𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗺𝗲𝘀.

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El delicioso olor a manzana del pelinegro se encontraba ligeramente amargo, de sus ojitos color canela brotaban gruesas y lastimeras lágrimas que recorrían sus mejillas sonrojadas por su Ilanto y terminaban muriendo en el cuello de su holgado suét...

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El delicioso olor a manzana del pelinegro se encontraba ligeramente amargo, de sus ojitos color canela brotaban gruesas y lastimeras lágrimas que recorrían sus mejillas sonrojadas por su Ilanto y terminaban muriendo en el cuello de su holgado suéter de lana color verde.

Sus manos intentaban limpiar las lágrimas que salían, pero el esfuerzo era inútil.

Rodrigo por su parte se encontraba desesperado, no esperaba que su negativa se convirtiera en esto.

─ ¿Por qué lloras, bebé? ─preguntó desesperado, su lobo interior se encontraba reclamándole, eso y el agrio olor a manzana que los rodeaba lo hacían sentir extremadamente mal consigo mismo.

─ Yo quiero comer helado ─declaró el omega entre lágrimas y sollozos, sus feromonas se agriaron más, haciendo desesperar aún más al alfa, si es que esto era posible.

─ Pero lobito, aún no hemos cenado, después de cenar te doy helado del sabor que te gusta ─El alfa se acercó al pelinegro y lo abrazó mientras acariciaba su cabecita.

El cabello de iván era suave y agradable al tacto, además de tener su característico y delicioso olor a manzanas.

Inconscientemente, el omega aspiró el olor de su alfa, su pesar se alivió ligeramente al respirar las feromonas de miel y canela de su pareja.

El pelinegro seguía llorando; sin embargo, su olor casi había vuelto a su dulzura habitual, esto alivió al alfa.

─ Pero, quiero comer helado... ─Iván puso ojos lastimeros hacia su pareja, estos parecían contener agua gracias a sus anteriores lágrimas y además de dar lástima eran muy hermosos.

Rodrigo respiró hondo, y calmando los latidos de su corazón, negó con la cabeza.

─ No bebé ─El pelinegro hizo un adorable puchero que en segundos se convirtió en una carita Ilena de enojo y con el ceño fruncido se fue hacia la habitación dando grandes pasos.

El castaño emitió un profundo suspiro mientras caminaba hacia la cocina para preparar la cena.

Rodrigo estaba algo preocupado por su omega, desde hace un par de semanas su bebé se estaba comportando de manera extraña, además de tener cambios de humor muy bruscos parecía estar muy irritable y cansado, además de estar muy sensible.

No es que le molestara, ya que su bebé siempre sería perfecto sin importar su actitud, pero eso no eliminaba su preocupación, tal vez el pelinegro estaba descontento por alguna razón.

Con otro suspiro aún más largo, rodrigo comenzó a cocinar sin pensar más en ello.

Mientras rodrigo se preocupaba por su omega, iván tenía otra preocupación aún más grande que comer helado

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Mientras rodrigo se preocupaba por su omega, iván tenía otra preocupación aún más grande que comer helado.

Mientras mordía sus uñas antes pulcramente cortadas, el pelinegro se encontraba profundamente preocupado.

Iván no tenía ningún descontento, tampoco era alguien de tener repentinos cambios de humor, ni de enojarse o sentirse cansado por hacer casi nada.

El omega llevaba dos semanas con esta condición y en lo recóndito de su mente sabía lo que significaba, sin embargo no quería aceptarlo.

No quería aceptar que posiblemente está embarazado.

Casi se siente desmayar al pensar en tal posibilidad.

Su lobo desde hace un par de semanas que no le dice nada, solo se mantiene moviendo la colita mientras aullaba de vez en cuando.

El omega suspiró mientras secaba de sus mejillas el rastro de sus lágrimas, no quería llorar por todo pero simplemente sucedía, es que ¿ponerse a llorar por helado? Para él eso era muy tonto..

Iván comenzó a hacer ejercicios de respiración que había visto una vez en la televisión, pronto logró calmarse.

El omega pelinegro tenía sus dudas pero no tenía ganas de aclararlas, tal vez todo eso le estaba pasando por el estrés de los próximos exámenes, sí, probablemente eso era.

No podía estar esperando un bebé.

Eso era imposible.

Eso era imposible

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