataba si despertaba al medio día.
Al pisar el primer escalón, un destello azul me detuvo en seco. Miré alrededor, pero todo seguía igual. Las paredes cubiertas de un tapiz desgastado, el candelabro polvoriento, y el silencio que envolvía la casa como un manto.
Mi reflejo en el espejo del pasillo.
Sin embargo, era diferente.
Allí estaba, un brillo inusual casi eléctrico, en mi yo reflejada, pero algo en sus ojos... mis ojos, había cambiado. ¿Acaso siempre estuvo ahí y nunca lo noté? Un escalofrío recorrió mi espalda.
Sacudí la cabeza y seguí bajando, ignorando el nudo que se formaba en mi estómago. Atravesé el largo corredor que llevaba al comedor, mis pasos resonaban en la fría piedra del suelo, incluso sin llevar zapatos.
Al llegar, me encontré con la mesa puesta, pero vacía, tal como esperaba. Me senté en el extremo, donde siempre lo hacía, y comencé a servirme un poco de jugo cuando algo al otro lado de la habitación capturó mi atención.
Me levanté lentamente, acercándome con cautela. En el centro de la recepción, una mariposa descansaba, sus alas destellaban con colores celestes, cambiando de tono con cada movimiento, como si absorbiera el cielo y lo convirtiera en un espectáculo.
Me quedé sin aliento.
Alargué la mano, temerosa y fascinada, pero justo antes de que mis dedos rozaran sus alas, sentí una vibración. El suelo bajo mis pies tembló y un ruido sordo llenó la mansión, retrocedí, y miles de mariposas aparecieron en un parpadeo, dejando tras de sí una estela de luz que se desvaneció en el aire.
—Esther.
La voz de mi madre me sobresaltó. La expresión en su rostro no era común, ella jamás mostraba sus emociones, mucho menos si se trataba de miedo y angustia. Sujetaba con fuerza el teléfono, en cualquier momento la base caería de la pared.
—Tienes que irte. —Ni siquiera pude protestar, un fuerte golpe estalló en la puerta. Miré confundida a mi madre, ella corrió a la entrada, recargando su cuerpo para evitar que la puerta colapsara. Y de pronto, toda mi familia corrió a ayudarla.
—Corre.
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@roseesbyh
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𝐄𝐜𝐥𝐢𝐩𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐂𝐨𝐬𝐦𝐢𝐜 𝐂𝐨𝐧𝐧𝐞𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧
Spiritual𝙉𝙤 𝙚𝙨 𝙪𝙣𝙖 𝙘𝙤𝙞𝙣𝙘𝙞𝙙𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙦𝙪𝙚 𝙢𝙚 𝙝𝙖𝙮𝙖 𝙚𝙣𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙖𝙙𝙤 𝙖 𝙢𝙞 𝙢𝙞𝙨𝙢𝙖. Incluso cuando parece que la existencia de uno mismo parece irrelevante en el mundo y puede parecer muy pequeña entre los demás, puede que s...