La silueta sobre la cama pareció dejar de respirar, poniéndose rígida ante el sonido de su voz. Zayn frunció el ceño. El chico le tenía miedo. Aunque no era ni inesperado ni completamente indeseado, sólo complicaría las cosas. No podía dejar que Liam le temiera demasiado.Esta vez necesitaría... un acercamiento más amable para alcanzar lo que se había propuesto luego de ver la reacción de Liam a su castigo. La forma en que el muchacho se había aferrado a él, buscando su consuelo y confiando en él lo suficiente como para rendirse agotado al sueño en presencia de Zayn... había abierto nuevas posibilidades.
Ciertamente, había formas mucho más simples, rápidas y menos retorcidas de hacer pagar a Richard Payne, pero esta podría aplastar a Payne si lo hacía bien. Si Zayn pudiera condicionar al único hijo de Payne, volver al muchacho completamente dependiente de él, entonces tendría las llaves a lo que más atesoraba Payne: las Industrias Payne, su orgullo y felicidad. Zayn no estaba demasiado preocupado porque Payne no confiara en su hijo. Si el chico no tenía idea sobre los negocios, mejor todavía.
Retén tus jodidos caballos, se dijo Zayn. Como decía el proverbio, no debía colocar el carro delante del caballo. Primero tenía que ganarse el afecto de Liam para que el plan funcionara.
Eso no iba a ser fácil, incluso considerando las inclinaciones sumisas de Liam. La verdad era, que Zayn tenía dudas sobre el plan. No le gustaba lo que no podía controlar. Y no pudo controlar sus propias reacciones esa mañana. Cuando se había encontrado con los brazos colmados de un muchacho necesitado y tembloroso, consolarlo no había sido una decisión consciente. Fue todo instinto.
La sumisión de Liam había jodido su cabeza, haciéndolo reaccionar instintivamente... como reaccionaría cualquier buen Dom ante las necesidades físicas y emocionales de un sub luego de una escena.
El problema fue, que el castigo que le había dado a Liam nunca debió significar otra cosa que un simple castigo. El necesitado lenguaje corporal del chico después de ello, no debería haber desencadenado sus instintos. Pero lo hizo. Zayn no era ajeno a los juegos de dominación. Obtenía cierto placer en los juegos de poder del día a día; a veces, si el humor era el adecuado, su cuerpo picaba por ello también. La mayor parte de la gente lo consideraba un hombre cruel, y no estaban equivocados.
Pero no era un amante cruel, nunca lo fue. Por supuesto, no era un amante gentil tampoco. Le gustaba rudo, le gustaba el subidón de poder que sentía cuando reducía a alguien en un cuerpo dócil, en un desastre sumiso (era mucho más excitante que la violación o la crueldad innecesaria por la que sentía inclinación alguna de su gente) pero cuidaba muy bien de sus compañeros sexuales. La gratificación sexual no era siempre el objetivo cuando estaba de humor para jugar, pero normalmente la sumisión genuina de una mujer atractiva lo hacía querer follarla.
Zayn nunca consideró que un hombre pudiera afectarlo del mismo modo, y aun así este jovencito con sus labios obscenamente bonitos y su sumisión natural lo hacía, y Zayn se encontró deseando hacerle cosas perversas por horas antes de enterrarse en él. No lo había hecho, por supuesto. Aún le quedaba algo de autocontrol. Pero ahora estaba siendo puesto a prueba de nuevo.
Liam apenas respiraba aún. Los ojos de Zayn bajaron de la greña de rizos hacia el tenso cuello del muchacho, bajando por su espalda vestida con la propia camiseta de Zayn, al respingón culito perfecto y sus esculturales y tonificadas piernas. Apretando los dientes, Zayn apartó la mirada y rodeó la cama. Los ojos del chico estaban muy abiertos, sus rosados labios de cereza ligeramente entreabiertos. Liam los lamió.
—¿Por qué estás aquí? —dijo, jalando finalmente el borde de la camiseta de Zayn.
La mirada de Zayn siguió el movimiento. Se sentó en la cama, a meras pulgadas de la cabeza de Liam. El muchacho se tensó visiblemente, mirándolo con cautela.