PRÓLOGO

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Entrenado como uno de los mejores asesinos de todo el reino, Yuji Itadori es el terror de las sombras. No solo por su indiscutible belleza e hipnotizante mirada, sino también por la brutalidad y perfección con la que desempeña cada uno de los trabajos que le es encargado por la cofradía.

Dicha cofradía es dirigida por su padre adoptivo y entrenador, Kento Nanami, quien cobijó al joven de cabello rosa luego de encontrarle vagando por las calles en los límites del reino. Es un hombre digno de respeto y símbolo de poder para el gremio de asesinos, retarlo es igual que condenarse a muerte.

Pocos son los niños adoptados por las cofradías que logran llegar a la adultez, ya que si son blandos o descuidados, suelen morir en sus primeras misiones, pero Yuji jamás ha fallado en una misión. O al menos así fue hasta hace un año. Su suerte cambió el día que la cofradía fue vilmente engañada y emboscada por órdenes del soberano, Yaga, quien en su deseo absoluto de poder aplastó a todos aquellos que implicaban un riesgo a su reinado.

La cofradía, para sorpresa de muchos gozaba de gran fama en el bajo mundo, sus riquezas fácilmente podrían competir con la del soberano del reino, algo que claramente no agradó a aquel hombre. Sin embargo Kento hizo caso omiso a los rumores que circulaban por el reino sobre lo que el planeaba contra ellos. Grave error.

Poco después de la emboscada, los pocos sobrevivientes de la cofradía fueron enviados a las lejanas minas de sal donde les dejarían tener muertes lentas y dolorosas, dónde serían privados de cosas tan básicas como refugio y alimento y dónde además serían obligados a luchar entre ellos para sobrevivir. Aquel inhóspito lugar no conoce de fe y la esperanza se vuelve una vaga ilusión, un lejano recuerdo, pues hasta ahora nadie ha logrado sobrevivir más que un par de años. Y nadie ha logrado salir con vida de aquel lugar

Yuji al igual que algunos de sus compañeros se las han arreglado para sobrevivir, manteniendo perfiles bajos y comportándose de la mejor forma, pues en este sitio no hay ley y los guardias fácilmente pueden hacerlos trabajar hasta el cansancio o matarlos a latigazos, como ya han hecho con muchos otros.

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—— UN AÑO DESPUES ——

Este día en especial, todos parecen más agitados en las minas, yendo de un lado a otro sin parar. Por primera vez en un año se les ha dado una comida decente y se les ha dejado tomar un baño. Nadie dice nada y no es que puedan preguntar que sucede. Sin embargo, se rumorea que el príncipe heredero está en busca de un campeón para el festival que se llevará a cabo ese año en el palacio. A los oídos del joven príncipe llegó la noticia de que los antiguos asesinos más famosos del reino cumplen su condena aquí y por supuesto, el caprichoso y mimado ha venido hasta aquí.

Los prisioneros han sido llevados al pabellón principal donde cuál adornos serán sometidos al escrutinio del futuro monarca del reino.

Con ropas ostentosas y un andar de respeto, el príncipe de cabellera blanca y ojos azules coquetos se pasea contemplando uno a uno a los pobres condenados frente a él. No parece interesado, incluso parece decepcionado.

La última fila de hombres pasa al frente, y el príncipe repite el proceso, camina frente a los prisioneros, inspeccionando y provocando. No hay novedades, se dice a si mismo con fastidio. Al menos hasta que en una mirada dorada encuentra la chispa que buscaba.

— Tú — señala con su dedo al joven de cabellos rosados. — Ven aquí — ordena y uno de los guardias lo arrastra frente al príncipe.

Antes de que puedan cruzar palabras el resto de los guardias regresa a los demás a sus celdas.  Tan pronto como se quedan a solas el príncipe procede a hablar.

— Serás mi campeón — exclama con arrogancia.

— Preferiría morir en este infierno antes que postrarme ante ti. — espeta el menor molesto.

Un joven de hebras tan negras como la noche se acerca hostil ante semejante insolencia, sin embargo, el príncipe detiene su andar con un gesto de su mano.

— Supuse que no sería tan fácil. — con un juguetona mirada le ordena a su protector que entregue una espada al menor y este rápidamente se pone en guardia. — Si yo gano serás mi campeón, si tú ganas, te dejaré libre. — desenfunda su espada y sin mediar más palabras ambos filos comienzan a bailar en una danza mortal donde ninguno de los dos da su brazo a torcer. La habilidad del príncipe es digna de admirar, y el joven asesino a pesar de su deplorable condición no se queda atrás, sin embargo su mala alimentación y falta de practica lo hacen cometer un error.

El príncipe, en un movimiento veloz desarma al joven y lo obliga a perder el equilibrio haciéndolo caer al suelo. El filo de su espada está contra su cuello. — He ganado, así que ahora me perteneces. — anuncia con una sonrisa.

Enfunda su arma y su escolta toma la que se le había prestado al pelirrosa para dicho duelo. — Puedes matarme si lo prefieres, no pienso inclinarme ante un bastardo como tú. — escupe. Segundos más tarde un puño impacta su mejilla rompiendo su labio y haciéndolo escupir sangra.

— No seas tan rudo con él, Suguru. — ordena el príncipe. — Pequeño asesino, lo pondré de forma fácil para que comprendas tu posición. O aceptas ser mi campeón por las buenas y me aseguro que tus compañeros sobrevivan a este infierno o me encargaré de hacer una linda hoguera con ellos. Estoy seguro que el resto de prisioneros estará muy agradecido pues se acerca el invierno. — lanza un pañuelo para que el menor limpie los rastros de sangre de su boca. — Tienes hasta el atardecer para decidir. — dicho aquello tanto príncipe como caballero se retiran del lugar dejando al menor en el suelo.

Los guardias han venido para llevárselo a un confinamiento especial y darle el debido tratamiento para que considere adecuadamente su decisión.

¿Qué decidirá aquel abandonado por el sol?

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Está es la historia en la que estuve trabajando mientras estaba en el hospital. 🫣

En la noche subo el primer capítulo.

AST - EL CAMPEÓN DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora