𝙱𝚒𝚎𝚗𝚟𝚎𝚗𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚊 𝚂𝚊𝚗 𝙾𝚗𝚘𝚏𝚛𝚎

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CAPITULO 1 : BIENVENIDOS A SAN ONOFRE

CAPITULO 1 : BIENVENIDOS A SAN ONOFRE

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Un olor metálico entro por mi nariz obligándome a contener la respiración por unos segundos.

El frio del cemento se filtra a través de mi ropa y el polvo se pega en mi piel, a un costado de mi rostro, con pesar levanto unos centímetros mi cabeza y observo mi alrededor.

El corazon me comienza a palpitar con fuerza cuando mis ojos se posan en los dos cuerpos inertes en el suelo. La sangre, roja y espesa, salpica las paredes. Mis manos están manchadas, y el líquido pegajoso parece aferrarse a mi piel.

Con ayuda de mis palmas hago fuerza para lograr arrodillarme. El cuerpo me duele, no siento el brazo derecho y las costillas me están matando.

Me trago un quejido y me pongo alerta cuando percibo que alguien se acerca. Volteo con rapidez sobre mi eje y es cuando noto a otra persona detrás de mi. La sangre sobre el me dice que esta muerto igual que los otros, descarto la idea cuando noto que su pecho baja y sube con lentitud.

Logro escuchar una voz que habla muy bajo, por el marco de la puerta, un niño con guardapolvo blanco entra con un celular en la mano, posa sus ojos llorosos en mi por unos segundos y patea al hombre que yace en el suelo.

—Si, juez. Ahí se lo paso —el niño patea nuevamente al hombre, quien finalmente abre los ojos, igual de desorientado que yo —Es para vos.

Confundido el pelinegro agarra el celular y se lo lleva a la oreja observando su alrededor con panico. Escucha atento todo lo que le están diciendo y resisto el impulso de pedirle que lo ponga en alta voz, para yo escuchar también.

—Devolveme el celular — el niño toma el celular y se acerca a mi.

Lo mueve de un lado a otro frente a mi rostro y tardo unos segundos en tomarlo.

—Escucha pendeja, el boludo que esta con vos, se llama Miguel Palacios, era un rati, vos y el van a empezar a vivir situaciones un poco turbias, si queres que tu sobrina tenga una vida larga van a entrar a la cárcel de san Onofre, encuentran a Borges, averiguan donde chota esta mi hija y me la traen sana y salva.

Me arrebatan el celular. Copio la acción del tal Miguel y me comienzo a deslizar de cuclillas hasta la pared lejos de la ventana por la que el esta mirando.

Puedo notar como su pecho comienza a subir y bajar frenéticamente mientras se acerca con cautela.

—Nena, estamos rodeados de policías, ni vos ni yo queremos ir en cana. Nos tenemos que ir.

Todavía un poco aturdida me acerco para ver el pasillo por donde se fue el nene. Al final veo una ventana y techos de chapa.

Le hago una seña con la cabeza al chabon para que me siga, salimos agachados y nos acercamos a donde le indico.

La Princesa De San Onofre | El MarginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora