21. Amor

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Dedicado a @AriesCabello5 ¡gracias por tu apoyo en cada lectura!

Cuando salieron del restaurante el lunes siguiente, llovía a cántaros, Agustina había visto el cielo nublado al salir de casa pero decidió que era exagerado llevar un paraguas.

Era Inglaterra, siempre chispeaba.

No esperaba que se desatará una tormenta y justo para la hora de regresar, eso, sumando que llevaba falda y hacía un frío que te congelaba los huesos, bueno, le estaban brindando un bonito paseo de regreso.

Ivy, por supuesto, había llevado paraguas, el cual no dudo en ofrecer a los cinco segundos de entender la situación.

— Tómalo —dijo mientras le ofrecía la mano sujetando el paraguas ya abierto por encima de sus cabezas.

— No, gracias, estaré bien.

— Claro, solo son diez cuadras camino a tu casa con falda, frío, lluvia y sin comer por culpa de las náuseas que tienes —le volvió a ofrecer el paraguas—. Tomalo, Tin, así llegarás seca a tu casa y menos indispuesta de lo que estás ahora.

— Te mojarás.

— Llevo pantalón y un abrigo.

— ¡Yo también llevo un abrigo!

— Sí pero no pantalón. Tomalo.

— Te mojarás y te enfermarás.

— Y luego muero, claro. Tomalo.

— Per-

— Agustina Wood, o lo tomas o dejo el paraguas aquí y me voy a casa sin el y nadie le sacará provecho.

Agustina contó mentalmente hasta diez esperando que Ivy se cansará y aceptará irse con el paraguas. Como no fue el caso tuvo que llevárselo al final.

— Adiós —se despidió la mayor un poco enojada de que Ivy se saliera con la suya.

— Adiós, cariño.

"Cariño".

Se le olvidó en un instante el porqué estaba enojada.

"Cariño".

Ivy nunca le había llamado así. Ojalá no se cansará nunca de hacerlo.

— Siempre quise un beso bajo la lluvia —dijo, intentando que Ivy no notará el sonrojo en sus mejillas.

— Si no hubiera tanta gente, te agarraría de la cintura y cumpliría tu rara fantasía aunque me congelara completamente.

"Si, por favor" pensó mientras sentía como las mariposas se hacían cargo de alborotarle su estómago.

Esta vez seguro que le vió lo sonrojada que debía estar, no pudo evitarlo. Ella siempre decía esas cosas para provocarla y siempre funcionaban.

— Otro día será —dijo Agustina, encogiéndose de hombros e intentando quitarle importancia, aunque le dolía un poco no poder hacer cosas tan simples con ella.

"Estás casada" decía la vocecita en su cabeza, "compórtate".

— En otro lugar —contestó la menor.

— Y en otra época —le siguió Agustina.

Se dedicaron una pequeña sonrisa antes de partir cada quien a su destino.

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Al llegar a su casa no esperaba que lo primero que viera fuera su esposo con los brazos cruzados en el sofá de la sala esperándola. Su cara era la viva imagen de que algo no estaba bien y de que pronto habría problemas.

IvyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora