capitulo 3

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Ya veo que se están empezando a notar los primeros cambios que se causaron por mi regresión. Creo que a partir de ahora van a suceder alteraciones muy grandes. No sé cuánto pueda llegar a cambiar la historia que yo conozco, pero eso lo hace más interesante.

Veamos cómo sucede todo. Esta vez solo seré un espectador. Habrá veces que intervenga, pero no para ayudar; seré un obstáculo para ellos. Quiero ver lo que pasará esta vez sin mi participación.

Además, hay un cambio que no sucedió en la línea original, y es que mi familia se fue a Estados Unidos por el trabajo de mi padre, pero como siempre, me dejaron de lado. Ahora estoy solo al cuidado de esa mujer que me odia. Bueno, por lo menos ahora tendré más libertad y podré moverme como quiera.

Dejando eso de lado, me enteré de unas cosas interesantes que hará mi matona. Al parecer, le dejaron órdenes para fastidiarme. Pero creo que ya es hora de hacer algo. La verdad, no tengo nada en mente, pero que pase lo que tenga que pasar. Actuaré según la situación lo amerite.

Creo que tengo una manera de usar violencia sin tener problemas. Él se dirigió a su escuela esperando a ver qué haría esa tipa hoy. Llegó a su salón y fue a su asiento. Pasó un rato y los alumnos empezaron a llegar. Vio a su matona sonreír dulcemente y pasar a su lado.

Desde aquí es extraño. Esa tipa no me sonríe y menos así. Por lo general, siempre me insulta y golpea. Parece que hará algo muy malo hacia mí. Ya sé lo que hará. No tengo que pensar mucho, pues nadie sabe disimular. Puedo verlo en sus expresiones, imaginándose cómo me golpearán y humillarán, pero esta vez será diferente.

Espero que por lo menos sean capaces de algo y no caigan tan lamentablemente, aunque creo que ya sé el resultado. Las clases pasaron como de costumbre, pero esta vez nadie molestó a Issei ni en clases ni en el recreo.

Por fin era hora de la salida. El maestro se despidió de los alumnos y se marchó. Mariana, la matona, se marchó acompañada de varios chicos, pero antes miró a Issei con una expresión peligrosa.

—Mi querido amigo Issei, ¿cómo estás? ¿Por qué no vienes con nosotros a pasar el rato entre amigos? Ya sabes que eres nuestro gran amigo.

Dos compañeros robustos de Issei se marcharon con él. Nadie dijo nada, ignoraron lo que pasaba. Sabían lo que le sucedería, pero no les importó. Mientras no sean ellos, nunca se meterían, pues no era su problema. Todos solo veían y se hacían a un lado. Aquellos dos llevaban a Issei bruscamente, siguiendo a su líder.

—Qué patéticos. Tienen que estar en grupo para intimidar a una sola persona —fue lo que pensó Issei.

Llevaron al castaño a un callejón donde ya los esperaba Mariana y los demás. Ella, mirándolo tan amablemente, le preguntó:

—¿Sabes por qué te trajimos aquí, querido Issei?

—Jajaja, parece que el pobre ratoncito no puede contestar, pues está temblando de miedo. Pero aunque llores y supliques, no nos detendremos. Esta vez podremos hacer todo lo que queramos contigo. Bueno, mientras no te matemos, está bien.

Issei se mantenía pensando:

—Parece que hasta los niños son igual de crueles que los adultos. Mmm, no había ni una cámara en el camino ni nadie nos vio. Que me trajeron aquí, en este lugar no hay nadie ni cámaras de vigilancia. Eso es bueno.

Miró a Mariana, que seguía hablando. Bostezando, le preguntó:

—¿Ya terminaste? —lo dijo con una expresión aburrida.

Mariana y todos fruncieron el ceño y miraron raro a Issei, pues no esperaban esta reacción de él.

—Ah, creo que el idiota, de tanto miedo, se volvió loco.

—Vaya, cuánta mierda pueden decir para seguir queriendo humillar a sus víctimas. ¿No lo creen? —les dijo mirándolos con una sonrisa peligrosa.

Escalofríos recorrieron sus cuerpos en ese momento.

—Tanto les gusta intimidar a los débiles. Se ven tan lamentables. Tienen que tener a un gran grupo para lastimar a alguien. ¡Qué cobardes son!

El grupo de mocosos se enojó, pero uno reaccionó antes.

—¡Maldito loco, estás adelantando tu muerte, pequeña basura!

El niño de aspecto gordo golpeó a Issei en la mejilla con toda su fuerza, pero sucedió algo que no podían comprender. No movió ni un milímetro la cabeza de Issei; se mantuvo como si nada, recibiendo el puñetazo de lleno. Además, el matón se lastimó la muñeca.

—¡Maldito bastardo! ¿Qué hiciste?

—Yo, nada, pero eres muy débil. ¿Me trataste de acariciar la mejilla o qué? Sabes, yo no bateo en ese rumbo, así que te rechazo amablemente.

—¡Jodido bastardo, te mataré! —el tipo se aventó a Issei sin pensar, pero el castaño detuvo su puñetazo.

—Débil, si vas a golpearme, hazlo apropiadamente, idiota.

Issei le atoro un puñetazo en la boca del estómago, mandándolo a chocar con la pared y dejándolo inconsciente.

—¿Qué pasó? ¿Cómo es que este tipo debilucho tiene tal fuerza? Es imposible; con ese mediocre cuerpo no sería capaz de tal cosa.

—Primero fíjate antes de hablar, cerdo. Con ese cuerpo gordo y grasoso no eres mejor que yo.

—Hijo de puta, me las pagarás.

Todos se lanzaron a golpearlo, pero era imposible ganarle. El castaño arremetió contra ellos, golpeando a cada uno brutalmente hasta dejarlos completamente destrozados. Cada uno, por lo menos, tenía varios huesos, mandíbula y nariz rotos.

—¿Qué pasó? ¿Eso fue todo? Tanto se creían para terminar así.

—Agradezcan que me contuve. Si no, terminarían peor que eso.

Él no se movió ni un centímetro de su lugar; en todo momento se mantuvo ahí mismo, recibiendo, esquivando y atacando. Suspiró y miró hacia atrás.

—Bueno, queda uno. ¿Sabes, Mariana? He estado esperando este momento ansiosamente.

—Yo no caeré como esos idiotas.

—Vaya, qué confianza, pero te espera el mismo destino.

—Vete a la mierda —ella lanzó una patada poderosa al rostro de Issei, pero ni le dio, pues él se agachó rápidamente. Se levantó, ella intentó lanzar otra patada, pero antes de poder hacerlo recibió una tremenda cachetada que la tiró al suelo.

Issei se agachó y preguntó:

—¿Qué pasó? ¿Eso fue todo? —Ella, enfurecida, le lanzó un puñetazo que él esquivó. En cambio, volvió a recibir otra cachetada.

—¿Qué pasó? ¿Dónde quedaron aquellas palabras de que yo no caeré, eh? Qué patética te ves.

—Bastardo, eso no se quedará así.

Issei le sonrió fríamente y le metió un puñetazo en la pierna, rompiéndole el hueso. Mariana estaba por gritar de dolor, pero Issei, con su mano derecha, la tomó de las mejillas y aplicó un agarre muy fuerte, aplastando toda esa parte y haciéndole imposible gritar.

Se le podían ver lágrimas y una mirada de dolor.

—Te romperé la otra si no te callas.

Aquella chica arrogante y toda una matona se veía ahora muy lamentable, conteniendo su llanto todo lo que podía.

—Si gritas o haces algo, atente a las consecuencias. ¿Quedó claro?

—Sabes, cuando se trata de violencia soy alguien muy bueno en ello. Muchos dijeron que soy extremadamente cruel. No me importa si son mujeres, niños, adultos; nunca discrimino a nadie, trato a todos por igual. Sin saberlo, te estabas metiendo con alguien tan peligroso. Fuiste una estúpida. No quería recurrir a esto, pero tú me obligaste. Además, que quede claro: si alguien se entera de lo que pasó aquí, no esperes vivir un día más. ¿Entiendes?

Ella agitó su cabeza de arriba hacia abajo.

—Bueno, parece que acabé aquí.

Él le soltó la mejilla. Sin dejarla hablar o tranquilizarse, le impactó un puñetazo mandándola a dormir.

El regreso del heroe caidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora