Disciples

35 5 3
                                    


Los cuatro hermanos se encontraban reunidos en la sala de su casa cada uno con distintas expresiones, Issei, con su mirada fiera y su postura desafiante, Tatsumi, sereno y enigmático, Erza, con su expresión ardiente y sus gestos impetuosos Y Basara, con una energía incontenible y una determinación palpable.

Mientras los niños estaban algo nerviosos de ver como bueno los 4 se encontraban bastantes serios hasta que uno hablo:

Issei, el primero en romper el silencio, frunció el ceño y dijo con voz grave: 

Issei: "¿Qué es esto, Basara? ¿Por qué has traído a este niño aquí?"

Basara miró a sus hermanos con determinación antes de responder: 

Basara: "Este niño es un alma perdida, abandonada a su suerte en un mundo cruel. Me encontré con él en mi camino aquí, y su destino me conmovió. Creo que debemos cuidarlo y protegerlo como uno de los nuestros".

Tatsumi, con su habitual calma, asintió lentamente.

Tatsumi: "Quizás haya más en este niño de lo que vemos a simple vista. Tal vez sea un signo de los tiempos por venir".

Erza, con su temperamento ardiente, estuvo de acuerdo. 

Erza: "Si Basara cree que debemos acoger a este niño, entonces así será. Pero que quede claro, cualquier amenaza que represente será enfrentada con toda nuestra fuerza".

Issei frunció el ceño, su mirada intensa fija en Basara. 

Issei: "Basara, ¿por qué trajiste a este niño aquí? ¿Qué significado tiene para nosotros?"

Basara sostuvo la mirada de su hermano, sus ojos reflejando determinación y una chispa de desafío. 

Basara:"Cuando estaba liquidando a unos mafiosos, lo encontré escondido entre los escombros. Parecía haber sido abandonado, su mirada era la de alguien que había perdido toda esperanza."

Issei asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. 

Issei: "Entiendo. Entonces, ¿pero como fue?"

Basara quedo unos segundos en silencio y empezó a hablar.

Flashback:

El ruido ensordecedor de disparos resonaba en el callejón oscuro, las balas silbaban peligrosamente cerca de Basara mientras él se movía con agilidad sobrehumana entre los escombros y la oscuridad. Con una pistola en cada mano, su determinación ardía más fuerte que nunca. Los mafiosos no eran rival para él, pero algo más llamó su atención en medio del caos.

Entre los escombros yacen figuras en la penumbra, y entre ellas, un pequeño cuerpo tembloroso se escondía. Basara se acercó con cautela, sus ojos escudriñando la oscuridad en busca de cualquier amenaza oculta. Pero lo que encontró fue algo que no esperaba: un niño, apenas un haz de luz en la negrura del callejón.

El niño, Hayato, miraba a Basara con ojos grandes y llenos de miedo. Sus ropas estaban sucias y desgarradas, su rostro pálido y sus manos temblaban. Basara podía sentir el miedo y la desesperación emanando de él, pero también veía algo más: una chispa de determinación y coraje, oculta bajo las capas de angustia y abandono.

Sin dudarlo, Basara se arrodilló junto al niño, sus pistolas aún en mano pero ahora en posición de descanso. Con voz suave pero firme, intentó calmar al niño, ofreciéndole una mano amiga en medio del caos que los rodeaba. Hayato titubeó al principio, pero finalmente permitió que Basara lo levantara en brazos, llevándolo a un lugar seguro lejos del peligro que acechaba en las sombras.

Darksiders DxD el regreso de los Jinetes (finalizada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora