Capítulo 6

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(Narra Buck)

Desperté con las manos amarradas por detrás de una silla. Me sentía mareado, pero al menos no había dolor; supongo que lo que me inyectaron para dejarme inconsciente también era un analgésico. Pronto, una figura se paró frente a mí.

—Vaya, no esperaba que despertaras tan pronto. Debes de tener una muy buena resistencia, además de tu buena apariencia. Entiendo por qué te eligió el soldadito —dijo, sujetando levemente mi barbilla para que mi mirada se encontrara con la suya.

—¿A qué te refieres? —pregunté débilmente.

—No finjas, no tiene caso —contestó con un tono burlón—. Escuché la plática que tuvo con su general. Cualquiera que haya oído esa conversación puede darse cuenta de sus sentimientos. Solo lo busqué en redes sociales y, considerando que la mayoría de las fotos que tiene en su perfil son contigo y con ese niño, no fue difícil atar cabos y darme cuenta de que se refería a ti.

En ese momento, mi mente se dividió. Parte de mí se ilusionó con la idea de que Eddie hablara tan bien de mí que confundieran nuestra relación, mientras que la otra parte me hizo entrar en razón. Quizás este no era el mejor momento para fantasear sobre vivir con la persona que amo.

—¿Y cómo fue que me encontraste? —pregunté.

—Fue fácil. Simplemente lo seguimos y te vimos salir de su casa —respondió con una sonrisa.

—¿Y ahora qué? ¿Cuál se supone que es tu gran plan?

—Relájate, todo está en marcha y gracias a ti podré hacerlo sufrir. Me pregunto qué elegirá.

—Más te vale que no le hagas ni un solo rasguño o te haré pagar —dije, intentando mantener la calma.

—No te preocupes. La mejor manera de herir a alguien es a través de las personas que aman, y lo destruiré poco a poco. Lástima que no puedas verlo. Disfruta del tiempo que te queda —dijo, despidiéndose.

—Juro que haré que pagues por intentar dañar a mi familia —le amenacé.

—Sí, sí, lo que digas —respondió, saliendo del cuarto y cerrando la puerta tras él.

En cuanto salieron de la habitación, empecé a mirar a mi alrededor y entonces lo noté: ¡había una bomba! Lentamente comencé a liberar mis manos; por suerte, no tuvieron tiempo de planearlo bien, así que las ataduras no estaban bien aseguradas. Lo más silenciosamente que pude, salí de ese cuarto y caminé sigilosamente, intentando encontrar un teléfono o cualquier cosa que me sirviera mientras evitaba a los captores.

Pronto llegué a algún tipo de bodega. Allí encontré un pedazo de tubería de metal que podría servirme como arma en caso de necesitarlo. Seguí buscando una salida, manteniéndome en las sombras y escuchando atentamente por si oía a alguien acercarse. Cada paso que daba era un intento de evitar ser descubierto, mientras mi mente seguía trabajando frenéticamente para encontrar una manera de contactar a alguien que pudiera ayudar.

Seguí avanzando y pronto encontré un mapa con algunas ubicaciones marcadas. A un lado estaba un temporizador al que le quedaban 55 minutos. No fue difícil atar cabos: definitivamente habían colocado bombas en esas zonas. Desesperadamente, me puse a buscar un celular o cualquier forma de comunicarme con el exterior, pero no pude encontrar nada. Mientras buscaba, escuché la puerta abrirse. Antes de que pudiera esconderme, sentí el frío metal de un arma tocando mi espalda.

—¡Alto ahí! ¡Levanta las manos! —gritó una voz.

Obedecí y me di la vuelta lentamente, manteniendo las manos en alto.

—Y bien, ¿últimas palabras? —dijo, apuntándome con la pistola.

En ese momento, cruzó por mi mente una idea qu no voy a mentir estaba basada en una pelicula que vi con Chris, parecía improbable que funcionara, pero debía intentarlo. Comencé a cantar, intentando captar su atención y desconcertarlo:

—'Cause I'm a real tough kid, I can handle my shit. They said, "Babe, you gotta fake it 'til you make it" and I did. Lights, camera, bitch smile, even when you wanna die. He said he'd love me all his life, but that life was too short. Breaking down, I hit the floor. All the pieces of me shattered as the crowd was chanting, "More."

A medida que terminaba de cantar, mi puño se movió con fuerza, golpeando su nariz. El impacto fue lo suficientemente fuerte como para desorientarlo, permitiéndome arrebatarle la pistola de sus manos.

Sin embargo, el ruido del golpe pareció alertar a otros. Escuché el sonido de la puerta abriéndose nuevamente. Esta vez, estaba más preparado. En el momento en que la puerta se abrió, arremetí con la tubería de metal que había encontrado, golpeando al intruso en la cabeza y dejándolo inconsciente.

Rápidamente busqué en sus bolsillos pero no pude encontrar un teléfono. Mi corazón latía con fuerza mientras volvía a buscar una salida. Sabía que el tiempo se estaba agotando y que cada segundo contaba. Con la pistola en una mano y la tubería en la otra, avancé con cautela, preparado para enfrentar lo que viniera.

Me puse a pensar porque necesitaba un plan. Para este punto, necesitaba tener el control porque si descubrían a dos de ellos inconscientes se darían cuenta y no tendría oportunidad. Además, en ese temporizador no quedaba mucho tiempo y no sabía lo que significaba para mí. En ese momento lo recordé: el cuarto en el cual me habían encerrado tenía una bomba, por lo que era probable que estuviera relacionada con el resto. El lugar era muy grande, pero estaba claro que mientras más me alejaba de la zona en la que estaba originalmente, más personas encontraba. Así que lo lógico era pensar que mientras más me acercaba al extremo opuesto, más probabilidades había de que me encontrara al líder, quien era básicamente la persona más probable que tuviera un celular.

Por lo que había visto, era probable que estuvieran en una fábrica abandonada. Empecé a idear cómo atraerlos. Observé los alrededores y encontré un panel eléctrico. Si pudiera causar un apagón parcial, tal vez podría crear la distracción necesaria para moverme sin ser detectado.

Me acerqué al panel y utilicé la tubería de metal para golpear un interruptor, causando que una sección del edificio quedara en penumbras. Aprovechando la confusión, me deslicé por los pasillos oscuros, avanzando con cautela pero con rapidez.

Escuché voces y pasos apresurados mientras los guardias intentaban averiguar qué había pasado. Me escondí detrás de unas cajas, esperando a que pasaran. Cuando el camino estuvo despejado, continué avanzando hacia la zona opuesta del edificio.

Finalmente, llegué a una puerta marcada "Oficina". Al abrirla, encontré una habitación más lujosa en comparación con el resto de la fábrica. Dentro, el líder estaba sentado en un escritorio, con un celular a su lado.

Sin hacer ruido, me acerqué sigilosamente. El líder no se dio cuenta hasta que sintió la fría boca de la pistola tocando su cabeza por detrás.

—No hagas ningún movimiento brusco —le advertí en un susurro firme—. Levanta las manos y dame tu teléfono.

Obedeció inmediatamente, y en cuanto tuve el teléfono, llamé al 9-1-1. La llamada conectó rápidamente y al otro lado de la línea escuché una voz conocida.

—911, ¿cuál es su emergencia? —dijo Josh al teléfono.

—Mi nombre es Evan Buckley, soy bombero en la 118. Creo que fui secuestrado, pero ahora tengo el control de la situación. Es complicado de explicar, pero me vendría bien que vinieran algunos policías.

—¿B-Buck? ¿Tienes la ubicación? —preguntó Josh, sorprendido.

—Parece una especie de fábrica abandonada o algo así —le respondí.

—Mejor, déjame triangular la señal —dijo Josh. Escuché atentamente cómo tecleaba algunas cosas. En un tono un poco más bajo, añadió—: Dile a Maddie que venga, antes de seguir tecleando—. Bien, Buck, ya están en camino, deberían estar a 3 minutos. Quédate en la línea, por favor.

—Ok, me mantendré en la línea —le contesté mientras esperaba—. Oye, por cierto, encontré lo que parece ser un cronómetro; podrían haber puesto bombas.

—Sí, no te preocupes, ya estamos en eso —dijo Josh.

—Entendido —contesté, soltando un suspiro.

—¿Evan? —escuché la voz de mi hermana al otro lado de la línea.

—¡Maddie! —respondí con alegría al escuchar nuevamente su voz.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —preguntó preocupada.

—Ya te lo contaré después, pero no te preocupes, estoy bien.

Pasaron unos minutos y pronto, a lo lejos, se empezaron a escuchar las patrullas. Por un instante suspiré, hasta que de pronto volví a escuchar la puerta de la oficina intentar abrirse y vi a cuatro personas más entrando a la oficina. En ese momento, me tensé inmediatamente y le apunté al líder con una seguridad totalmente fingida.

—Nadie se mueva o le disparo.

—Buck, ¿qué está pasando? —me preguntó Maddie, algo alterada por el teléfono.

—Ahora no puedo hablar, diles que estamos en la oficina y que se apresuren —le contesté.

Al entrar, los policías se encontraron con una escena muy peculiar, pero lo que más resonó en el silencio fue la risa que Athena soltó al verme en tal situación. Los oficiales que estaban con ella rápidamente apresaron a los terroristas y evacuaron el edificio. Pensé que todo ya había acabado hasta que escuché a Athena hablar por el radio una vez más.

—Central, lo tenemos y el edificio ya ha sido despejado. Procedan de inmediato.

—Copiado —respondieron.

Después de ello, pasaron unos segundos y de pronto vi una parte del edificio explotar, lo cual me sobresaltó de inmediato. Pero no fui el único; un policía se sobresaltó lo suficiente para darle la oportunidad a uno de los secuestradores de escapar, robándole su pistola en el acto. De inmediato, mi cuerpo actuó por instinto y corrí hacia él, tacleándolo antes de que pudiera intentar algo más. Por desgracia, eso fue suficiente para abrir nuevamente la herida que me había hecho durante la emergencia en la tienda, haciendo que sintiera cómo empezaba a sangrar nuevamente. Pronto Athena corrió hacia mí, preocupada.

—¡Ay Dios!, ¡Buck, estás herido! —exclamó.

—Estoy bien... sólo... sólo asegúrense de que no pueda escapar —le respondí con dificultad, sintiendo cómo la adrenalina empezaba a disiparse y el dolor volvía con fuerza.

Pronto lo volvieron a poner bajo custodia y al ver cómo ya se los habían llevado a todos supe que al fin había acabado todo. Así que suspiré y sentí cómo mi cuerpo comenzaba a tambalearse. Los paramédicos llegaron rápidamente y me ayudaron a levantarme. Mientras me colocaban en la camilla, comencé a pensar en todo lo que había pasado y en eso lo recordé.

—Athena, ¿qué pasó? ¿Eddie está bien?

—No te preocupes, ahora todo está bien. Eddie está bien y estoy bastante segura de que estará esperando en la entrada del hospital —me respondió.

Suspiré nuevamente y me volví a recostar en la camilla. Lo cierto es que ya no podía más; estaba totalmente agotado entre todos esos días de pesadillas y todo lo que pasó. Sentía mis párpados cada vez más pesados. Pronto sentí la mano de Athena sujetando la mía con fuerza.

—Tranquilo, Buck. Ya casi llegamos, pero mantente despierto un poco más, por favor —dijo con suavidad.

—Sí, está bien —le respondí.

Pronto llegamos al hospital y, tal como predijo Athena, ahí estaba esperando Eddie. Pero él no era el único; ahí estaban todos los de la 118 y Maddie se acercó corriendo, su rostro lleno de preocupación.

—¡Evan! —dijo, tomando mi mano—. Estás bien. Gracias a Dios.

—Sí, Maddie, estoy bien —le dije, tratando de sonreír para tranquilizarla—. Sólo... sólo necesito descansar un poco.

—¿Eso es sangre? —preguntó al ver mi brazo.

—No te preocupes, sólo se volvió a abrir un poco la herida de mi hombro.

Pude ver cómo me miraba con una mezcla de preocupación y alivio, pero pronto los doctores de urgencias nos interrumpieron y me llevaron a volver a cerrar mi herida para luego hacerme algunos estudios más para ver que estuviera bien. Pronto me movieron a una cama y me dijeron que querían que me quedara esa noche. Dijeron algo como que era procedimiento, los hospitales nunca han sido mi lugar favorito y si fuera por mi hubiera ido directamente a mi casa, pero lo cierto es que para este punto ya no tenía ni siquiera la energía suficiente para discutir, asi que simplemente acepte.

Soldado, Poeta, Rey (versión de Buddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora